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En duro discurso, el papá de Miguel Uribe entregó la posta a Álvaro Uribe, ¿cómo será la hoja de ruta para el 2026?

En una emotiva ceremonia en la Catedral Primada de Bogotá, María Claudia Tarazona despidió a su esposo, exaltando su integridad, su compromiso con la política decente y su amor por Colombia, al tiempo que hizo un llamado a la unidad, la esperanza y a rechazar el odio y la venganza. A su turno, su padre, Miguel Uribe Londoño, pidió justicia sin prescripción.

  • Tarazona estuvo rodeada por sus hijas y por el pequeño Alejandro, de apenas cuatro años. Miguel Uribe Londoño calificó el crimen como un magnicidio y pidió justicia sin prescripción. FOTO AFP-GETTY
    Tarazona estuvo rodeada por sus hijas y por el pequeño Alejandro, de apenas cuatro años. Miguel Uribe Londoño calificó el crimen como un magnicidio y pidió justicia sin prescripción. FOTO AFP-GETTY
hace 4 horas
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Con la valentía y entereza de la que fue testigo el país –que ejemplifica, además, la siempre esquiva templanza que demandan los momentos más aciagos de la vida–, María Claudia Tarazona subió al atril de la Catedral Primada, en el corazón de Bogotá. Aunque desde el martes sufre la ausencia obligada de quien describió como “un titán” y “un guerrero”, como aquel hombre de la “sonrisa que encantaba y lograba transformarlo todo”, ella no estaba sola.

Sus tres hijas, el pequeño Alejandro y su suegro, Miguel Uribe Londoño, la rodearon para expresar las que, sin duda, fueron las palabras más difíciles que ha escrito. Su voz se quebró por momentos, pero su tenacidad parecía inquebrantable. Evocó a Dios y a la Virgen María para referirse “al momento más desgarrador” de su vida.

Recordó el amor de Miguel Uribe, el mismo del que se priva hoy la Nación y que por años, en medio de una trayectoria pública orientada al servir, ofreció el congresista. “La muestra de amor más grande de Miguel hacia mí es haber resistido a semejante brutalidad, para darme el tiempo necesario de prepararme con Dios y la Virgen María en mi corazón, verdaderamente, para su muerte”.

Durante su intervención –ante expresidentes, dirigentes, congresistas, diplomáticos y todo un país reunido de nuevo ante un magnicidio–, María Claudia Tarazona evocó los talentos y virtudes de su esposo, pero también describió al soñador, al hombre apasionado y al padre generoso.

Sin embargo, también abrazó el “infinito dolor” y guardó un espacio generoso –como ella misma–, para quienes la acompañaron con compasión y soporte. “No me desamparen, hoy los necesito cerca más que nunca”, dijo, al tiempo que desnudó su alma para lanzar un clamor que, en tiempos de división social y polarización política, no solo parece necesario, sino que resuena como mandato.

“En Miguel nunca existió ni odio, ni rencor ni venganza. Por el contrario, un corazón lleno de amor por su familia y por Colombia, país que amo y por el que dio su vida. Creía en la seguridad y la justicia como pilares fundamentales para conseguir la paz, pero no como fuentes de venganza u odio”, declaró.

En esa línea, no pudo dejar de lado la tragedia y habló, con coraje y arrojo, del infortunio que vive. “Miguel no quería que se repitiera lo que él tuvo que vivir a sus 4 años y que dolorosamente hoy mi hijo amado, Alejandro, está viviendo. Ese mismo pasado que Miguel no quería que volviera y que hoy golpea a nuestra familia de la manera más cruda y más cruel”.

No hubo ambages. María Claudia Tarazona reconoció que su familia está rota, que hoy falta el padre, el hijo, el esposo y el confidente. Pero, reconociendo que se trataba también de quien quería –con vocación e integridad–, dirigir a la Nación, reseñó al político.

“Miguel dejó sembrado en Colombia la política decente, el no negociar principios ni los valores, la política con rectitud. La política con propósito de servir y no de beneficiarse a sí mismo. Era un hombre convocante, donde para él cabían distintas formas de pensar y diferentes ideologías, eso sí, arropadas siempre bajo el manto sagrado de la democracia, no de las armas ni de la violencia ni la destrucción”, agregó.

Por todo ello, insistió en una máxima en democracia: “La política decente, honesta y con propósito”, destacando que solo así puede ser honrado el legado de Miguel Uribe Turbay. “El propósito de Miguel para Colombia era un país sin violencia, por eso entregó su vida (...) La desolación y la desesperanza nos invade. Pero no, no podemos perder la esperanza, no podemos bajar la cabeza, la muerte de Miguel, de cientos de policías y militares y personas decentes que mueren a causa de la violencia no puede quedar en vano”.

Al instar a la unidad, María Claudia Tarazona reivindicó el valor de la vida y ratificó que en Colombia “los buenos somos más” y que “el bien siempre prevalecerá”. Luego, mirando al féretro que yacía a unos pasos, dio el último adiós.

“Te voy a amar cada día de mi vida hasta que llegue mi momento de encontrarme contigo en el cielo. Cumpliré mi promesa de darle a Alejandro y las niñas una vida llena de amor y de felicidad. Sin odio y sin rencores. Solo así se puede vivir como tú quisieras que lo hiciéramos. Esposo mío, mi vida entera, amor lindo, gracias por tu vida, por tu amor y por tu sacrificio por Colombia”.

“Luchemos todo por esa causa”

Tras las palabras de María Claudia Tarazona, el turno para abrir su corazón fue para Miguel Uribe Londoño. Entre agradecimientos y llamados de unidad, contando añoranzas y reclamando por la nostalgia, el padre evocó también las otras ausencias.

“Hace 34 años la guerra se llevó a quien fue mi esposa, Diana Turbay. Tuve que decirle a un niño de apenas 4 años, con todo el dolor de mi alma, la horrenda noticia del asesinato de su madre. Hoy, 34 años después, esta absurda violencia también me arrebata a ese mismo niño que se convirtió en un hombre bueno, esposo amoroso, padre ejemplar y líder honrado y valiente”.

Con la sabiduría de los años, pero también con el valor que traen las desgracias, Uribe Londoño no vaciló en calificar lo ocurrido como un “ataque terrorista”, un “magnicidio”, que vuelve a encender las alertas alrededor de menesteres como la paz y la seguridad.

“Este delito no prescribe en el tiempo y dedicaremos todos nuestros esfuerzos para lograr que más temprano que tarde, todo el peso de la justicia caiga sobre los verdaderos responsables”, dijo, dedicando parte de sus palabras al expresidente Álvaro Uribe Vélez y a su legado.

“Esta guerra tiene culpables y responsables. Lo sabemos. No tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia. No tenemos duda quién la promueve. No tenemos duda quién la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir no más”, remató Miguel Uribe Londoño, instando a “despertar de la pesadilla” y buscando “organizar y movilizar a nuestra Nación para alcanzar nuestra paz y nuestra tranquilidad”.

Sus palabras las escucharon no solo senadores y dirigentes, sino expresidentes como Juan Manuel Santos, Ernesto Samper y César Gaviria. “Tenemos una oportunidad única de frenar esta locura en el 2026, no la desaprovechemos”, sostuvo. Inclusive, en representación de Álvaro Uribe, su hijo Jerónimo Uribe acudió a la Catedral y escuchó lo dicho por Miguel Uribe Londoño.

“Miguel es, sin duda, el mejor de su generación. Nos duele por su familia, nos duele por Colombia. Miguel despertó en Álvaro Uribe un cariño, una admiración y una esperanza que yo llevaba mucho sin ver en él y debería ser él quien debería estar aquí dándole ese mensaje y esa compañía a su familia”, dijo Jerónimo Uribe a EL COLOMBIANO.

Horas antes, desde el Salón del Capitolio Nacional, Gabriel Vallejo –director del Centro Democrático–, leyó un discurso del jefe de la colectividad, Álvaro Uribe, quien permanece recluido en su domicilio en Rionegro tras ser condenado en primera instancia por manipulación de testigos.

El exmandatario no se guardó nada y, al instar a esclarecer el magnicidio, se refirió al presidente Gustavo Petro: “Asesinaron a Miguel, que ejercía la oposición crítica y razonada, con la instigación de la venganza inducida por el presidente de la República, que encontró como muletilla acusar de asesino y torturador al expresidente Turbay, abuelo de nuestro mártir”.

Uribe reclamó por un “caso excepcional del discurso presidencial instigador” y advirtió que esas palabras llegaron hasta “oídos de los terroristas que responden con la advertencia de que continuará la desaparición de la oposición”.

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