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Hasta hace unos años era impensable traer a Medellín artistas de la talla de Madonna, Beyoncé o Guns N’ Roses. Si acaso había que ir a Bogotá para un gran concierto. Pero en los últimos seis años una ley brindó mejores condiciones para que empresarios trayeran estas grandes figuras del espectáculo a la ciudad.
Se trata de la Ley 1493 de 2011, mejor conocida como la Ley de Espectáculo Público (LEP), que propone una serie de beneficios tributarios para realizadores de eventos públicos, principalmente conciertos, y una contribución parafiscal que se invierte en infraestructura de las artes representativas (principalmente teatros de pequeño formato).
La LEP quita la carga excesiva que tenía el sector del espectáculo público (música, teatro, danza, circo y derivados). Antes de la Ley un artista internacional tenía que pagar todos los IVA y, adicionalmente, el 33% sobre los honorarios. Como indicó la semana pasada la ministra de Cultura, Mariana Garcés, en el foro Auge y desarrollo de los espectáculos públicos en Colombia, “eso significó que durante muchos años el país no estuviera en el recorrido de los artistas internacionales; pasaban de México hasta Brasil o Argentina y se saltaban a Colombia”.
Esta Ley trae una serie de beneficios tributarios. Eliminó el IVA a todos los servicios conexos a un espectáculo público (alquiler de sonido, maquillaje, iluminación, etc), redujo el impuesto de renta del 33% al 8% (a un artista hay que pagarle mucho menos) y disminuyó los trámites de 24 a 4.
Facilitó, a su vez, el préstamo de parques y escenarios deportivos para este tipo de espectáculos. “Antes de la LEP muchos alcaldes no prestaban los estadios porque tenían miedo de que si se deterioraban estuvieran investigados por la Procuraduría o la Contraloría por detrimento patrimonial”, comenta Gabriel Arjona, asesor de la Dirección de Artes del Ministerio.
Como es natural, eliminar impuestos implicó buscar recursos en otro lado. Así fue que se tomó directamente de toda boleta mayor a 3 UVT ($99.468) una contribución parafiscal, es decir, cualquier boleta que esté por encima de ese precio paga un impuesto del 10%. La boleta VIP para el concierto de Shakira en noviembre de 2018 cuesta $400.000; con la contribución quedaría en $440.000.
Este mecanismo hizo que, en casi 7 años de aplicación de la LEP, se recogieran más de 104 mil millones de pesos que se han redistribuido en infraestructura para espectáculos públicos, como teatros públicos o privados, circos, casas culturales, entre otros.
Existe un antecedente similar, la Ley de Cine, que fortaleció el cine colombiano gracias al apoyo que recibía ese sector a partir del impuesto a la boletería. Entre agosto de 2003 y diciembre de 2016, el Fondo de Desarrollo Cinematográfico recaudó $175.012 millones que fortalecieron enormemente la cadena de producción, distribución y otros subsectores.
No es de extrañar que esta Ley sea recibida con beneplácito, dadas las buenas cifras de recolección.
En los seis años de aplicación de la LEP se han beneficiado 127 escenarios, se han registrado más de 2.600 productores, 22 operadores de boletería y casi 13.000 eventos. Antioquia es el segundo departamento que más recauda, como el que más se beneficia, particularmente Medellín.
A pesar de que la Ley 1493 se propone el fortalecimiento de las artes escénicas, a lo largo de estos seis años y medio se han presentado algunas dificultades y desafíos.
Uno de ellos es que se han presentado casos de evasión fiscal y, por tanto, la contribución parafiscal no ha sido la esperada. Según el Ministerio de Cultura, algunos productores han desarrollado mecanismos y modalidades para evadir el pago del tributo, lo cual es objeto de constante control y seguimiento por parte del Ministerio y la Dian.
Alejandro Bermeo, gerente financiero del Breakfest, indica que aunque la Ley es buena y los beneficia, en cuanto a infraestructura de eventos está mal diseñada. Comenta que no es justo que el 90% de los recursos obtenidos vayan para pequeños teatros y no para construir o adecuar escenarios propicios para espectáculos públicos. “Sería mucho mejor aplicarlo en escenarios nuevos y adecuados para este tipo de eventos”, dice.
Iván Zapata Ríos, director del Teatro Popular de Medellín y miembro del comité en representación de los teatros de la LEP, indica que uno de los puntos negros de la Ley es que no ha sido la más incluyente. “Solamente las ciudades capitales se están beneficiando de la Ley; las ciudades intermedias no tienen posibilidad de beneficiarse”.
En efecto, por poner un caso, en Antioquia solo 10 de sus 123 municipios recibirán presupuesto para infraestructura. Como afirma Jaiver Jurado, director de Medellín en Escena, asociación teatral de la ciudad, una entidad como la Corporación Cultura Camaleón de Urabá, con 20 años de ejercicio, “no puede acceder a los beneficios de la Ley, ni a dotación ni a compra, a pesar de que le toca trabajar con las uñas”, comenta.
A pesar de este claroscuro, todos los implicados coinciden en algo: la Ley ha sido muy útil. Dinamizó mucho el mercado de las artes escénicas y representativas en el país. Poder tener The Rolling Stones, Madonna, Paul McCartney, Radiohead, Metallica, no es imposible.
A su vez, Medellín también seguirá recibiendo artistas de primer nivel, eso sí siempre que haya público que consuma (no olvidar el concierto cancelado de McCartney). Las gabelas son de parte y parte para un gran beneficiario: el espectador.
mil millones de pesos se
han recaudado para infraestructura cultural.