En Sudáfrica, Diego Forlán encontró las rayas del tigre que lleva por dentro.
Un hijo de tigre que salió bien pintado, porque en este Mundial se convirtió en uno de los domadores del controvertido Jabulani, balón que hasta la Nasa calificó de "impredecible" .
Goleador de raza y por naturaleza, que como lo cuenta en su autobiografía, Uruguayo , aprendió el dominio del esférico, dándole con los dos pies contra una pared de su casa paterna en Montevideo.
Rompe redes de familia, de un linaje que certificaron su padre Pablo, ex integrante del seleccionado charrúa en las copas de Inglaterra-1966 y Alemania-1974, y el abuelo materno Juan Carlos Corazzo, entrenador de los orientales en el Mundial de Chile, en 1962.
Cachavacha , un apodo que le dieron por su parecido con una bruja de los dibujos animados, cuenta la Fifa.com, fue primero tenista, pero su futuro inexorablemente tenía que ser el de futbolista.
La formación como jugador la cumplió en las divisiones menores del Peñarol y del Danubio, para después ir a los 17 años a Independiente de Avellaneda, en Argentina, donde tuvo la dirección del técnico César Luis Menotti.
Cumplida su campaña de adaptación al fútbol internacional en campos gauchos, fue fichado por el Manchester United, en el 2002, del que salió peleado con el flemático técnico Sir Alex Ferguson. Después pasó al Villarreal de España, donde tuvo buen suceso con el respaldo del entrenador Manuel Pellegrini, pero sus máximas conquistas las ha obtenido en el Atlético de Madrid, en el que comparte con el zaguero colombiano Luis Amaranto Perea.
En este Mundial de Sudáfrica-2010, en el que le pidieron que jugara un poco más atrás que el goleador Luis Suárez -expulsado por la mano cometida ante Ghana-, ha sido una de las figuras de su elenco.
El gol estuvo, esta vez, de su lado, con cuatro tantos convertidos, quedando en la memoria del público, ese taponazo que le concretó a Holanda en las semifinales.
Forlán, el domador del Jabulani, el hijo de tigre que será recordado por su educación y sello mundialista.
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