Los Perros Criollos son un fenómeno, no hay duda. El primer capítulo del show se estrenó hace un año y medio apenas, el 27 de julio de 2022, y desde entonces han girado por el país y por el mundo llenando teatros. El formato es muy sencillo, tres amigos –Lokillo, JP y Julián– cuentan lo que les pasa. Parece que lo pudiera hacer cualquiera, pero no. El chiste está en la transformación: lo que en la vida fue angustia, en el escenario se vuelve comedia.
— ¿Qué es lo criollo?
—Lo que nosotros denominamos criollismo es un fenómeno idéntico en toda Latinoamérica. En nuestros países discriminados políticamente y empobrecidos estatalmente nos hacen vivir unas necesidades tan particulares que afloran unas soluciones que son criollas, dice Julián.
—Es el ingenio que surge en circunstancias adversas...
—Analiza lo más chistoso que pasa por Perros Criollos, y en esencia es usted enfrentarse a situaciones que no pudo pilotear por ser criollo, dice Julián.
—Exacto, porque no solo es empobrecimiento de plata sino también de información, de educación, dice Juan Pablo.
— Eso es lo que lo vuelve a uno criollo, resolver las necesidades con lo poco que tiene. Pero nosotros nunca lo hemos dicho lamentándolo o pidiendo que se apiaden de nosotros. Lo decimos orgullosos, eso somos. Y el que con eso nos quiera alejar, aléjennos.
Esa es la gracia de los Perros Criollos, que ha permitido que tantas personas dentro y fuera del país se reconcilien con ese criollismo, con esa identidad tradicionalmente negada y ridiculizada. No se trata de querer ser como ellos, sino saber que ya se es. Que eso que ellos son, ya lo somos.
Y lo hacen de una manera absolutamente efectiva, pues eso se traduce en la cercanía y la participación del público en los shows. Así, no solo rompen barreras, sino que invierten la jerarquía. La relación entre el público y los artistas ya no es tanta ni es vertical. Nadie está por encima de nadie. De eso se trata el paso de los medios y los canales tradicionales de televisión a los canales propios en plataformas como YouTube, de transformar la relación entre los que están delante y detrás de la pantalla.
Por eso los Perros llenaron dos veces la Macarena este año, por eso las boletas para las dos fechas se agotaron en menos de 24 horas, por eso, también, para semejante hazaña no necesitaron de los medios tradicionales. En el cambio de canal, de formato, el chiste es otro.
—¿Cómo se hace el humor?
—El humor es sentido de la observación. Obviamente también están las exageraciones, las comparaciones, la imaginación, pero es sobre todo observación. Usted se ríe y dice, eh, si, yo como no había pensado en eso, dice JP.
Entérese: Puerto Candelaria estrena documental: ”La sociedad de la cumbia”
—¿Cómo se construye el de ustedes?
—Generalmente estamos contando historias de algo que nos pasó hace ocho días, en un viaje. Es muy espontáneo, nosotros somos en el escenario lo que somos abajo. Juli dice que nuestro trabajo es vivir cosas para después contarlas, dice JP
—El principio es la honestidad...
—Perros Criollos, de alguna manera, también tiene una intención rebelde porque los tres compartimos esa lógica de no querer estrategias. Las despreciamos. No nos gustan, nos parecen mentirosas y manipuladoras y la gente está sintiendo en eso una postura bacana, que disfrutan y es como estos manes no nos están engañando, están siendo ellos, dice Julián.
Pero detrás de todo eso está la amistad. Es evidente. Todo empezó por JP, que conoció a Lokillo hace muchos años. Era su héroe, su ídolo en la trova y se lo dijo. Lokillo lo apadrinó, le enseñó lo que sabía de la trova, del humor, de la vida.
Después JP conoció a Gambeta, de Alcolirykoz, en un evento de improvisación donde competían raperos contra trovadores, y por Gambeta conoció a Julián. JP se los presentó a Lokillo y ahí empezó todo.
Antes de trabajo fue amistad y la amistad se construye por afinidad, por compartir convicciones, ideas sobre la vida y el mundo, pero se estructura a partir de la honestidad. De eso se trata Perros Criollos, esa es la gracia.