Cuando me vio entrar, como distraído de la realidad, ausente del mundo y de la historia, el padre Nicanor, mi tío, me miró con esa malicia sonreída que acostumbra él para borrar distancias y brindar confianza en su interlocutor.
-Ya sé a qué viniste, pecador.
-No, simplemente pasaba por aquí y quería darle un saludito.
-Como si no te conociera. Te estás mordiendo la lengua de ganas de hablar del cónclave, con tilde, como escribíamos antes, saboreando con incertidumbre esa palabra esdrújula tan cargada de historia.
-No sé, padre, por qué se me va usted por los picos pardos, cuando está de por medio algo tan trascendental como la elección de un papa.
-Y tal vez el último, según las profecías de san Malaquías.
-No me va a decir que usted cree en esas bobadas, habiendo otros retos de fe en el aire.
-Tampoco es para que te pongas trascendental, sobrino impertinente. Es pura curiosidad. Seguramente sabes que, según las intuiciones de este inquieto santo, que escribió las profecías de los papas desde 1147 hasta nuestros días, después de Benedicto XVI, que es el 112, vendría el último papa. Hasta trascribí el parrafito, que es el último del escrito: "Durante la persecución final de la santa Iglesia de Roma reinará Pedro el Romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la ciudad de las siete colinas [Roma] será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo. Fin".
-¿Y?
-Curiosamente, los intérpretes dicen que si sale elegido el actual Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, se haría posible lo que vaticinó el monje, porque el cardenal salesiano, que es también el camarlengo, se llama "Tarcisio Pietro Evesio Bertone", nacido en la ciudad de "Romano Canavese", en la provincia de Turín, en 1934. Se cumpliría lo de "Pedro Romano", según ellos.
-Creo, padre, que el Cardenal Bertone, que no es de extracción curial sino religiosa, con 79 años, aunque es mencionado como papable, no tiene muchas opciones, por su edad y por el escándalo de los "vatileaks" que rodea el cónclave.
-Pero puede ser un papa de transición, que tenga que afrontar no ya el fin del mundo ni el fin de la Iglesia Católica, sino el fin de la curia romana, el fin del Vaticano, tal como han llegado hasta hoy.
-¿Sí lo cree así?
-En mi opinión la transformación de la Iglesia tiene que ser de gran calado. Pasarán años de remozamiento, de renovación. Reza pues, hijo mío, que es la única opción recomendable en trance de un cónclave como éste, para que el Señor nos dé el valor de perseverar y ser fieles a Cristo. Y aceptar con amor este martirio de estar metidos en la historia, en sus vicisitudes y sus esperanzas.
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