El Papa Francisco se llevará a Roma un sombrero antioqueño, un poncho campesino y un carriel de Jericó. Sin embargo, es posible que nada de eso le recuerde tanto a Medellín como la piedra que le regaló Federico Gutiérrez al llegar al aeropuerto Olaya Herrera para la misa campal.
Es una piedrita convencional, de esas que se encuentran en cualquier calle de cualquier ciudad del mundo. Nadie la talló ni la pintó ni la pulió. Es solo una piedra como cualquier otra y aún así el Sumo Pontífice prometió tenerla siempre en su escritorio. ¿Por qué? ¿Qué es lo que significa?
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Por un amigo cercano al Papa, el alcalde Gutiérrez averiguó que una de las películas favoritas de Jorge Bergoglio es La Estrada, un filme de Federico Fellinique se estrenó en 1954.
Una de las escenas más significativas del largometraje es el diálogo entre un loco que vive en la calle y una mujer joven.
—Tal vez no lo creas, pero todo en esta vida tiene un propósito. Hasta esta piedra —dice el loco.
—¿Cuál? —pregunta la mujer.
—Esta, la que sea -dice el hombre y agarra la primera piedra que encuentra. —Pero incluso esta piedra tiene un propósito.
—¿Cuál es su propósito?
—¿Cómo voy a saberlo? Si lo supiera sería...¿el padre eterno? ¿El que lo sabe todo? Cuando naces, cuando mueres. ¿Quién sabe? No, no sé cuál es el propósito de esta piedra, pero para cualquier cosa debe servir. Porque si esta piedra no tiene un propósito, entonces nada tiene sentido. Ni las estrellas.