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Los pitos sonaron por un motivo: una virgen que acompaña

La del Carmen paseó en los carros de los conductores, como es tradición. Por estas razones celebran.

  • La tradición de encomendarse a la Virgen del Carmen inició en un viaje de Israel a España y, luego, después de expandirse en el país ibérico, llegó a Colombia. FOTO Santiago Mesa
    La tradición de encomendarse a la Virgen del Carmen inició en un viaje de Israel a España y, luego, después de expandirse en el país ibérico, llegó a Colombia. FOTO Santiago Mesa
17 de julio de 2019
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El estruendo que provocaron los pitos fue tanto que obligó a muchos a salir a sus ventanas o balcones a ver qué era lo que sucedía. Desde Las Palmas se escuchó la procesión cuando iba por la Avenida Oriental. Los que recordaban que era 16 de julio entendieron el motivo: era el Día de la Virgen del Carmen, conocida como la advocación de los transportadores.

En Medellín es difícil no saber de esta fecha en la que en buses y taxis se ven cintas templadas de un extremo a otro, de color marrón y blanco, con uno que otro moño y, por supuesto, la imagen de la virgen.

Un escapulario

El teólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana, Camilo Galvis, explica que la mayor cantidad de tradiciones religiosas que hay en el país fueron heredadas de los españoles, quienes las transmitieron en la época de la colonización.

Esta devoción data, asegura él, desde el siglo XIII y surge con San Simón Stock, un hombre de la orden del Carmelo a a quien se le apareció esta virgen para entregarle un escapulario, un tipo de delantal por delante y por detrás, que quedó reducido para los laicos en dos pedazos de tela.

Hoy hay replicas de los tradicionales escapularios que se cuelgan en taxis y buses, no tanto con telas como con tiras. Algunos también pegan stickers del escapulario en el bómper trasero de los carros, para que los guíe, y también para que los proteja.

Cuando el desfile pasa por el Monasterio San José, las monjas les echan la bendición. Otros son cortados, es una tradición, y a cambio les dan uno nuevo. Eso cuenta Fray Darwin Castro, de la Orden de los Carmelitos Descalzos. Se hace como símbolo de las tres promesas que tiene el escapulario: el amor y la protección de María, la pertenencia a María por completo y la sumisión a Cristo Jesús.

De Israel a España

El Fraile cuenta que cuando los ermitaños del Monte Carmelo, donde está la ciudad de Haifa, en Israel, salieron huyendo a España, se consagraron a la madre de Dios. Desde ese momento esa figura empezó a tener la connotación de estrella de mar, que es la que guía a un lugar seguro. De esa forma, en España comenzaron a ser reconocidos como los ermitaños de la estrella. Es la razón, añade el fraile, por la que los transportadores se acogen a esta advocación.

La creencia tomó fuerza en Europa y en España, asegura Galvis. Se volvió patrona de del transporte fluvial y, en general, de los transportadores, excepto de los pilotos, que tienen a la Virgen de Loreto.

Desfile en Medellín y ruta

La tradición llegó al país con las carmelitas descalzas que vinieron a Medellín al convento Monasterio San José–La Mansión, narra Castro. La misma Orden arribó a Villa de Leiva, hace un poco más de 100 años.

Allá los transportadores acompañaron la procesión de la Virgen y ese, dice él, fue un primer inicio. Dos municipios de Antioquia, Sonsón y Frontino, recibieron a los Carmelitas (masculinos).

En el primer territorio en 1914, los transportadores acompañaron la procesión de la Virgen. En Medellín la tradición se recibió desde esos municipios, cuando los administradores de las Parroquias de Sonsón y Frontino visitaron el Seminario Carmelitano Monticello con los formandos y luego fueron a Manrique, a la parroquia de El Señor de las Misericordias, donde acompañaron a las monjas de La Mansión.

Por eso los transportadores desfilan desde la iglesia de Manrique hasta el convento, y luego van hasta la Avenida Oriental, detalla el Fraile.

Tradición que perdura

Para Galvis los colombianos son muy festivos, “nuestro contexto cultural está muy guiado por la espiritualidad y a un deseo de trascendencia. Siempre busca satisfacerse con lo material con auxilios sobrenaturales, y la Virgen como madre da asistencia, porque está pendiente de su hijo. Es motivo de compañía y de solidaridad”.

En el país, la advocación tiene sus miles de devotos, no hay que ser transportador para encomendarse a ella. Diomedes Díaz fue uno, le dedicó diferentes versos en sus canciones, uno de ellos dice así. Tal vez lo leerá cantando: “El 16 de julio es la fiesta, de la Virgen del Carmen”.

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