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Al rescate de la tradición zenú, un tesoro nacional

El Jardín Botánico ayuda a recuperar en Antioquia el
uso de la caña flecha, base del sombrero vueltiao.

  • A fines de año entrarán a producir las 3 hectáreas en cada comunidad. FOTOS Jardín Botánico
    A fines de año entrarán a producir las 3 hectáreas en cada comunidad. FOTOS Jardín Botánico
  • Una fibra de calidad les permitiría mejorar los ingresos de los zenúes de la región.
    Una fibra de calidad les permitiría mejorar los ingresos de los zenúes de la región.
  • Al rescate de la tradición zenú, un tesoro nacional
10 de agosto de 2015
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En un banco de germoplasma podría estar la clave para un mejor futuro de las comunidades de indígenas con un extenso y casi olvidado pasado: los zenúes de Antioquia.

Dice la historia que esta cultura se destacó por el manejo de la hidráulica, estableciendo una compleja red de canales que durante cerca de 2.000 años cubrió más de 500.000 hectáreas.

También, como en casi todos los pueblos, por expresiones culturales expresadas por manos que tejían y fabricaban diversos tipos de artesanías.

De eso queda poco. Los últimos vestigios de los canales que irrigaban el Bajo Cauca los destruyó la minería en el último tercio del siglo pasado, aunque de hecho no se usaban desde hacía cientos de años.

Y su lenguaje, también, se perdió hace unos 200 años cuentan los cronistas.

Asumidos como cordobeses, en donde de hecho queda la mayor representación, también habitan Antioquia en 52 comunidades.

A los zenúes se les debe, entre otros, el sombrero vueltiao o voltiao que fabrican con la caña flecha, una artesanía delicada que ha hecho famosas poblaciones como Tuchín en Córdoba.

“En las crónicas de la Conquista se consignaron numerosas referencias sobre la industria textil entre los pueblos zenúes. Se mencionaba una hamaca finamente “labrada” en algodón y receptora de las ofrendas de oro del templo de Finzenú, la cual era además el sitio de descanso de los ancestros, al decir de los zenúes de la época. También se hablaba de chinchorros de algodón, canastos para recolectar cangrejos, grillos y langostas o esteras tejidas con caña fleche usadas a manera de alfombras, así como las faldas de las mujeres”, según un documento del Banco de la República.

Pero la caña flecha tiene problemas. El clima afecta la calidad de esta hierba (Gynerium sagittatum) que crece hasta 4 o 5 metros.

Y las variedades en Antioquia no son de la consistencia requerida para las artesanías.

Eso podría, también, ser parte del pasado. O al menos en eso se trabaja.

Con tres de las comunidades el Jardín Botánico de Medellín se unió para producir y asegurar mediante un banco de germoplasma la variedad criolla de la caña que tiene mejor fibra para las artesanías.

Son las comunidades de El Volao en Necoclí, integrada por unas 600 personas de 140 familias, que poseen algo más de 1.000 hectáreas en donde existe un cultivo antiguo del cual sacan la fibra que venden a Tuchín.

Los Almendros en El Bagre, con 268 hectáreas habitadas por 52 familias

Y el asentamiento San Antonio II en Zaragoza, que no posee títulos sobre la tierra.

El proyecto, que fue destacado por la red Botanic Gardens Conservation International por el trabajo con la comunidad, comenzó en 2013 y se acaban de entregar los resultados de la segunda fase. Las tres comunidades tienen ahora de a tres hectáreas sembradas con aquella variedad.

Doris Benítez, coordinadora del proyecto, indicó que se caracterizaron los artesanos actuales y los posibles para seguir trabajando con la caña flecha. La fase fue financiada por Artesanías de Colombia.

La tradición, también, está amenazada. Los adultos son los que tienen el conocimiento ancestral y aún lo practican. Para los jóvenes, es un trabajo para adultos. En algunas regiones podría perderse entonces esa característica de los zenúes. Los niños conocen más de minería que de lo que ha distinguido a su pueblo durante centurias.

En el asentamiento de Zaragoza la minería resulta más atractiva. Pero las perspectivas no son malas. El interés de Artesanías radica en que es el producto es orgánico, libre de químicos y reciclable, y eso es ventaja hoy.

En Tuchín se ha notado que la caña pierde calidad en verano, las hojas tienen menor longitud y ancho. Antioquia, por el contrario, tiene áreas aptas para el cultivo.

La situación

Tras el interés inicial y el apoyo de la Gobernación de Antioquia y la Fundación El Cinco la investigación reveló el desconocimiento de los niños de aquellas comunidades sobre la caña flecha y otras tradiciones.

Lorena Arias, integrante del equipo de trabajo por el Jardín Botánico, explicó que los caciques tenían el temor de que se perdiera ese rasgo distintivo. Por eso a la par con la recuperación del cultivo con el banco de germoplasma incluyeron el tema en el currículo escolar.

En El Volao 8 docentes y 4 en el Bajo Cauca elaboran cartillas como material de estudio, una manera de conservar la identidad.

Esto se complementa con el proyecto productivo. El estudio identificó 43 maestros tejedores, artesanos (6 en El Bagre, 17 en Zaragoza) en su mayoría mujeres y 353 posibles continuadores de la tradición.

Una tradición que tiene mercado. ¿Cuánto? Está por definirse. Un sombrero vueltiao en Tuchín, según Doris, puede costar de $80.000 a $120.000, aunque hay más caros, y un bolso unos $200.000.

Pero eso no les queda a los artesanos. En promedio reciben $590.000 mensuales, menos que el mínimo. Los intermediarios se llevan 37% de la ganancia, indicó Lorena.

El proyecto terminó, pero quedan tareas pendientes y se busca una entidad interesada en vincularse y financiarlo. Hay que, por ejemplo, estudiar el mercado y preparar las comunidades para su manejo.

Con el aporte del Jardín Botánico se tiene ya el banco de germoplasma y con la segunda fase se levantó una línea base de los estados de los cultivos y una caracterización socioeconómica de la población”.

A finales de año las tres hectáreas de la variedad criolla en cada comunidad estarán en producción. Y hay que aprovechar. Algunos podrían convertirse en proveedores para otros pueblos zenúes.

La producción artesanal con base en la caña flecha es tradición de los zenúes. Es el bastión de su identidad como indígenas.

Caña flecha, sombrero vueltiao y pueblo zenú. Una trilogía que busca fortalecerse para no morir en el olvido.

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