El vagón arrancó a las 10:00 a.m. con un público ensordecedor que sabía que su misión era no dejar que Santiago Giraldo decayera en el complejo encuentro del grupo uno de la Zona Americana de Copa Davis ante Chile, representado por el talentoso Christian Garín.
La ventaja previa era de 2-1, pero la barrera era un musculoso jugador de 20 años que responde todo lo que le tiran. Y esta cualidad le permitió al chileno mostrar su valía y quebrantar, en un largo tiebreak (12-10), la gallardía local.
Mientras en la cancha Giraldo jugaba a los errores no forzados de su rival, en la tribunas las voces agudas de los niños se mezclaban con los bombos y las cornetas. No se permitía el cuchicheo durante los fallos del local.
En el muro de la cancha, del lado oriental, se paró Juan Sebastián Cabal, integrante del equipo colombiano, y con sus brazos incitaba a alentar a las 1.200 almas presentes en el Country Club Ejecutivos. Sabía que el público ganaba el partido y que Garín se iba impacientando. No obstante, el austral ganó 7-6 y produjo el primer descenso del vagón.
En una estrategia incómoda, pero inteligente, la delegación criolla hizo que el grupo de aficionados más bulliciosos se acomodaran a centímetros de la cancha. Garín comenzó con los gestos de enfado, le reclamaba al juez de silla y se repetía a sí mismo, en voz moderada, el tradicional “concha e’ tu mare” de los chilenos.
Le pegó mal a la pelota, se dejó sacar mentalmente y Giraldo, nada inexperto, le sacó una innumerable cantidad de errores no forzados (6-3).
El tercer episodio comenzó con el protagonismo -cuándo no- de Marcelo “Chino” Ríos, ese tenista chileno que fuese número uno del mundo y que hoy acompaña a la delegación. Pensó que provocando a la afición lograría calmar la distracción, pero solo hizo que el risaraldense se inspirara y repitiera set. Incluso, se mandó cuatro tiros ganadores consecutivos (6-3).
“Colombiano, el Chino es colombiano...”, fue el cántico dedicado al polémico personaje. Un hecho a resaltar es que, cada vez que cambiaba de lado, Giraldo era seguido desde la grada por Cabal, Robert Farah y Alejandro Falla, en quienes se descargaba la rabia cuando algo no salía.