Juan ha convertido más de 100 páginas de EL COLOMBIANO en obras de arte

Con técnicas mixtas, el artista Juan Herrera Soto le da nuevo sentido a las páginas de este diario.

Juan Herrera Soto convierte las páginas de EL COLOMBIANO en obras de arte. FOTO Edwin Bustamante
Las imágenes de Herrera envían mensajes sobre la realidad y al mismo tiempo hacen reflexionar. FOTO Edwin Bustamante
Esta es una de las 100 obras del artista Juan Herrera Soto. FOTO Edwin Bustamante

Pocas son las fotos que toma el artista Juan Herrera Soto cuando viaja, prefiere dibujar. Dice que es una manera de no olvidar dónde estuvo. En sus libretas hay bocetos de la Torre Eiffel en París, de paisajes en el norte de Antioquia, de personas que le pasan por el lado, de todo lo que ve. Son álbumes de recuerdos hechos con sus manos.

Desde hace dos años, en pleno confinamiento por la pandemia y encerrado en su finca en San Pedro de los Milagros, Juan pasó de pintar obras de arte expresionista (color y dinamismo) y con técnicas digitales para intervenir las páginas del periódico ELCOLOMBIANO: lleva casi 100.

El proceso es así: revisa el periódico desde la portada hasta la contraportada y separa lo que le interesa (titulares de las noticias o imágenes) para luego mezclar fotos que no tengan nada que ver una con la otra. El resultado es una nueva composición en la que aplica técnicas mixtas que incluyen carboncillo, óleo, dibujo, lápiz, collage. En todas se conserva algo: una frase que por lo general es el titular de la página que eligió y con la que manda un mensaje poderoso.

Las imágenes de Herrera envían mensajes sobre la realidad y al mismo tiempo hacen reflexionar. FOTO Edwin Bustamante

Su concepto tiene una carga social muy alta y se convierten en dedos que señalan situaciones a todos los niveles: desde la economía y la política hasta la cultura.

“Vivo en un contexto sociocultural que no puedo ser ajeno a ello, no puedo ponerme a pintar flores y frutas cuando hay gente en la calle que no puede comer, eso me duele; no puedo ser ajeno a la guerra ni al cuidado de la salud mental”, dice Herrera, diseñador gráfico de profesión y profesor en la UPB.

Esos son los temas que toca en sus obras. No le interesa desde la estética generar un placer sensible, porque su prioridad no es la belleza, sino más bien que cuando las pega en los muros de la ciudad se deterioren, se pierdan, se conviertan en algo más del paisaje urbano y del ruido visual. Sí busca que de alguna forma cuestionen a las personas que pasan y se detienen a ver.

Son imágenes que encuentran vida al unirse a otras. Por ejemplo, hay una en la que rescató el titular “Rusia desangra a Ucrania” y le agregó encima la palabra SOS y abajo le pintó lo que parece ser una mujer desolada; en otra está el presidente de Chile, Gabriel Boric, junto a la curva de una vía que gira hacia la izquierda y con la frase que dice “Chile da un giro hacia la izquierda”; en otra que llamó La frontera resaltó el titular “50 niños cruzaron solos el Darién” y está la foto de medio cuerpo de la mujer que lleva un bebé en los brazos, la completó con la técnica de dibujo (las piernas) y le pintó lo que parece ser un mar oscuro. “Se presta para interpretaciones personales de quien esté mirando la obra”.

Esta es una de las 100 obras del artista Juan Herrera Soto. FOTO Edwin Bustamante

El orden y el caos

Siempre que pinta, Juan lo hace escuchando música barroca, eso ya se le convirtió en su maña. Su taller mide cuatro metros por tres, es organizado y limpio. Ahí pinta el desorden de la vida, lo humano, lo cotidiano, el caos.

Para él, todo esto es un ejercicio para hacer memoria: mostrar lo que representaron los protagonistas de sus obras para la sociedad en su momento. ¿Se acuerda cuando la quebrada Santa Elena se desbordó y levantó las tapas de las alcantarillas?

“Hay unos resortes de la memoria que están vinculados a objetos y el periódico es un objeto que se me presta, me permite jugar con las cajas de texto que visualmente hablando son muy interesantes”, explica Herrera.

Las obras de este artista de 66 años son una muestra de lo efímero: imprime copias, las pega en los muros de la ciudad y con el tiempo ellas logran otro sentido más: el Sol y la lluvia les dan una nueva forma, las deterioran. Para él ese ruido urbano que se genera es en el fondo la belleza que le interesa porque no habla, sino que por el contrario grita.

Las obras de Herrera llegaron hasta Jericó

“En la obra que Juan Herrera presenta en el museo Maja de Jericó (hasta el 28 de mayo) el ruido es visible. Sin embargo no se trata del ruido que reconocemos al escucharlo y nos acosa en permanencia. Se trata del ruido que con su presencia y continuidad diluye la memoria, la aleja, la obliga a pasar a segundo o tercer plano, al tiempo que nuevos ruidos, provocados por la multitud de imágenes, de mensajes, de noticias ciertas o falsas en redes sociales, en la televisión o en la prensa impresa, toman el lugar de lo pregonado un día y al siguiente lo diluyen hasta el olvido. Es entonces cuando la memoria pasa a segundo plano (...) En toda lógica la contraparte del ruido es el silencio. Sin embargo, el ruido puesto en evidencia confunde y manifiesta la fragilidad de su opuesto: la memoria. La obra de Herrera se observa en silencio, quizá, entonces, sea posible escuchar el ruido que deja la memoria al diluirse en la continuidad de los tiempos actuales”, dice el curador Saúl Álvarez Lara.