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Robot hecho por el Sena apoyará consulta de covid-19 en clínica UPB

La institución creó un asistente médico que posibilita la comunicación entre paciente, médicos y familiares. Esta es la historia de cómo se diseñó y para qué sirve.

  • El robot, que pesa 43 kilos y mide1.40 metros de altura, fue entregado ayer a la Clínica Universitaria Bolivariana que se prepara para recibir pacientes con la covid-19. FOTO Julio césar Herrera
    El robot, que pesa 43 kilos y mide1.40 metros de altura, fue entregado ayer a la Clínica Universitaria Bolivariana que se prepara para recibir pacientes con la covid-19. FOTO Julio césar Herrera
08 de mayo de 2020
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Una vez más, la ciencia, la tecnología y el conocimiento se volcaron al ámbito de la salud para buscar soluciones. Un grupo de investigadores del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), que antes se dedicaba al desarrollo de robótica industrial, decidió aislarse en dos frentes para trabajar intensamente durante un mes en la construcción de un asistente robot para los pacientes de covid-19.

La idea empezó a rondar por la cabeza de Édgar Mario Rico, líder del equipo, desde principios de febrero, cuando el coronavirus no era el tema central en Colombia pero sí empezaba a trascender en otros países del mundo. Rico se dio a la tarea de investigar cómo se estaban usando los robots para ayudar a solucionar el problema. A mediados de ese mes, ya estaba el equipo de nueve personas que trabajarían en el producto, eran instructores del Sena pertenecientes a un grupo de investigación con seis años de trayectoria llamado Gacipe.

Empezaron a buscar aliados, instituciones que apoyaran el proyecto y allí apareció la Clínica Universitaria Bolivariana, que con el respaldo del Sistema de Investigación, Innovación y Desarrollo Tecnológico del Sena, trabajaron en el prototipo a través de video llamadas porque ya había alerta de contagio.

Una de las primeras decisiones para asegurar el éxito del proyecto fue aislarse: “como un acto de responsabilidad y seguridad para nuestras familias y nosotros mismos, decidimos aislarnos en dos equipos. El encargado de la parte mecánica y estructural estuvo en Itagüí y el de software y electrónica en Copacabana”. Así trabajaron en dos casas en el diseño y la construcción del robot durante tres semanas. Eso les aseguró ciertos privilegios: no había horario laboral definido y trabajaban al ritmo de las ideas.

El resultado

Al principio, el equipo pensaba construir un robot que se encargara de repartir alimentos y medicamentos. Sin embargo, en el diagnóstico con la clínica, se percataron de que las necesidades urgentes eran otras. “Nos contaron que la prioridad, por ahora, era suplir necesidades de telemedicina. Encontrar maneras de revisar los pacientes reduciendo cada vez más las posibilidades de contagio”.

Y así fue, el robot es una máquina de 1.40 metros de altura y 40 cm de ancho y largo, con un peso de 43 kilos. Fue construido de manera que permite escuchar y observar al paciente por un mecanismo similar al de las videollamadas y cuenta con sensores para la toma de temperatura que permiten una distancia con el paciente de seis centímetros aproximadamente. Además, se maneja a través de una aplicación que funciona con el sistema operativo Windows y los comandos de control se envían por la red WiFi.

“Con el robot en funcionamiento, podemos reemplazar cuatro personas en la atención médica, disminuyendo las posibilidades de contagio con cada paciente”, explica el director científico de la Clínica, Juan Guillermo Barrientos, mientras afirma que será usado en pisos de hospitalización pero no en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), pues el robot necesita espacio para moverse y ahí el área es más reducida.

“Sin embargo, eso no significa que no se pueda adaptar el robot para que lleve alimentos y medicamentos o para usarlo en las UCI. Hay que recordar que el aparato es una creación para la medicina, que seguirá funcionando y perfeccionándose después del coronavirus, como todos los elementos que se han creado en medio de la pandemia”, dice Barrientos.

La crisis a favor

“Los procesos de desarrollo tecnológico toman su tiempo, en esta pandemia la humanidad ha hecho que nos movamos más y que nos juntemos”, expresa Juan Guillermo y en eso concuerda Édgar Mario. “El trabajo en equipo, el hecho de estar encerrados y con las ganas de sacar un producto en el menor tiempo posible para atender la crisis fue una de las mayores fortalezas en este proceso”.

La emergencia ha sacado a relucir el talento y la solidaridad de cientos de académicos, instituciones y empresarios. “Y así debe ser, estos son tiempo en los que hay que llenarnos de solidaridad, en los que hay que comprometernos, los avances que está teniendo la ciencia y la tecnología servirán para seguir tratando pacientes”, anota Barrientos .

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