El hambre en el mundo bajó ligeramente en 2024 al afectar a entre 638 y 720 millones de personas, gracias a los avances realizados en América Latina y en el sudeste asiático, pero sigue aumentando en África, afirmaron el lunes varias agencias de la ONU.
Alrededor del 8,2% de la población mundial estuvo confrontada al hambre en 2024, en baja de 0,3% con relación a 2023, según informe conjunto de la Organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (FIDA), la UNICEF, el Programa Alimentario Mundial (PAM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe añade que “importantes disparidades” subsisten en el mundo.
Aunque el número de personas que no comen suficientemente baja significativamente en América Latina y el Caribe, la situación se agrava en Asia occidental y África, y en este último caso supera inclusive el 20%.
Esas cifras, publicadas con motivo de la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios (UNFSS), organizada en la capital etíope Addis Abeba, están muy alejadas del objetivo de la ONU de lograr un mundo sin hambre en 2030.
La actualidad y el futuro según la ONU
Según las proyecciones actuales, unas 512 millones de personas estarán subalimentadas de aquí a finales de la década, de las cuales el 60% en África.
En la actualidad, de los cinco países que tienen más personas en inseguridad alimentaria aguda, cuatro (Nigeria, Sudán, República Democrática del Congo y Etiopía), se encuentran en África. El informe menciona también la situación en la Franja de Gaza, devastada por la guerra, donde la totalidad de la población está en situación de inseguridad alimentaria.
En Gaza, “vemos gente morir de hambre”, dice Álvaro Lario, que preside el FIDA. “El acceso debe darse con urgencia para llevar ayuda humanitaria vital (...). La falta de acceso dura desde hace varios meses”, añadió.
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Unas 2.300 millones de personas tuvieron que dejar de comer ocasionalmente una comida en 2024 y son consideradas en inseguridad alimentaria moderada o fuerte, una cifra estable con relación a 2023. Pero son 335 millones de personas más con relación a 2019, justo antes de la crisis del Covid. La pandemia y la guerra en Ucrania causaron un alza fuerte de los precios de los alimentos.
Para las agencias de la ONU, las lecciones de la ola inflacionista de 2007-2008, tras la crisis financiera, se han aprendido y han servido para responder de manera “mejor coordinada”.
En América Latina también ha bajado el hambre
América Latina y el Caribe se consolidan como una de las pocas regiones del mundo con avances sostenidos en la lucha contra el hambre.
En 2024, la proporción de personas subalimentadas se redujo al 5,1%, lo que representa cerca de 34 millones de personas, una disminución notable frente al 6,1% registrado en 2020.
El informe atribuye esta mejora al fortalecimiento de políticas públicas y al aumento de inversiones en sistemas alimentarios locales, en contraste con los retrocesos observados en otras regiones del planeta.
Pese a los desafíos globales, el estudio resalta que América Latina, aunque no ajena a dificultades, ofrece ejemplos valiosos de cómo avanzar hacia una mayor seguridad alimentaria.
También en Asia Meridional se evidencian progresos: la tasa de subalimentación bajó del 7,9% en 2022 al 6,7% en 2024, lo que equivale a unos 323 millones de personas.
Colombia: las ciudades mejoraron, las zonas rurales empeoraron
Sobre Colombia, aunque la ONU no hace menciones por países, se puede tener en cuenta el último informe del DANE sobre el tema, realizado en conjunto con la FAO.
En 2024, la inseguridad alimentaria moderada o grave en Colombia afectó al 25,5% de los hogares, lo que representa una leve mejora frente al 26,1% reportado en 2023. Esto equivale a 14,4 millones de personas, 167 mil menos que el año anterior.
Sin embargo, la inseguridad alimentaria grave aumentó del 4,8% al 5,0%, lo que implica que 2,7 millones de personas enfrentaron situaciones severas de hambre.
En centros poblados y áreas rurales dispersas, el porcentaje de hogares con inseguridad alimentaria moderada o grave subió del 31,2% al 34,2%. En contraste, en las cabeceras urbanas bajó del 24,7% al 23%.
El informe detalla que las regiones más afectadas son La Guajira (52,4%), Sucre (49,5%) y Córdoba (47,6%). En departamentos como Chocó, la inseguridad alimentaria casi se duplicó en un año (del 18,9% al 36,3%).
Factores estructurales agravan el problema. Personas que se reconocen como campesinas (35,4%) o indígenas (46,2%), y aquellos que habitan viviendas con déficit habitacional (40,4%) reportan niveles mucho más altos de inseguridad alimentaria.
Los resultados también muestran que la percepción de pobreza, la afiliación al régimen subsidiado de salud y el desempleo se asocian con una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria.
La información recopilada por el DANE y la FAO, mediante la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES) constituye una base para el seguimiento del cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2.1.2 y para la formulación de políticas públicas orientadas a mejorar el acceso a los alimentos en el país.
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