Son los carros tupidos de racimos de plátano, bultos de naranja, papas o sacos de café. Son los clásicos del campo colombiano, por lo que su nombre era obvio: camperos. Se les conocía también como “mulas mecánicas”, por su laboriosa tarea para las fincas y la fuerza de su motor: su doble tracción los hacía un “todoterreno” que sobrepasaba las escarpadas estribaciones de las montañas colombianas. También se les conoce como jeeps, willys o yipaos.
La temática del 23 Desfile de Autos Clásicos y Antiguos era los camperos –se exhibieron 35 en total–, muchos de ellos referentes colombianos: Land Rover, Toyota Land Cruiser, Jeep, Suzuki, Nissan Patrol. Algunos con placas antiguas (más de 35 años de edad) y otros clásicos (mayores de 50).
(Lea aquí Postales de los Autos Clásicos y Antiguos que rodaron este sábado)
El Desfile fue precedido por 303 carros sobrevivientes, que superaron el trajín del tiempo, o fueron restaurados exitosamente, o porque fueron cuidados y conservados casi intactos, sin una restauración.
Gustavo García, por ejemplo, participó por primera vez en esta edición del Desfile con un Land Rover Santana que adquirió su familia hace un año. Es un 1970, 97 % original. La denominación Santana viene dado porque se fabricaba en una población española de ese nombre.
La particularidad de estos carros es que muchos eran de producción europea, por lo que había que traer repuestos de afuera. José González y su socio, Juan Manuel, participaron con un Land Rover serie 180 modelo 1950 que compraron en Bogotá hace siete años. Es un carro con un motor 1.600, de seis voltios con dinamo (el sistema de funcionamiento eléctrico antiguo), 100 % original. En su caso, la mayoría de los repuestos fueron traídos de Estados Unidos e Inglaterra, uno de los principales productores.
Pero había otras especies, muy populares y queridas por los amantes de cuatro ruedas. Fernando Jiménez, por ejemplo, vino de Bogotá con un Fiat Zastava modelo 77 –también conocidos como “topolinos” o “ratoncitos”–. Su padre se lo regaló en esa época para ir a la universidad, aunque de vez en cuando lo usa en una ocasión especial. “Son carros muy prácticos con capacidad para cinco personas. Hay italianos y checoslovacos”, comenta Jiménez.
Los carros antiguos y clásicos del Desfile contaron sus historias de origen y transportaron a Medellín a una época que se fue.