La Amazonia colombiana atraviesa por la peor crisis de la historia. Entre abril y junio de 2025, la región perdió 1.198 hectáreas de bosque, según el más reciente boletín de alertas tempranas del Ideam. Aunque la cifra sigue siendo preocupante, representa una reducción del 15,6 % frente al mismo periodo del año pasado, cuando se talaron 1.419 hectáreas. Cifras en cualquier caso inaceptables para ambientalistas y los expertos que hacen las mediciones.
El Ministerio de Ambiente, sin embargo, celebró la reducción de 300 hectáreas. En un comunicado, destacó que esta es la segunda cifra trimestral más baja de los últimos cinco años, resultado del trabajo conjunto entre las autoridades ambientales, las comunidades y la fuerza pública en los puntos más críticos. “Nos llena de esperanza (...) Estas cifras nos demuestran que sí es posible frenar la deforestación siempre que haya una decisión estatal de dignificar la vida rural a través de la restauración y conservación de los bosques”, dijo Irene Vélez, actual ministra (e) de Ambiente.
Meta y Caquetá fueron los departamentos que más contribuyeron a la reducción: 345 y 213 hectáreas menos, respectivamente, frente al año anterior. En contraste, Putumayo y Guaviare mostraron aumentos en las alertas de deforestación, con 140 y 167 hectáreas adicionales.
Según el Ideam, la mayor parte de la deforestación del trimestre se concentró en Meta (31 %), Guaviare (26 %) y Putumayo (20 %). Los municipios más afectados fueron Mapiripán (Meta) y Calamar (Guaviare), donde la tala se acerca peligrosamente a zonas protegidas como el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena.
El informe también identificó núcleos activos fuera de la Amazonia: Tibú (Norte de Santander) y Tierralta (Córdoba), donde el avance de los cultivos ilícitos y la ganadería sigue arrasando con la selva. En el Parque Nacional Natural Paramillo, por ejemplo, la deforestación aumentó 25 % respecto al mismo trimestre de 2024.
En Antioquia, el municipio de El Bagre volvió a aparecer en los mapas del Ideam. Allí, la minería ilegal y la expansión agrícola están dejando claros en las veredas La Bamba, Santa Teresa y La Rica Mequí, cerca de los ríos Nechí y Tigüí.
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Además, la disminución en el último trimestre no significa una victoria. Según el informe más reciente de la Procuraduría, en los primeros 6 meses del año la Amazonía colombiana sumó casi 88.808 hectáreas de bosque deforestadas y 1.107 kilómetros de vías ilegales, la mayoría dentro o cerca de parques nacionales como Chiribiquete, La Macarena, Nukak, Farallones de Cali y Barí.
Aunque los reportes parciales permiten hacerse una idea del ritmo de pérdida de bosque, los expertos insisten en que deben interpretarse con precaución. La mayor presión sobre la Amazonia se concentra entre diciembre y marzo, cuando la temporada seca facilita tanto la tala como las quemas masivas.
Es en ese lapso cuando ocurre el daño más severo a la cobertura forestal, de modo que los balances de mitad de año solo reflejan una parte del fenómeno.
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El Ideam, encargado de monitorear las alertas tempranas, calcula las áreas afectadas de forma provisional, pero las cifras definitivas de 2025 solo se conocerán en los primeros meses de 2026. La directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, aseguró que se mantendrán tecnologías de monitoreo para atacar la problemática.