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La película colombiana que conmovió a Rusia con una historia de amor, dolor y gasolina

Una joven pareja recorre el desierto guajiro en un carro caluroso, cargando con un amor en fuga, un secreto difícil de ocultar y bidones de gasolina. Así comienza Semilla del desierto, la ópera prima de Sebastián Parra, que acaba de ganar la Taiga de Plata en un festival de cine en Rusia y que se estrenará en Colombia el próximo 10 de abril.

  • En Semilla del desierto, dos jóvenes cruzan el árido paisaje guajiro mientras enfrentan el peso del amor, la violencia y la supervivencia. FOTO cortesía
    En Semilla del desierto, dos jóvenes cruzan el árido paisaje guajiro mientras enfrentan el peso del amor, la violencia y la supervivencia. FOTO cortesía
  • Escena de Semilla del desierto. FOTO cortesía
    Escena de Semilla del desierto. FOTO cortesía
  • Escena de Semilla del desierto. FOTO cortesía
    Escena de Semilla del desierto. FOTO cortesía
  • Así se grabó Semilla del desierto. FOTO cortesía
    Así se grabó Semilla del desierto. FOTO cortesía
  • Detrás de cámaras de Semilla del desierto. FOTO cortesía
    Detrás de cámaras de Semilla del desierto. FOTO cortesía
24 de marzo de 2025
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En la pantalla se ve cómo el viento sopla con violencia, levantando nubes de polvo rojizo que se pegan al sudor, mientras Caviche y Chelina viajan dentro de un carro caluroso, con las ventanas cerradas y un silencio que grita más que cualquier palabra. Van por la ruta del infierno, cruzando el desierto guajiro, entre galones de gasolina. En sus rostros hay miedo, pero también una fuerza que no se dice, que apenas se intuye entre las miradas largas que se cruzan cuando nadie más los ve. Lo que llevan adentro —una rabia contenida, un amor que resiste, una vida que aún no existe— se mezcla con la aridez del camino.

En contexto: Película colombiana Semilla del desierto gana prestigioso premio en Rusia

En ese universo sin inocencia se mueve Semilla del desierto, la ópera prima del director colombiano Sebastián Parra que ganó la Taiga de Plata en el Spirit of Fire International Film Festival de Rusia, y que se estrenará en Colombia el próximo 10 de abril. Hablamos con él.

Sebastián, Semilla del desierto recibió la Taiga de Plata en el Spirit of Fire International Film Festival, en Rusia. ¿Qué representa este reconocimiento para el cine de autor colombiano en la escena internacional?

“Esa pregunta toca también cómo somos percibidos como latinoamericanos desde otras perspectivas, como la europea. Este tipo de premios demuestran que nuestras formas de contar historias, aunque diversas y alejadas de las corrientes más populares, son bien recibidas por públicos que valoran lenguajes cinematográficos distintos. Ha sido un espaldarazo importante para seguir haciendo cine de autor”.

Escena de <i>Semilla del desierto</i>. FOTO cortesía
Escena de Semilla del desierto. FOTO cortesía

El festival valora propuestas alejadas de las corrientes convencionales. ¿Cómo describiría el estilo y la identidad de Semilla del desierto?

“Esta película nace de una recopilación de vivencias propias, familiares y de amigos cercanos. Quise hablar de un universo donde no hay inocencia, construido a partir de recuerdos de infancia. Esto generó un lenguaje particular basado en el plano secuencia, es decir, escenas sin cortes que permiten que las acciones fluyan de forma continua. También decidimos trabajar con actores no profesionales, habitantes de La Guajira que comparten los conflictos y traumas de los personajes. Esa cercanía con la historia les permitió hablar desde su propio dolor, algo que yo también comparto como autor”.

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¿Cuáles fueron los principales desafíos al realizar una película con una visión tan particular y alejada de los formatos comerciales?

“El primer gran reto fue la financiación. Tuvimos la fortuna de contar con el estímulo integral del FDC y con el apoyo de inversión privada, tanto nacional como extranjera. Conseguir recursos y personas que creyeran en esta propuesta fue clave. El segundo desafío fue estructural: reunir un equipo que se conectara filosófica y emocionalmente con la película. Al final, logramos construir un equipo comprometido que entendía lo que queríamos contar”.

¿Qué tipo de público ha conectado más con la película y a qué atribuye esa conexión?

“Tuvimos estrenos internacionales en festivales como Black Nights en Estonia y Spirit of Fire en Rusia, donde la recepción fue muy cálida. El público agradeció haber podido ver una historia local, con un universo tan particular. A pesar de la distancia cultural y geográfica, muchos jóvenes se sintieron identificados, lo cual muestra que los temas que aborda la película no son solo latinoamericanos, sino universales. Ese es uno de los grandes poderes del cine: contar historias que trascienden fronteras”.

Escena de <i>Semilla del desierto</i>. FOTO cortesía
Escena de Semilla del desierto. FOTO cortesía

¿Hubo algún comentario del público ruso que le hiciera ver su película desde otra perspectiva?

“Sí. Muchos preguntaron en qué otras películas habían actuado nuestros protagonistas. Al enterarse de que eran actores no profesionales, se sorprendieron profundamente. Valoraron que esa decisión fuera arriesgada, pero también destacaron que en pantalla no se notaba actuación, sino presencia auténtica. Dijeron que los personajes no estaban actuando, sino siendo. Además, varios comentaron que, a pesar del clima gélido del festival, la película les transmitió una sensación de calidez física, como si les hubieran subido el termostato. Fue muy especial escuchar eso”.

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La película logra transmitir una sensación térmica intensa. ¿Cómo trabajaron la dirección de arte, la fotografía y el sonido para generar esa sensación emocional?

“Todo fue un trabajo en equipo. Queríamos mostrar un lugar sin inocencia, donde la aridez y la erosión están en todo: en las casas, los vestuarios, el viento, el sudor. Usamos texturas oxidadas y escenas que permiten sentir el calor, el viento que raspa y zumba en el oído. La cámara se convierte en un tercer pasajero, acompañando a los personajes en su viaje por ese carro caluroso y lleno de gasolina. Ese fue uno de los conceptos claves de la película”.

Así se grabó <i>Semilla del desierto</i>. FOTO cortesía
Así se grabó Semilla del desierto. FOTO cortesía

El paisaje cumple un papel simbólico importante. ¿Cómo lo abordaron durante la filmación?

“El paisaje fue prácticamente un personaje más. Tuvimos condiciones muy favorables: casi no llovió y el viento sonaba justo como queríamos. Fue como si el entorno entendiera que estábamos construyendo un universo con base en él. Todo ese calor, esa sensación de sudor sobre sudor, no fue solo una metáfora, sino algo que el propio territorio nos ofreció para contar esta historia”.

La película también es una historia de resistencia y decisiones difíciles. ¿Cómo trabajó la evolución emocional de los personajes con los actores?

“Muchos eventos de la película están inspirados en hechos reales, míos o de personas cercanas. Los actores vivieron experiencias similares a las de sus personajes, lo que permitió una conexión profunda. Trabajamos con un guion cercano al definitivo, pero abierto a ajustes según las particularidades de cada actor. Eso facilitó que cada uno interpretara desde su propia esencia”.

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¿Cómo cree que este reconocimiento en Rusia puede influir en la recepción de la película en Colombia y en su distribución internacional?

“Es un voto de confianza. Demuestra que nuestras historias locales tienen espacio en escenarios internacionales. También sirve como motivación para que en Colombia se vea más cine nacional. Hacer cine independiente en el país es difícil, por eso es fundamental que las películas sean vistas. Premios como este ayudan a abrir caminos”.

Detrás de cámaras de <i>Semilla del desierto</i>. FOTO cortesía
Detrás de cámaras de Semilla del desierto. FOTO cortesía

La película se estrenará en Colombia el 10 de abril, en el marco del mes del cine colombiano. ¿Qué expectativas tiene frente al público local?

“Uno siempre quiere que las películas lleguen al mayor número de personas. Ver cine colombiano es fundamental para que estímulos como los del FDC sigan existiendo. Además, creamos una campaña con TuBoleta para que adolescentes mayores de 15 años puedan ver la película de forma gratuita. A través de Plasmacierto.com y Sonar Cinema se puede encontrar más información. Queremos que los jóvenes se vean representados en pantalla y que esta conversación continúe más allá del estreno”.

Cine para todos

Como parte de la estrategia para ampliar el alcance de Semilla del desierto, el equipo de la película lanzó una campaña de donaciones en alianza con TuBoleta.

Esta iniciativa busca llevar la película a adolescentes mayores de 15 años de La Guajira, quienes podrán vivir la experiencia en salas de cine a partir del 10 de abril, fecha de su estreno nacional.

Las personas interesadas en apoyar esta causa pueden hacer una donación económica a través del sitio web oficial. A cambio, recibirán por correo obsequios exclusivos relacionados con la película.

Toda la información está disponible en www.semilladeldesierto.com y en la plataforma tuboleta.com.

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