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Por: Denisse Grandas Estepa*/Especial para EL COLOMBIANO
La Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID) es una herramienta de poder blando –es decir, de influencia y persuasión– de la política exterior de los Estados. Para lograr sus propósitos, la CID acude a tres pilares: el diálogo político, los acuerdos comerciales y, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). A ellos se suman los Otros Flujos Oficiales (OFO), la Cooperación Sur-Sur y otras modalidades.
A partir de estos pilares es que se abre un interrogante: ¿Qué balance se hace del primer año de Gustavo Petro en materia de cooperación internacional para el desarrollo?
El primer asunto es el diálogo político para promover temas específicos de desarrollo. Desde su campaña a la Presidencia, parecía evidente la línea programática del entonces candidato de diversificar las relaciones exteriores del país, poniendo especial atención a la integración latinoamericana y a la promoción de las relaciones bilaterales con los países de África, Asia y Oriente Medio.
El anuncio de reintegrar a Colombia en la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), la primera gira a África, su participación en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) y el encuentro “Camino a la Cumbre Amazónica”, son solo algunos ejemplos que dan cuenta de este interés.
Es claro, además, que la participación del Gobierno en estos espacios de diálogo político muestra un discurso focalizado en abordar problemas globales como el cambio climático, la transición energética, las nuevas economías descarbonizadas, la migración, la construcción de paz y su apuesta por la denominada paz total.
En este escenario se resalta de manera especial el espaldarazo que recibió el Ejecutivo en la Declaración de la Cumbre UE-CELAC de julio de 2023, en la que se reafirmó el “apoyo al proceso de paz en Colombia, así como el compromiso de avanzar en los diálogos con las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros actores armados” y el “apoyo a la plena ejecución del Acuerdo de Paz de 2016”.
Con relación a los acuerdos comerciales, desde el programa de gobierno del presidente Petro estaba contemplada la revisión y renegociación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) para que se convirtieran “en herramientas para estimular la productividad, combatir el cambio climático, desarrollar transferencias de conocimiento y crear nuevos puestos de trabajo”. No obstante, no hay claridad sobre cuáles son los avances en esta materia debido a que existen opiniones encontradas en las que incluso, el ministro de Comercio, Industria y Turismo ha mencionado que, para el caso del TLC con Estados Unidos, no se está renegociando sino más bien, revisando cada capítulo para identificar posibles mejoras.
Al respecto, en el caso de la leche –y en general de los lácteos, que aún están protegidos–, a partir de 2026 pasarán con arancel cero y con la Unión Europea a partir del 2027. El tiempo pasa muy rápido y podría ser catastrófico si en lugar de renegociar se buscan mejoras. Según datos de la balanza comercial, hace 30 años se importaban 500.000 toneladas de productos agrícolas y hoy rondamos por los 15 millones de toneladas. En este pilar, lamentablemente, “el gobierno del cambio” no se ha expresado claramente frente a este fenómeno.
Por último, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) como el pilar de la CID que más conocemos en el mundo de la cooperación en el país, nos muestra varios escenarios en este primer año de gobierno. Primero, Colombia, en su calidad de país de renta media alta, dentro de su rol dual como oferente y demandante, ha sido un importante receptor de recursos de AOD y ha impulsado durante varios años su oferta de cooperación sur-sur.
Las consecuencias del conflicto armado junto al proceso de implementación del Acuerdo de Paz han marcado considerablemente las razones por las cuales Colombia ha promovido su cooperación internacional. Como parece lógico, esta sigue siendo la dinámica de la AOD y de los Otros Flujos Oficiales (OFO) que provienen de los cooperantes tradicionales de países desarrollados y organizaciones internacionales mediante la cooperación reembolsable y no reembolsable, en especial, por la focalización del Gobierno Nacional en la paz total y la estrategia de la diplomacia pública para la paz.
En segundo lugar, la cooperación sur-sur y Triangular, como la modalidad a través de la cual el país promueve su oferta de cooperación, ha mostrado durante este primer año de gobierno una dinámica similar mediante las comisiones mixtas, los programas bilaterales con países de América Latina y el Caribe, las estrategias con Asia y África y demás mecanismos de intercambio de experiencias en el marco de las apuestas de Gobierno sobre la paz total, el medio ambiente y el cambio climático.
Pero quizás una de las grandes apuestas en el marco de la política exterior ha sido el reforzamiento de las relaciones con el continente africano. Un primer avance lo constituyó la gira de la delegación colombiana a tres países de este continente en los que la directora de APC-Colombia avanzó en proyectos de cooperación en inclusión, construcción de paz, cierre de brechas, memoria histórica y cultura entre otros (APC-Colombia).
Bajo este pilar específico, APC-Colombia tiene un rol fundamental. Si bien, la arquitectura institucional de la cooperación en el país está representada especialmente por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Agencia, el Plan Nacional de Desarrollo de Petro, resalta, por ejemplo, que el “seguimiento de los recursos de cooperación internacional para la implementación del Acuerdo Final para la terminación del conflicto será liderado por la Agencia en articulación con la Oficina del Alto Comisionado de Paz y el Departamento Nacional de Planeación”.
Conforme a las líneas programáticas del Plan de Desarrollo, APC- Colombia viene liderando la formulación de la Estrategia Nacional de Cooperación Internacional 2023 - 2026 (ENCI). Lo que no sabemos es en qué momento se hará oficial esta estrategia y cómo será socializada con actores del desarrollo.
Lo que sí sabemos es que existe un alto interés y reconocimiento al enfoque territorial de la cooperación que tanta falta ha hecho en nuestro país, mediante el impulso de la cooperación descentralizada, Sur Sur y Triangular, la cooperación Col-Col, la definición y el intercambio de buenas prácticas locales de desarrollo junto a otros instrumentos innovadores de financiación que sobrepasen las modalidades tradicionales norte-sur.
Lo ideal en la consolidación de la ENCI es que se establezcan puentes de participación y reflexión con los actores del desarrollo, esto es, sector público del orden nacional, departamental y local, sector privado y no lucrativo, sin olvidar los importantes aportes desde la academia. Esto, no solo para promover la planeación participativa y la descentralización de la cooperación internacional sino, además, para reconocer y atender de mejor manera las verdaderas necesidades y potencialidades del territorio tan necesarias en nuestro país y en los procesos de cooperación internacional.
Varios desafíos tiene el presidente Petro frente a la cooperación internacional. Se han dado pasos importantes en tan solo un año de gobierno. Es fundamental seguir trabajando en la planificación para la acción.
* PhD en Relaciones Internacionales, Magister en Desarrollo y Ayuda Internacional e Internacionalista. Directora del Área Académica de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.