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Las tantas mujeres que habitan a Gioconda Belli

  • La autora nacida en Managua es una de las invitadas internacionales de la Feria de Lectores y Escritores de Envigado este año. Foto: Edwin Bustamante Restrepo
    La autora nacida en Managua es una de las invitadas internacionales de la Feria de Lectores y Escritores de Envigado este año. Foto: Edwin Bustamante Restrepo
24 de octubre de 2020
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A lo largo del tiempo, la nicaragüense Gioconda Belli ha permitido que las letras sean el vehículo de sus luchas políticas, sociales y personales. Ha sido su manera de recrear a la mujer desde sus ojos, cómo creía que debía ser retratada y sin restricciones.

La autora de La Mujer Habitada (1988), El infinito en la palma de la mano (2008), El país de las mujeres (2010) y Las fiebres de la memoria (2018), su más reciente novela, es una de las invitadas internacionales al Festival de Lectores y Escritores, Envigado 2020 que organiza la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango.

Hoy a las 7:00 p.m. estará conversando sobre esos temas que han ido hilando su obra poética, al igual que sus novelas en un conversatorio llamado “Lo femenino en su obra y su trasegar en las causas” junto a Claudia Morales. Será transmitido por los canales de Facebook y Youtube de la Biblioteca.

La autora charló con EL COLOMBIANO antes de su conversación:

A una mujer la habitan muchas mujeres. Entre las tantas mujeres que la han habitado a lo largo de su vida, ¿cuál es la que se destaca o en la que más se apoya en estos momentos?

“Hay una madurez que tiene que ver con el tiempo que ha pasado y que me ha permitido cambiar algunas de las ideas políticas que yo tenía y evolucionar, pienso yo, pero también, a esa mujer que tiene mayor madurez, la habita una mujer que tiene los impulsos juveniles que tuvo cuando se involucró en la lucha contra la dictadura de Somoza porque estamos viviendo otra dictadura en Nicaragua. Daniel Ortega y Rosario Murillo, en abril de 2018, cuando se dio una rebelión popular contra la incipiente dictadura que venían construyendo, respondieron con una enorme violencia que causó más de 300 muertos. Han seguido cerrando los espacios de libertad y promulgando leyes que van contra los derechos de los nicaragüenses.

Por ejemplo, ahora hay una ley que si recibís dinero de una ONG para hacer un proyecto, te tenés que registrar como agente extranjero, es autoincriminarte como agente extranjero frente al gobierno. Eso va en contra de los derechos constitucionales de los nicaragüenses. Todo esto en pro de salvar la soberanía del país, porque todo lo que estamos haciendo en términos de protesta lo atribuyen a la influencia de los Estados Unidos, lo cual es absolutamente falso. Entonces me siguen habitando: la poeta, la novelista, la mujer que quiere ver un mundo diferente, pero ahora me gustaría ver a mi país tomar el rumbo correcto. Esta vez con una madurez mayor, con un mayor nivel de democracia, de entendimiento de la situación que vivimos, tanto en la dictadura de Somoza como durante la revolución. Soy optimista porque ese es mi carácter, pero reconozco que es una situación muy difícil”.

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¿Qué es lo que ha procurado cuidar cuando retrata a una mujer a través de la poesía? ¿Y en la narrativa?

“En realidad no siento que haya pretendido cuidar, porque creo que las mujeres, lo que tenemos que hacer, es revelarnos (con V pequeña). Revelarnos como lo que somos, como las mujeres fuertes, sensuales, decididas y capaces que hemos sido marginadas del desarrollo social, donde la dominación es masculina. Lo que he tratado de hacer es presentar a la mujer como yo la concibo, esa que tiene esa lucha interna por liberarse de los programas originales que le pusieron en la cabeza estas sociedades y que se encuentra en ese camino con una serie de dificultades y obstáculos. Cómo saltarse esos obstáculos y cómo liberarse de esa enemiga que uno tiene adentro porque la han programado de una manera que no conduce a realizarse plenamente.

Eso en la poesía lo he expresado muchas veces, la celebración del cuerpo femenino me parece muy importante porque el cuerpo femenino es, de alguna manera, la razón por la que hemos sido sometidas por la sociedad. En vez de que el cuerpo femenino, que es maravilloso y capaz de dar vida, reciba el respeto y todas las ventajas sociales que nos merecemos las mujeres, que somos las reproductoras de la especie, es la razón por la que nos han considerado domésticas: que solo debemos estar en la casa, cuidar a los niños y se nos ha querido cercenar la capacidad intelectual y la de participar activamente en la sociedad. Entonces es, más bien, una labor que hago en mi literatura de mostrar cómo nos revelamos, las injusticias que sufrimos y también los gozos que tenemos capacidad de disfrutar y a dónde nos llevan esas luchas contra esa discriminación social que existe contra la mujer”.

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¿Cuál es su perspectiva sobre el feminismo?

“Me parece que fue la revolución más importante que se dio en el siglo XX, la que más ha cambiado nuestra manera de vivir, los cambios que se han dado en la familia y en la sociedad por la mayor participación de la mujer y por la liberación femenina. Ha sido importantísimo y sigue siendo importante. Es muy interesante ver cómo la pandemia lo han gestionado mucho mejor las mujeres gobernantes que los hombres. Tenemos el ejemplo de Jacinda Ardern de Primera Ministra de Nueva Zelanda, Sanna Marin, la de Finlandia, Angela Merkel de Alemania y Erna Solberg de Noruega. La pandemia ha sido muy bien gestionada por ellas porque tienen una ética de cuidado que portamos las mujeres por nuestra misma biología, como un chip que llevamos dentro, nos permite cuidar a nuestros hijos. Creo que esa ética va a ser muy importante de ahora en adelante, porque si no cuidamos el planeta, las relaciones humanas y el uso de la tecnología, nos vamos a ver en grandes problemas en el futuro. Como dice alguien: el mundo no se va a acabar, los que nos vamos a acabar somos nosotros, si no cuidamos este bellísimo mensaje que tenemos”.

*Lo invitamos a leer el resto de la entrevista próximamente en la edición impresa de Generación.

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