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Autor de El Binomio vive sin fama en Moravia

08 de agosto de 2009
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Escapado de un callejón del morro de Moravia, un ratón recién nacido se cuela por debajo de la puerta marcada con el 171. Don Ramón lo ve pasar por el rabillo del ojo y empuña el bastón pensando tal vez en que el animal es una amenaza para la entrevista que ha esperado por años.

La única que le han hecho en su vida de coplero, a excepción de una fugaz aparición en las páginas de la revista La Ventana de la Comuna 4, en el 2001.

Pero no lo estripa, lo deja pasar por el filo de la pared en dirección a la habitación y, como el que no ha visto nada, tuerce sus pupilas hacia el entrevistador y se presenta: "Ramón Emilio Parra, albañil y compositor. A sus órdenes".

Ahora sí. Cómo es que el autor de una de las canciones más populares del Binomio de Oro de América vive con 22.000 pesos mensuales que obtiene de regalías, pero por otros temas de menor renombre como 'Pescao Guisao', 'La cosa' y 'Se le cayó el palo', que son de las poquitas cumbias y vallenatos registradas a su nombre.

Pero para eso, don Ramón pide que nos ubiquemos a orillas del río Atrato, en Quibdó, en el diciembre de 1971. "Antes de eso yo sólo hacía coplas y una vez en Puerto Valdivia, cuando estaba construyendo la escuela Atanasio Girardot, le regalé una a Óscar Jaramillo. En ese entonces me pagó 1.000 pesos y eso me motivó a seguir escribiendo", dice levantando una y otra vez el bastón y ni rastros del ratoncito.

Entonces cuando corrió la bola de que Rafael Orozco andaba de visita en el Chocó, Ramón se descubrió cotero, lustra botas y obrero, pero no artista. Y se decidió.

"Tengo varias canciones, ¿le interesa alguna?", le preguntó a Orozco. Comenzó pues a tararear sin que se lo pidiera, un son amargo que había titulado 'No pasará lo mismo'. "No me vuelvo a enamorar si ayer me enamoré, fue por primera vez y me pagaron mal", decía.

Por la manera en que canta, don Ramón parece un juglar de esos que abundan en el Caribe, pero que por algún extravío de Dios brotó en tierra chocoana, en el año de 1945.

"Como en 1976 me llama un compañero y me dice, oíste hombe, ¿cómo es que se llama ese tema que le diste al Binomio? Imagínate que lo grabaron. Hombe que no lo grabaron, le decía yo. Que sí lo grabaron, me decía él".

Ramón se armó de argumentos y se fue para la emisora Ecos del Atrato y allá se lo confirmaron.

Tras el conflicto que parecía venirse, este hombre, ahora padre de cuatro hijas matrimoniales y tres de su "época vagamunda", dice que Rafael Orozco negoció la canción por 600.000 pesos. "Era muy buena platica y yo firmé sin problema", recuerda.

Pero cuando Ramón creyó que estaba pisando el trampolín que conduce a las aguas de la fama, apareció una época mendaz de mala suerte que, según él, aún lo persigue.

La primera canción que quiso grabar con Discos Victoria ('La bruja Negra'), no salió al mercado a causa de la bravuconada de otro de los autores del trabajo. "Como se habían demorado tanto, el compañero se desesperó mucho y terminó insultando a la disquera", dice.

Luego resultó que una de sus salsas románticas, la grabaron en Cali sin autorización. La pregunta es, ¿cómo llegó hasta allá? "Era una canción muy perseguida que yo cantaba en las reuniones. Quién sabe cuál fue el bellaco que me hizo esa jugada", refunfuña.

Entonces se dedicó a pulir sus habilidades de albañil, profesión que se acabó el 12 de diciembre del año 2000, a las 2:00 p.m., día en que a Ramón le falló un andamio y cayó de bruces desde un segundo piso.

Al tercer día, el viejo cantor resucitó de entre los enfermos, con fractura de columna, de muñeca y desplazamiento de mandíbula.

Desde eso no trabaja. Asiste cada semana a clases de técnica vocal, pues dice que tiene más de 100 canciones que son apropiadas para su voz. A los 64 años, cojo y algo ronco, reclama: "Necesito un empujón a ver si puedo triunfar un poco".

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