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La paradoja del 7 de octubre: una marcha pro Palestina en la fecha del horror de Hamás en Israel

La convocatoria del Gobierno a marchar por Palestina este 7 de octubre llega cargada de simbolismo. La fecha coincide con el segundo aniversario del ataque de Hamás a Israel, un hecho que desató una guerra sin precedentes en la Franja de Gaza.

  • Este siete de octubre se llevará a cabo una marcha pro Palestina apoyada por el presidente Gustavo Petro. FOTO: Colprensa
    Este siete de octubre se llevará a cabo una marcha pro Palestina apoyada por el presidente Gustavo Petro. FOTO: Colprensa
hace 2 horas
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El 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista Hamás irrumpió en territorio israelí. Eran las 6:30 de la mañana cuando hombres armados con cuchillos y fusiles invadieron viviendas donde las familias apenas despertaban. Asesinaron niños, torturaron padres frente a sus hijos, incendiaron casas y masacraron a cientos de jóvenes que celebraban en un festival de música. No hubo piedad, más de 1.300 muertos. Cientos de civiles fueron secuestrados; algunos murieron en cautiverio, otros siguen desaparecidos o permanecen retenidos en condiciones inhumanas.

Dos años después, en Colombia, está convocada una marcha ese mismo 7 de octubre. No lo harán en memoria de aquellas víctimas –entre ellas dos colombianas y un colombo-israelí aún como rehén–, sino en solidaridad del pueblo Palestino, que ha padecido la furia desproporcionada de Israel, por ser la casa de los terroristas.

Entérese: ¿Qué es Hamás, quién financia y respalda a esta milicia palestina que encendió el conflicto con Israel?

Aunque el conflicto parece lejano, en Colombia se volvió la constante. El presidente Gustavo Petro parece empeñado en convertirse en un referente mundial de la causa palestina. Se apoya de discursos cargados de dualidad, llamando a la paz pero silenciando otras guerras, al menos la que se vive en Colombia. Desde los balcones y las plazas públicas ondea la bandera de la llamada “guerra a muerte”, mientras clama por la paz en Gaza, territorio que desde hace dos años sufre la represalia implacable de Israel tras la masacre cometida por Hamás.

Para algunos analistas, más que un gesto de solidaridad, se trata de una estrategia política que recuerda la utilizada en 2022, cuando capitalizó el descontento social para llegar al poder.

Sin embargo, su convocatoria a una marcha este 7 de octubre ha generado un debate que trasciende lo político. A primera vista, podría parecer una expresión de respaldo humanitario frente a la guerra en Gaza. Sin embargo, la fecha elegida carga un peso simbólico imposible de ignorar; ese mismo día, hace dos años, el grupo Hamás perpetró una masacre en territorio israelí que dejó más de 1.300 civiles muertos, cientos de secuestrados y marcó el inicio de la ofensiva militar más devastadora de Israel en décadas.

Convocar una marcha en esa fecha, sin reconocimiento explícito de las víctimas israelíes, abrió un debate ético y político que trasciende la coyuntura internacional y pone en evidencia las tensiones del propio discurso del presidente Gustavo Petro.

El exministro y académico José Manuel Restrepo considera que el acto es “profundamente desafortunado, simbólicamente doloroso y éticamente ambiguo”.

En su análisis, “hacer una manifestación ese mismo día, sin reconocer la tragedia de las víctimas israelíes, no es solidaridad, es indiferencia frente al dolor ajeno”.

Para Restrepo, ser pro Palestina no puede confundirse con justificar a Hamás, ni la empatía puede ser selectiva. Marchar justo en la fecha del atentado, advierte, “no genera conciencia ni diálogo, sino polarización, provocación y confusión moral”.

Su reflexión va más allá de la geopolítica. En un país como Colombia, con heridas abiertas por la violencia interna, el mensaje resulta particularmente contradictorio. “Importar conflictos externos sin comprensión profunda, usar la calle como escenario ideológico sin cuidar los símbolos ni el respeto por las víctimas, transmite un mensaje equivocado”, señala Restrepo.

La cara política de las marchas del 7 de octubre en Colombia

Pero más allá del dilema moral, analistas coinciden en que la marcha tiene una clara lectura política interna. El consultor y estratega político Memo Henao lo define como un movimiento “oportunista” dentro del tablero electoral del petrismo. Según su interpretación, Petro busca alinear el discurso internacional con la narrativa de candidatos cercanos, como Daniel Quintero, que han hecho de la causa palestina un símbolo de identidad política.

“Lo que hace el presidente es controlar la conversación pública. Toma un tema lejano a la agenda nacional y lo convierte en debate central”, explica Henao. Para él, se trata de una jugada de cálculo: conectar con públicos jóvenes y universitarios, sensibles a las causas humanitarias, mientras proyecta una imagen de liderazgo internacional. “No es tanto una apuesta pro Palestina como una oportunidad política anti Estados Unidos y anti Israel”, dijo.

Vea también: La Estrategia de Petro para el “estallido 2.0”

El experto también relaciona esta estrategia con los patrones de comunicación que Petro ha repetido desde 2022. “Primero lanza un discurso fuerte, incluso provocador, y luego ofrece una rama de olivo. Ataca y después modula”, dice Henao, recordando los gestos contradictorios del mandatario en sus relaciones con Washington.

A su juicio, el presidente no busca tanto encarnar una posición global sobre Medio Oriente, sino fortalecer su narrativa interna frente al descontento social y el clima preelectoral.

Enrique Gómez, director del Movimiento de Salvación Nacional, sostiene que la causa internacional es apenas un pretexto que encubre fines políticos internos. Advierte que detrás del discurso humanitario se prepara un nuevo ciclo de protestas y desórdenes similar al estallido social de 2021, lo que, según su lectura, busca tensionar el ambiente de cara a las elecciones regionales y consolidar un clima de confrontación. Además, reprocha la aparente incongruencia de quienes se movilizan por Gaza pero guardan silencio ante las masacres y hechos de violencia que siguen ocurriendo en el país, recordando con ironía que la última tuvo lugar en un municipio colombiano que, paradójicamente, también se llama Palestina.

Puede leer: Petro en X: 22 mensajes por Palestina en 24 horas y ni uno sobre la crisis de orden público en Colombia

En ese contexto, la postura del presidente sigue siendo ambigua. En un mensaje en redes, se refirió a la convocatoria, en concreto a las protestas que programadas frente a la embajada de Estados Unidos.

El mensaje del mandatario lejos de transmitir calma, fue interpretado más como un llamado a la movilización que como una exhortación a la prudencia.

“El gobierno de Colombia protegerá la embajada de los EE. UU. pero permitirá el libre derecho a la expresión y reunión del pueblo colombiano”, escribió en su cuenta de X, añadiendo que su posición “es diferente a la del gobierno de EE. UU.” y que se mantendría “firme ante los principios de la Constitución”.

La publicación, ha sido vista como una provocación calculada que refuerza su narrativa de desafío a las potencias occidentales y consolida su imagen de líder rebelde ante el orden internacional.

Desde la embajada gringa respondieron con un comunicado en el que advirtieron a sus ciudadanos sobre posibles protestas y alteraciones del orden cerca de su sede en Bogotá. Alertaron que las manifestaciones podrían prolongarse hasta la noche y escalar en violencia, por lo que recomendaron evitar la zona y seguir de cerca las actualizaciones en los medios locales.

Marchas en Bogotá

Mientras tanto, las calles de Bogotá se preparan para una semana de movilizaciones. Según la Alcaldía, entre el martes 7 y el sábado 12 de octubre se desarrollarán distintas marchas, caravanas y rodadas convocadas por colectivos universitarios, organizaciones propalestinas y movimientos sociales. La Secretaría de Gobierno acompañará las jornadas con equipos de diálogo y derechos humanos.

Las concentraciones principales tendrán lugar en la Universidad Distrital, la Pedagógica Nacional y la Nacional, además de una movilización frente a la Embajada de Estados Unidos. Las convocatorias se agrupan bajo consignas de “solidaridad con Palestina” y “alto al genocidio en Gaza”, pero la fecha elegida sigue siendo el epicentro del debate.

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En conclusión, la marcha del 7 de octubre se convierte en un símbolo de las paradojas del gobierno Petro. Un intento de proyectar empatía y justicia global que termina envuelto en dilemas morales, tensiones diplomáticas y lecturas electorales.

Porque, como resume José Manuel Restrepo, la paz no se construye celebrando fechas de horror, sino condenando toda forma de violencia, venga de donde venga”.

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