El jugador colombiano del Girona Johan Mojica reconoció que la plantilla rojiblanca afronta el tramo final del campeonato de Segunda División “como si fuera un Mundial” e instó a sus compañeros a “ganar sí o sí cada partido para seguir vivos”.
El amo del carril izquierdo del equipo gerundense calificó los once partidos “como una oportunidad muy grande de conseguir algo nuevamente histórico” y recordó el ascenso de 2017, cuando el club ascendió por primera vez a la máxima categoría del balompié español.
“Fue algo inolvidable, un logro que a todos nos acompañará siempre y que nos dio muchísima felicidad. Ahora queremos volverlo a vivir”, subrayó Mojica.
El cuadro de Josep Lluís Martí, que volverá a los terrenos de juego el próximo sábado contra la Unión Deportiva Las Palmas, de la zona baja de la tabla, ocupa el quinto puesto de LaLiga SmartBank, a ocho puntos de los puestos de ascenso directo.
No obstante, el carrilero del Girona no renuncia a alcanzar al Cádiz o al Zaragoza: “Estamos mentalizados para lograrlo. Y si tiene que ser a través del ‘play-off’ de ascenso, bienvenido sea también”.
Mojica dijo que después del parón obligado por el coronavirus el Girona ha regresado a los entrenamientos “renovado mentalmente, con fuerzas, ilusiones nuevas y con mucho hambre”.
El carrilero izquierdo de 27 años, que esta temporada ya ha disputado 25 partidos y que suma 68 encuentros con la elástica del Girona, también argumentó que, “jugando cada tres días, tener dos alineaciones completas, con dos jugadores por posición, puede ser una ayuda bastante importante”.
En el plano individual, el futbolista que militó en el Deportivo Cali, Rayo Vallecano y Valladolid, y que el curso pasado se vio alejado de los terrenos de juego por una grave lesión de rodilla, agregó que no es fácil retornar a la máxima competición.
En relación con la situación propiciada por el coronavirus, el internacional de la Selección Colombia reconoció que “echaba mucho de menos el balón y el césped”.
Mojica explicó que el parón por el coronavirus “ha sido una oportunidad única para conectar con uno mismo” y alimentar la “parte espiritual” del deportista.