Número siete en Pekín, en Londres fue el bronce y en Río la plata. Si Yuri Alvear mantiene ese crecimiento deportivo en el judo, podría ilusionar al país con el oro en Tokio-2020.
Sin embargo, tras su regreso de Brasil, aún no se pronuncia sobre si estará en sus cuartos Juegos Olímpicos, justas a las que llegaría con 34 años de edad.
Su madre, Miriam Orejuela está casi convencida de que su hija sí estará presente, porque nunca ha renunciado a un sueño y mientras tenga la posibilidad de pelear el oro, lo va a hacer.
“Desde que está viviendo en Japón, preparándose, uno la ve con ganas siempre de competir y entregar lo mejor de ella para el país”.
Según la orgullosa madre, Yuri está feliz y radiante por su nueva medalla, pero lógicamente el haber estado tan cerca del oro y no poderlo conseguir, también la afectó.
“Ella es muy perfeccionista, cree que siempre hay lugar para mejorar”.
Efectivamente, en diálogo con Colprensa, Yuri dejó claro su objetivo inmediato.
“Ahora quiero disfrutar mi medalla de plata, disfrutar con mi familia, tomarme un descanso con todas las personas que me estuvieron apoyando”.
También dejó claro que no es el momento de volver a radicarse en Colombia, lo que puede tomarse como una posibilidad de que vuelva a realizar el ciclo olímpico.
“Quiero darle un saludo especial a todos los jamundeños, a mi tierra, donde me dicen que me vaya a vivir allá, pero no puedo por el deporte; sin embargo, en Jamundí me siento muy bien, la gente me conoce y respeta, un saludo a todos ellos”.
Ese cariño lo experimentó esta semana cuando aterrizó en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, a las afueras de Cali. Allí fue aclamada por muchos de sus paisanos, que la acompañaron mientras transitó por distintos lugares del departamento del Valle del Cauca.
Su papá, Arnoby Alvear, cree que ese es el principal motivo de su hija para seguir adelante. “Nada la hace más feliz que enorgullecer a su país y con ese recibimiento de la gente sabe que Colombia le brinda todo el apoyo”.
Arnoby pone en las manos de Dios el futuro de su hija: “mi Dios ha sido muy bueno con todo lo que le ha dado y él será quien la siga guiando en este camino”.
Otra de las cosas que pueden pesar para que finalmente Yuri decida encarar su cuarta olimpiada en Tokio, es que estaría casi de local. Su entrenador es japonés, al igual que su principal patrocinador, la empresa Miki House.
“En Japón he podido realizar muchos de mis entrenamientos, he podido crecer mucho en mi nivel, muy agradecida con la empresa japonesa que me apoya”, dijo la deportista antes de volver a Colombia, donde ha sido hermética con los medios.
Y es que finalmente en tierras orientales podría llegar su consagración dorada. Algo irónico, porque como explican sus padres, ella siempre tuvo una fascinación especial por la gente de ese país. Cuentan que siendo niña le causaba curiosidad ver a muchos japoneses en el Valle del Cauca, algo natural hace 30 años por la migración de orientales a esas tierras.
Hoy, Tokio le ha dado herramientas para triunfar y en 4 años la espera para que sea profeta en su segunda casa.