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Petro ahora ve “nazis” por todos lados, ¿qué le está pasando?

El jefe de Estado usó en 10 ocasiones el término “nazi” para atacar opositores, medios y hasta jueces en menos de 24 horas. ¿Le sirve esa estrategia y a quién beneficia? Expertos opinan.

  • En las últimas horas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, utilizó más de diez veces esas palabras (nazis y nazismo) para atacar a sus opositores, a los jueces, a los medios de comunicación y a cualquiera que se atreva a disentir de su ideología. Foto: Presidencia
    En las últimas horas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, utilizó más de diez veces esas palabras (nazis y nazismo) para atacar a sus opositores, a los jueces, a los medios de comunicación y a cualquiera que se atreva a disentir de su ideología. Foto: Presidencia
21 de marzo de 2025
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Las palabras también se cansan. Eso dijo alguna vez el escritor argentino Julio Cortázar: “(...) las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que, a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad”.

Eso sucede, incluso, con la palabras que el mundo quiere olvidar como nazi o nazismo; solo al ser nombradas se exhibe la barbarie humana que fue el Holocausto: un genocidio cometido bajo las órdenes de Adolf Hitler en el que fueron asesinados más de 11 millones de personas, incluidos seis millones de judíos.

Varias décadas después de ese aterrador periodo de la historia, un presidente de un país latinoamericano decide acudir a la palabra nazi y al nazismo como si fuera cualquier otro adjetivo calificativo o corriente ideológica. En las últimas horas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, utilizó más de diez veces esas palabras —y otras como fascismo, extrema derecha y oligarcas— para atacar a sus opositores, a los jueces, a los medios de comunicación y a cualquiera que se atreva a disentir de su ideología: el progresismo y la “política del amor”. Sin embargo, esa misma política, a través del discurso, ha sido amenazante y descalificadora. El propio Consejo de Estado, a raíz de una denuncia interpuesta por la líder social Hannah Escobar, le ha ordenado al mandatario que rectifique los señalamientos de “nazi” dichos después de recibir críticas por su modelo de salud.

Petro intentó “gambetear” la orden del alto tribunal y matizó su ataque: “no siempre que se usa la palabra ‘nazi’ se está sindicando a alguien de ser genocida o un criminal de guerra, pero no puedo pasar por alto cuando alguien estigmatiza a los electores por el solo hecho de simpatizar con mis ideas y defender mi proyecto de Gobierno”, señaló en su momento. Hay un abismo entre ambas cosas, pero al presidente no le interesa y acude al “lenguaje beligerante”, como señaló el exsenador Humberto de la Calle este jueves, que propicia “el ambiente de guerra”.

Construcción del enemigo

No queda duda de que el presidente Petro está en campaña y que la anunciada consulta popular es un vehículo que utilizará a su favor en este año y medio que le queda de mandato; lo que suceda con la reforma laboral y a la salud son el medio pero no el fin. Por eso la batalla ya no solo sobre el qué (sus reformas) sino el cómo que es dominar el discurso y la narrativa con generalizaciones y sin ánimo alguno de conciliación o matices.

“Lo que hace el presidente es acudir a un vocablo que habla en su etimología en la ideología de extrema derecha y el totalitarismo. Con esto construye un enemigo ubicado en esa parte del extremo ideológico al que se le opone la izquierda”, explica el profesor Mario Morales, director del Observatorio de Medios de la Universidad Javeriana en diálogo con este diario.

Por otro lado, el politólogo Humberto Librado, experto en análisis de discurso político, explica: “El discurso en la política construye la narrativa de la lucha y se necesita reducir al adversario para que las audiencias simplifiquen su percepción y justifiquen las acciones que puedan llevarse a cabo con el fin de neutralizar esta amenaza”.

Por eso, explica Librado, en las palabras nazi y nazismo se simplifica al enemigo asociándolo a algo que realmente resuene en el receptor del mensaje. “En estos momentos de campaña política prematuramente establecida lo que seguiremos viendo es un discurso para las audiencias que tenderá a la radicalización y la fabricación de etiquetas que permitan la repetición de sus seguidores”, agrega el experto.

¿De qué le sirve esta estrategia?

No está muy claro qué tanto le sirve al mandatario la estrategia de usar el nazismo como arma discursiva ante cualquier crítico. Lo curioso, sin embargo, es que en las últimas horas ha empleado esas palabras para defender al senador Álex Flórez, alfil del exalcalde Daniel Quintero, que enfrenta un caso de violencia intrafamiliar en la Corte Suprema de Justicia y otros señalamientos.

Esa férrea defensa solo se había visto antes con otro personaje igual o más polémico que es el ministro del Interior, Armando Benedetti, de quien Petro dijo su mayor virtud era “la locura”.

El actual jefe de Estado ha demostrado a lo largo de su vida, pero más recientemente que encuentra refugio en lo simbólico: la bandera de la guerrilla a la que perteneció, el M-19; el sombrero de Carlos Pizarro, comandante de ese grupo que se desmovilizó; la sotana del “cura guerrillero” Camilo Torres, entre otros objetos. Inconscientemente, pareciera, que las palabras parecen objetos para Petro sobre los cuales cabe a plenitud el significado que él les quiera dar.

Este jueves, de hecho, el senador petrista Inti Asprilla, publicó una foto (ver a la derecha) en la que estaban en él, otros congresistas como Leon Fredy Muñoz, Martha Alfonso y Santiago Osorio junto al presidente Petro y atrás una bandera pequeña de “Guerra a Muerte” que fue la de Simón Bolívar (ver nota anexa).

Por eso mismo, cabe el cuestionamiento si Petro está en “modo guerra” en los últimos meses que le quedan: el todo por el todo incluso si eso implica “manosear” el término nazi o nazismo y lanzar falacias conocidas como “envenenar el pozo”. En palabras de un editorial de este diario publicado en noviembre del año pasado: “Minimizar el peso moral del término ‘nazi’, como lo hace el presidente, socava nuestra capacidad para distinguir el bien del mal”. ¿Y la de Petro?

¿Qué significa la bandera de “guerra a muerte” de Simón Bolívar que usa el petrismo?

Este jueves, el senador de la Alianza Verde, de la línea petrista de ese partido, publicó una foto junto a otros congresistas como Santiago Osorio, Martha Alfonso y León Fredy Muñoz; todos abrazados por el presidente Gustavo Petro, que llevaba una bandera pequeña de espaldas a la bandera grande de Colombia.

Se trata de la bandera “Guerra a Muerte” que es también como se denomina el periodo entre 1812 y 1820 de la guerra de independencia de Venezuela. Se trata de la adopción del modelo haitiano de revolución que había decretado la guerra a muerte a los franceses, es decir de exterminio. La estrategia del entonces coronel Simón Bolívar desembocó en el Convenio de Cartagena y el Decreto de Guerra a Muerte. Este decreto significaba que los españoles y canarios que no participaran activamente en favor de la independencia venezolana se les daría la muerte, mientras que a los que lo hicieran “se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente.

El petrismo, desde 2022, ha resignificado esa bandera. El periodista y activista Gonzalo Guillén —que fue invitado por Petro recientemente a pasar un desacato de casa por cárcel por no retractarse en unos comentarios injuriosos— publicó en octubre de 2022: “Bien o mal, esta es la verdadera bandera de Colombia. La de Bolívar, su famosa bandera personal de la guerra a muerte. No es la antiestética amarilla, azul y rojo que se inventó Miranda cuando cortejaba a la zarina. En este país, además, la guerra y la y la vida siempre son a muerte”, junto a la imagen de la bandera.

Luego, en mayo de 2024, Adelina Covo, suegra del ministro Armando Benedetti, publicó una foto con este mensaje: “Con la bandera de ‘Guerra a Muerte’ de Simón Bolívar, la que me mandó mi amigo Gonzalo Guillén”. Y más recientemente, la foto del senador Asprilla que decía: “UNIDOS seguimos en la lucha!! Fuerza (sic)”.

La reivindicación de ese símbolo, como otros que el presidente Petro ha exaltado, confirma la necesidad de la disputa de la narrativa. El problema, dicen expertos, es que se puede caer en generalizaciones y comportamientos antidemocráticos: “Creo que el presidente requiere en estos momentos facilitar los términos del debate público. Frente a la posibilidad de estimar situaciones concretas y desde allí plantear soluciones, opta por dirigir sus palabras a grupos y organizaciones con calificativos que identifican estas otras fuerzas con movimientos que resuenan en las audiencias por su carácter radical y digno de repudio como nazi y nazismo”, dice el politólogo Humberto Librado.

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