Ni la inexorable realidad de las obras que la encierran hace meses ni la furia repentina de las llamas en la madrugada de ayer pudieron acabar con la gruta de la Rosa Mística.
Allí, en ese rincón al costado de la avenida El Poblado, una romería de feligreses visitaba a la Virgen de La Aguacatala durante la mañana luego de que se masificara la noticia del incendio. Llegaban para darle vuelta y evidenciar con sus propios ojos las cicatrices producto del fuego.
Uno de ellos fue Mauricio Suárez Sierra, quien hizo una pausa en la jornada laboral para ir hasta el sitio en el que profesa su fe.
“Como todos en el trabajo saben que soy muy devoto de la Virgen, apenas llegué a la empresa lo primero que hicieron fue mostrarme el video que estaba rotando por redes sociales. Muchos devotos, que hacemos el Rosario los sábados en las mañanas, llegamos de manera espontánea y hoy nos hemos encontrado acá”, explicó el feligrés, quien dice que no ve el incidente como una tragedia sino como un mensaje por las molestias ocasionadas por las obras.
Alba Graciela Adarve Cifuentes, doña Alba para los feligreses habituales, no se enteró del incidente por los videos que rotaban por WhatsApp. Lo hizo apenas llegó al filo de las 6 de la mañana de ayer y notó que del altar organizado que había dejado en la víspera quedaba poco y nada.
“Hace 38 años que vengo a este lugar y amo a la Virgen y creo profundamente en ella. Desde hace cinco años vengo todos los días a hacer aseo y trabajo desde las 6:15 a.m. hasta las 2:00 p.m., mientras limpio combino con oraciones y en un día puedo rezar con los visitantes hasta ocho o diez rosarios”, contó la mujer mientras removía escombros con una escoba y contaba la historia de la conflagración a quienes se acercaban al altar.