Despedirse no es fácil y menos cuando se sabe que es una partida definitiva. José Luis Perales anunció desde 2020 que le decía adiós a los escenarios, a los conciertos, a las giras y al público en vivo.
Esta separación con sus seguidores se ha llevado más tiempo del que él esperaba. Llegó una pandemia y eso obligó a replantear fechas, reorganizar el cronograma y aguardar. Quizá un retraso del destino para que, con la noticia ya dada, el tiempo ayudara a sanar esa melancolía que traen las despedidas.
El de la noche del viernes fue el concierto en el que Perales, con serenidad y calma, le dijo adiós a sus fanáticos en Medellín, esos que lo han seguido desde que en 1973 inició una carrera como compositor.
Vestido de negro y con camisa azul, el cantautor español entró al escenario, sin afán, a las 8:17 de la noche. En el centro del escenario había para él una silla y el micrófono, el público lo ovacionó y él se puso las manos en el pecho en señal de agradecimiento. Comenzó la música y la canción Balada para una bienvenida.
“Bienvenidos a una noche de música y encuentro, un encuentro que se ha hecho de rogar, pero ya estamos aquí, gracias Medellín”, fueron sus primeras palabras.
Los asistentes al Teatro de la Universidad de Medellín aplaudían a rabiar, “Perales te amo”, le gritaban de todas las localidades. La mayoría de público creció con su música, corearon sus canciones de principio a fin. No era fácil resumir cinco décadas de éxitos en un repertorio.
El español escogió esas melodías que movieron su vida. Confesó que él no quería ser cantante: “Hace muchos años yo estaba escribiendo canciones por puro deleite para mí, mi vocación por la música era enfermiza desde niño. Escribir canciones porque simplemente me gustaba escribir, sin más, pero un día pensé: ‘Si hubiera algún cantante importante que quisiera cantar una canción mía, esos que tienen tan grandes voces’, y ese día llegó con un gran grupo de voces como fue Mocedades”. Le llamaban loca fue esa canción y también la cantó en este show.
También detalló cómo en su carrera de compositor solo hizo un trabajo a cuatro manos “por primera y única vez”, dijo. Siempre ha escrito solo, con una guitarra y ya, se arriesgó esa vez a componer con otra persona, con Miguel Bosé y de ese intento salió el éxito Creo en ti, que cantó con un coro entusiasta: los asistentes al teatro.
Hubo tiempo para que la banda que lo acompañaba descansara un poco y llegó la guitarra para él y para interpretar una canción que hizo para Raphael, Frente al espejo. Antes de cantarla advirtió que lo haría solo con la guitarra, “y no soy Paco de Lucía lo advierto, pero así nacen mis canciones”, dijo.
Además de tantos temas que ha escrito para otros artistas, Perales interpretó esos éxitos suyos que han sonado en la radio por tantos años: Quisiera decir tu nombre, Y te vas, Qué pasara mañana y la que reveló es su canción más querida, Que canten los niños.
Antes de irse le relató al público el porqué decía adiós: “Regresaré a casa, a tantas cosas, a escribir música, nuevas canciones. Me siento bien y lo necesito también, la calma, el contacto con mis nietos y todo lo que supone la familia a la que amo tanto”, ahí con voz entrecortada hizo una pausa.
La ovación del público no se hizo esperar, a lo que Perales replicó: “No os vais a librar tan fácil de mí. Como os digo, si no hay conciertos sí habrá nuevas canciones para que de alguna manera sigáis escuchándome”.
Balada para una despedida marcó el final del concierto, pero faltaba su canción más exitosa, ¿Y cómo es él?, por lo que los cánticos de “otra, otra, otra”, se hicieron ruidosos e intensos.
Perales salió de nuevo, esta vez corrió al centro del escenario para cantar El velero, ¿Y cómo es él?, Te quiero y Me iré calladamente. La ovación de pie, los aplausos a rabiar, era la última vez que el público lo vería en vivo. Casi dos horas de un concierto para recordar.
Fue el adiós del público de Medellín. José Luis Perales no volverá a pisar los escenarios de esta ciudad. Ojos aguados en más de uno de los asistentes, manos en el corazón y la cabeza agachada en Perales, decir adiós nunca ha sido fácil.
