En el deporte –con el debido perdón–, no hay nada más majestuoso que los 100 metros planos del atletismo. En la prueba reina hay mucha tensión. Los ojos del atleta no ven a ningún lado, pero son observados, con atención, por millones de personas. No solo los clisos, sino sus cuerpos atléticos, casi perfectos, con músculos que nisiquiera sabíamos que existían dispuestos a llegar al límite.
No importa tanto cómo se ven los deportistas. Es más relevante lo que hacen. Los gestos, las señas que realizan frente a la cámara son una manera de exteriorizar la tensión que llevan en sus pensamientos. Con expresiones como golpearse los muslos o el pecho con una fuerza tremenda, tratan de amainar la cabeza.
¿Quién es Kishane Thompson?
De cabello siempre trenzado, algunas veces con dreadlocks, unas más con el peinado tradicional, este hombre moreno de brazos fuertes, anchos, que le dan potencia y algo de aerodinámica al correr con sus piernas delgadas, pero tonificadas, es el heredero de un gigante: Usain Bolt.
No porque sea su hijo, sino debido a que al haber nacido, crecido y corrido en Jamaica –en Saint Catherine, ciudad del sur de la isla–, donde el atletismo y los 100 metros son una religión, el deporte nacional por el cual el país se paraliza y todo el mundo da la vida, tiene un peso grande sobre sus hombros.
Sin embargo, cuenta con el carácter suficiente para cargarlo –y superarlo–. No es carismático como Usain, dueño del récord mundial (9.58 segundos desde 2009) y el Olímpico (9.63 segundos desde los Juegos de Londres 2012), quien hacía un show entero antes de correr como un rayo.
El nuevo “hijo del viento” es más serio. Tiene una mentalidad fuerte y concibe cada carrera como una oportunidad para llegar a su destino: batir los récords impuesto por Bolt. Antes del inicio de los 100 metros en los Olímpicos París 2024 apenas interactuó con la cámara. Cuando lo enfocaron se tocó una medalla de oro que llevaba colgada en el cuello e hizo un movimiento parecido al “Siuu” de Cristiano Ronaldo.
Después corrió. Tan rápido, tan parejo con el estadounidense Noah Lyles, energía y carisma puro, que fue necesario un foto finish para definir cuál de los dos cruzó primero la meta. Fue el norteamericano porque puso primero el torso sobre la línea de meta.
Apenas cinco milésimas de segundo le dieron el oro a Lyles, que cruzó con 9.79 segundos la meta, mientras que Thompson, quien mientras esperaba suplicaba que fuera él el ganador, se quedó con la medalla de plata, en sus primeras olimpiadas, apenas cuatro años después de su “explosión” en el atletismo.
En 2019, cuando tenía 18 años, ganó seis competencias de 100 metros en la categoría sub-20 de Jamaica, una de las más competitivas del mundo. Dos años antes, en 2017, corrió la Invitaciones Clarendon Ben Francis sub-17, una carrera de iniciación de ese país. Quedó segundo, con 11.31 segundos.
En 2018 empezó a correr con los sub-20. Eso le ayudó a formarse para que, en 2023, se convirtiera en campeón nacional de su país con 9.91.
¿Cuál es el mejor tiempo de Thompson?
Así se forjó el deportista que, el pasado 27 de junio, en la final de 100 metros planos del Campeonato Nacional de Jamaica, detuviera el cronómetro en 9.75 segundos con lo que, no solo se coronó como rey de la prueba en su país, sino que estableció el mejor tiempo mundial desde 2015, cuando Usaint Bolt logró hacer el recorrido en 9.79.
“Nunca me sorprenderé, porque sé lo capaz que soy. Tengo mucha confianza; incluso si rompo el récord mundial, no me sorprendería porque tengo esa confianza y estoy trabajando para lograr todos mis objetivos y los galardones”, aseguró.
Ahora espera brillar, en la competencia más majestuosa del deporte, en el Mundial de Atletismo en septiembre.