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Jaime Jaramillo Escobar, un año sin el poeta de la ofensa

Hace un año se fue el poeta, a los 90 años. El Teatro Matacandelas estrena una obra en homenaje al autor de Los poemas de la ofensa.

  • Considerado una de las voces mayores de la poesía antioqueña del siglo XX, hace un año murió Jaime Jaramillo Escobar. Publicó poemas, antologías de ensayos y numerosas reseñas bibliográficas. FOTO Juan Antonio Sánchez
    Considerado una de las voces mayores de la poesía antioqueña del siglo XX, hace un año murió Jaime Jaramillo Escobar. Publicó poemas, antologías de ensayos y numerosas reseñas bibliográficas. FOTO Juan Antonio Sánchez
10 de septiembre de 2022
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En 1966, Gonzalo Arango —el escritor de Andes que inventó el nadaísmo— definió a Jaime Jaramillo Escobar: por su soledad, lo comparó con un ombligo. En esas fechas no lo llamó por su nombre de pila, utilizó el seudónimo que le dio fama al poeta nacido en Pueblorrico: X-504. El texto se publicó en la revista Cromos y le mostró al país a un autor que al año siguiente ganaría el premio de poesía Cassius Clay con un libro tremendo: Los poemas de la ofensa.

Ese conjunto de versos —escrito con la fuerza de los versículos bíblicos— significó una ruptura con los asuntos y las formas de la lírica nacional. La obra abre con un epígrafe que marca un rumbo, el de un misticismo risueño, el de una exploración estética que no se limita a ser una broma —como asumieron los nadaístas el ejercicio de la escritura—, pero tampoco se despeña por los precipios de la solemnidad.

Ese equilibrio está presente en todos los poemas, los impregna de principio a fin. Por ejemplo, el de apertura es una invocación a Nzamé, el dios supremo de una tribu africana. “Dame una palabra antigua para ir a Angbala,/ con mi atado de ideas sobre la cabeza./ Quiero echarlas a ahogar al agua”. Con los años, la crítica académica consideró el libro como la mejor muestra de poesía de una generación que quiso cambiar las costumbres de Antioquia, pero que a la postre recaló en las nóminas de los grandes medios noticiosos de Bogotá y en las oficinas de las agencias de publicidad.

Jaime murió en Medellín el 10 de septiembre de 2021, tras un largo periodo a cargo de un taller de poesía y de convertirse en un artista cuyos recitales tenían un alto grado de histrionismo, de lectura con tono hipnótico y envolvente. Además de Los poemas de la ofensa publicó tres libros de poemas, dos volumenes de traducciones de los versos de Geraldino Brasil y dos tomos del Método fácil y rápido para ser poeta, un sesudo y divertido ensayo sobre el oficio de la poesía en tiempos en los que todo en el mundo asumía las rasgos del show y el espectáculo.

También ejerció las funciones de antologista: recopiló una muestra del ensayo en Antioquia y de la poesía en Medellín en los siglos XIX y XX. Sus versos recibieron laureles: los premios nacionales de poesía Eduardo Cote Lamus y el de la Universidad de Antioquia.

En la extensión y en la forma de sus poemas se percibe la influencia de la voz de Álvaro Mutis, de quien Jaime editó dos antologías: Sesenta cuerpos (1985) y Antología poética (1990). Durante años fue colaborador habitual del Boletín Bibliográfico del Banco de la República, una de las publicaciones más serias de Colombia en lo que respecta al comentario de libros.

Jaime y El Matacandelas

En palabras del director de teatro Cristobal Peláez, Jaime nunca perdió la mirada limpia del niño. Fue muy racional, pero no se desconectó de la inocencia de quien mira las cosas con curiosidad e interés. El poeta pidió hacer parte del Matacandelas y el colectivo teatral lo aceptó en calidad de jefe de mantenimiento poético. El vínculo del autor con el grupo fue tal que la familia accedió al pedido de convertir las instalaciones de Matacandelas en la última morada de las cenizas de Jaime.

Con ocasión del primer aniversario de la muerte de X-504 —quien ya había dejado el seudónimo, porque al principio lo utilizó para poder ser Jaime, y luego ya no lo necesitó, incluso le parecía una cosa chistosa—, el grupo de actores ideó Hice de la poesía un crimen perfecto ¿le parece poco?, una obra que combina el universo lírico de Jaime con las necesidades formales y estéticas del teatro.

En el montaje participaron todos los actores: en sus memorias perviven las largas y afectuosas conversaciones sostenidas con el autor. Peláez no duda un instante en considerar a Jaime uno de los principales nombres de la literatura colombiana: “Jaime fue un gran poeta. De él se pondera su personalidad tan particular. Era un místico que suscitaba mucho amor, pero indudablemente, fue un poeta mayor”.

El estreno de la obra es hoy, justo un año después de la muerte del poeta comparado con un ombligo. Estará en el escenario hasta el 16 de septiembre.

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