Michael Phelps salió de una piscina olímpica por última vez el sábado pasado habiendo cumplido un sueño de infancia, pero está claro que no se alejará de un deporte que lo convirtió en un hombre de fama mundial.
La carrera deportiva de Phelps terminó así con su vigésima tercera medalla olímpica de oro en la posta 4x100 combinado con el equipo de Estados Unidos, una prueba que le permitió extender su récord como el atleta olímpico más laureado de todos los tiempos. “Todo esto comenzó con un pequeño sueño de un niño (...) que trató de hacer algo que nadie más ha hecho nunca”, dijo Phelps. “Y resultó muy bien”.
Todo podría haber terminado en 2012 para el estadounidense, ahora de 31 años. Después de los Olímpicos de Londres, que había declarado serían sus últimos, Phelps, al igual que muchos atletas en retiro, parecía perdido.
Habló de convertirse en golfista profesional, pero finalmente, a pesar de algunos pasos en falso que lo llevaron incluso a estar en rehabilitación por alcoholismo, disputó sus quintos Juegos.
Y en Río, donde selló un asombroso registro de 28 medallas olímpicas, se le vio feliz. Phelps compartió cada victoria con la multitud y se mostró emocionado cuando pudo estar en las gradas tras una prueba con su novia Nicole y con su pequeño hijo Boomer.
“Al bajar esta noche del autobús hacia la piscina casi me puse a llorar”, dijo Phelps. “Fue el último calentamiento, la última vez que me puse un traje, la última vez que caminaba frente a miles de personas en representación de mi país. Es una locura”, dijo Phelps.
Partiendo un nuevo capítulo tras declarar numerosas veces que no estaría en Tokio 2020, ahora está claro que Phelps se encuentra fuera de la piscina. Es casi seguro que la próxima carrera de Phelps consista en tratar de impulsar el perfil de este deporte.
“Michael puede que no compita más, pero seguirá estando muy involucrado en el deporte”, dijo su compañero de equipo Ryan Murphy