Con una hoja de papel y un lápiz, un asesino serial sembró pánico y horror en todo el Eje Cafetero colombiano. Su método era tan simple como cruel: fingía ser alguien sordomudo y usaba la compasión de las demás personas como su principal arma.
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Juan Carlos Villa Cardona, apodado como “El terror de Risaralda”, no solo utilizó esta táctica para acercarse a sus víctimas y arrebatarles la vida, sino también para evadir a las autoridades que le seguían el rastro. “Con esa modalidad pasé muchos obstáculos”, dijo.
Su perturbadora historia fue revelada recientemente en el pódcast Más allá del silencio, donde, con una vaga frialdad, confesó los 11 crímenes que cometió, 10 adultos mayores y un menor de edad. Hasta aseguró no tener “remordimiento” por lo cometido.
Una máscara de vulnerabilidad
“Señoras y señores, soy sordomudo, debido a un derrame que me dio siendo muy niño. Estoy por acá pidiendo una libra de arroz o una panela para alimentar a mi madre que sufre cáncer de piel”, era el texto que escribía en la hoja de papel para atraer a sus víctimas.
Con esta frase, buscaba ganarse la confianza de quienes se cruzaban en su camino. La estrategia era metódica: se acercaba a las fincas y casas en zonas rurales, observaba a los habitantes y escogía a su objetivo, casi siempre adultos mayores.
Una vez que se ganaba la confianza, esperaba el momento oportuno para atacarlas. “Llegaba a las casas o fincas, comenzaba a pasar la hoja para mirar cuántas personas había en cada lugar y esperaba a que la zona quedara despejada”, confesó.
Su actuar fue premeditado, prolijo y no mostraba alguna clase de piedad. “La maldad se me veía por encima y ellos lo sintieron. No lo pensé y degollé al primero, sin piedad”, detalló. En total, mató a diez ancianos y a un menor de 15 años.
La traición que lo desenmascaró
A pesar de que actuó con total impunidad durante un tiempo, Villa Cardona no estaba solo. Reveló que sus hermanos fueron sus cómplices en varios de los crímenes cometidos. Todos los asesinatos fueron cometidos entre 2012 y 2023, en zonas rurales de Risaralda.
Sin embargo, la lealtad familiar se rompió cuando ellos decidieron entregarlo a las autoridades para cobrar una cuantiosa recompensa de 15 millones de pesos. En un operativo a finales de 2023, se hizo efectiva su captura, lo que provocó la ira del asesino.
“A mí me alcahueteaban mis hermanos. Nadie sabía que yo no era sordomudo hasta que ellos me entregaron y decidieron traicionarme. No puedo aceptar que digan que son víctimas y yo un monstruo. Son más monstruos ellos que me buscaron a mí para hacer las cosas”, afirmó con tono de resentimiento.
Sin remordimiento ni arrepentimiento por lo cometido
Durante la entrevista, quedó claro que Villa Cardona no siente ningún tipo de remordimiento o arrepentimiento por sus crímenes. Su visión del ser humano es tan deshumanizada que lo comparó con un animal.
“Yo no siento remordimiento por el ser humano, para mí el humano es como una gallina. No solo maté viejitos, también jóvenes”, declaró, ante la mirada fija de su entrevistador.
El único lamento que expresó fue haber confiado en sus hermanos, a quienes acusó de ser tan culpables como él, o incluso peores. “Son culpables, igual que yo y hasta peores. Quiero que también respondan ante la justicia”, manifestó.