El Caimán no se fue

27 de agosto de 2008

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Caimán, nombre sonoro que identifica a Efraín Sánchez, tuvo el privilegio de nacer en Barranquilla, ciudad por donde ingresó el fútbol al país.

Antes de ser arquero fue recogebolas. Se hizo profesional en el San Lorenzo de Almagro cuando emigrar para el futbolista nacional era como soñar con una estación espacial en Colombia.

Una de las tantas cosas especiales del Caimán es que nació primero que el fútbol rentado en Colombia. Lo hizo el 27 de febrero de 1927, 21 años antes de que este deporte se jugara en serio acá. Y la otra tiene que ver con el honor de ser uno de los pocos colombianos que tuvo El Dorado, cuando sólo había espacio para los extranjeros.

Pese a ello, al Caimán -nombre de la canción con la que lo inmortalizaron, casi convirtiéndolo en artífice de otro himno de Colombia-, nunca sufrió de delirios de grandeza. Y fruto de ello es que cuando se le pregunta quién fue mejor entre él y René Higuita contesta de manera inteligente: "yo era el Divino Zamora de Suramérica, pero como René Higuita no habrá otro igual en este país".

Hoy tiene 81 años de edad. En su época de arquero, entre los años 40 y 60, volaba de palo a palo. Su memoria es prodigiosa. Y ello le ha servido para reeditar sus hazañas que se vuelven reales con las palabras.

Una operación de menisco interno que se hizo en 1964 lo tiene en la actualidad con una prótesis en la rodilla derecha y andando de bastón. Sin embargo, todavía se resiste a dejar el fútbol que lo consagró como uno de los jugadores más representativos en los 60 años en el país. Ahora hace las veces de maestro y con sobrados méritos porque es mucho lo que tiene que enseñarles a los jóvenes de hoy.

Mantiene intacto el recuerdo del Millonarios que sacó campeón en 1964, haciendo las veces de técnico y arquero. Y entre sus deseos para la prosperidad es que la afición nunca olvida lo cerca que estuvo de sacar campeón a Colombia del otrora Suramericano de mayores -hoy Copa América-, en 1975.

"El fútbol no me dejó plata porque mi sueldo fueron tres pesos y sesenta y dos centavos en 1945 jugando de aficionado con Junior. Ah, es que hace medio siglo la plata no le importaba tanto a uno porque jugaba era por goma, por deporte, y porque quería ser diferente a punta de honor y hombría", recuerda Efraín, quien reside en Bogotá.

El ex arquero y técnico del Independiente Medellín agrega que "para nosotros la palabra millones no existía en ese entonces porque a través del juego lo único que se conseguía era amigos como Julio Chonto Gaviria, Néstor Raúl Rossi, Alfredo Di Stéfano, José Manuel Moreno, José Vicente Greco (fallecido el domingo pasado), Marino, Retamozo, los hermanos Contreras y Chema Méndez, Eso me da vida y me llena de orgullo porque fui de los primeros en emigrar, triunfé en San Lorenzo y Atlas de Guadalajara, pero los momentos más lindos de mi carrera los viví en el fútbol colombiano que tiene 60 años y se internacionalizó". Reconoce, sin embargo, que para ser grande el fútbol colombiano debe mejorar mucho.

Para él, las gestas gloriosas con el DIM de los 50 son las que lo mantienen vivo y lo llevaron a ser el titular de Colombia que debutó en el Mundial de Chile-62, donde apareció entre los mejores y se codeó de tú a tú con Lev Yashin -la Araña Negra-, el arquero de la ex Unión Soviética y número uno de ese tiempo.

El Caimán, ese que se fue de Barranquilla para quedarse por siempre en el corazón de los aficionados, no vuela ahora con sus brazos y piernas largas, pero sí con la fantasía que produce escucharlo y sentirse orgulloso de ser uno de los principales protagonistas de un campeonato que no le dejó plata pero le sirvió para conseguir una familia hermosa que integran seis hijos -cuatro mujeres y dos hombres- y seis nietos.