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El cerco diplomático de Colombia a Nicolás Maduro tiene fecha de caducidad. El 7 de agosto, cuando Gustavo Petro tome posesión como nuevo presidente, comenzará a escribirse un nuevo capítulo en las relaciones entre Colombia y Venezuela.
El canciller designado por la administración entrante, Álvaro Leyva, se reunió este jueves con su par en la extensa frontera que comparten ambos países y desde allí se anunció que tan pronto como Petro se posesione serán nombrados los nuevos embajadores.
“Hemos acordado (...), una vez que llegue ese momento, de inmediato restablecer a los embajadores que van a representar en nuestros países, (así como) a todos los equipos que deban estar trabajando en los diferentes consulados”, aseguró el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Carlos Faría, tras la reunión que sostuvieron en el estado Táchira.
Por su parte, Leyva informó que ambos países “expresaron su voluntad de avanzar en una agenda de trabajo para la normalización gradual de las relaciones binacionales a partir del próximo 7 de agosto con el nombramiento de embajadores y demás funcionarios diplomáticos y consulares”.
Los ingredientes del nuevo estatus de la maltrecha relación entre Colombia y Venezuela están por conocerse. Petro y Maduro ya conversaron para abordar la reapertura de fronteras entre los dos países, un tramo de 2.219 kilómetros cuyos puentes internacionales llevan más de tres años cerrados por las fisuras del mandatario saliente, Iván Duque, con el régimen que gobierna desde Caracas.
Y es que después de casi cuatro años de discordias de Duque con Maduro –a quien Colombia hasta ahora califica como un “dictador” por las violaciones a los Derechos Humanos que ha cometido su administración– empieza a trazarse el prefacio de la nueva relación bilateral.
La reapertura de los vínculos diplomáticos va más allá de un manifiesto de voluntades. En la agenda están la reactivación de los servicios consulares, de las comisiones binacionales, los puentes internacionales y el comercio.
Colombia tiene 15 consulados en Venezuela que llevan años cerrados, dejando desatendidos a los 3,4 millones de connacionales que allí residen. Por otro lado, Venezuela tiene nueve consulados en Colombia que han operado a media máquina entre disputas políticas porque están al mando de la oposición, que encabeza Juan Guaidó, y no del oficialismo madurista.
Así que un primer paso será determinar quiénes serán los nuevos embajadores que encabezarán las misiones de Venezuela en Bogotá y de Colombia en Caracas, equipos que luego tendrán que materializar la promesa del restablecimiento de relaciones entre los países vecinos.
“La relación consular es uno de los retos porque las personas demandan servicios consulares, hay toda una dinámica de registro que se perdió por los años de ruptura de relaciones. Asimismo, lo son la relación bilateral, las misiones diplomáticas, la recuperación de las comisiones de frontera y de la comisión de conciliación, todos estos, espacios de negociación que existían entre los dos países y que se deben recuperar lo más pronto posible”, enfatiza el investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Ronal Rodríguez.
En la actualidad por la frontera entre Colombia y Venezuela pueden transitar personas a pie, mas no vehículos o camiones con mercancías. Los puentes internacionales (el Simón Bolívar y el Francisco de Paula Santander) llevan todo este lapso sin ser utilizados y el Tienditas ni siquiera alcanzó a inaugurarse.
La zona limítrofe entre los dos territorios es un río con potreros y trochas en los que la ilegalidad pulula por la presencia del Eln, las disidencias de las Farc y grupos armados venezolanos que controlan el paso de mercancías y de personas, mientras cada uno de los ejércitos custodia su parte de la frontera, sin intermediar entre sí.
La población de los departamentos y estados de frontera es de 12 millones de personas, de las que 4,9 millones tienen Tarjeta de Movilidad Fronteriza, el documento que habilitó Migración Colombia para quienes viven en esa zona y se mueven de un lado a otro para todo: ir al colegio, al médico, mercar o conseguir combustible.
Además de esa tarjeta, hay otro elemento fundamental que deja el gobierno saliente y que necesita de más voluntad política con el trámite de leyes en el Congreso y de Conpes para su efectiva implementación: el Estatuto de Protección Temporal a los migrantes venezolanos, que regularizó la estadía de esa población en Colombia a largo plazo.
Eso sí, en el fenómeno de movilidad humana proveniente de Venezuela no solo hay migrantes, sino también refugiados que arribaron al país en busca de protección internacional porque eran perseguidos políticos del régimen de Nicolás Maduro.
Sobre estas personas aparece un nuevo interrogante pues algunos son requeridos por la justicia venezolana por motivos ideológicos y tienen, incluso, órdenes de captura solicitadas por el régimen a la Interpol, un asunto de Derechos Humanos que tendrá que abordarse en el gobierno de Gustavo Petro.
Con todo esto, la relación entre Colombia y Venezuela entra en un nuevo periodo de cambios. “La fórmula del cerco diplomático no funcionó. Venezuela se estabiliza en medio de su precariedad y desde el Estado colombiano se demanda una protección a los ciudadanos colombianos en territorio venezolano y un espacio de diálogo con un régimen que no es democrático, pero que es nuestro vecino más importante”, sentencia Ronal Rodríguez.
En 2019 Iván Duque aseguró que Nicolás Maduro tenía las horas contadas en el poder, un laspo que terminó durando más de tres años y que ahora vive un giro político: las horas contadas de la ruptura diplomática entre Colombia y Venezuela.