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Oculta en las ramas, a un costado del edificio Científico del Jardín Botánico de Medellín, pasa la mayor parte del tiempo una gata llamada Sombra, negra y de tamaño mediano, que evita ser vista por los visitantes del lugar, seguro para evitar ser agredida.
El camuflaje entre las matas le sirve para proteger a tres gatitas negras, recién criadas y por las que debe velar y proteger en un ecosistema que le es adverso, pues los gatos son mascotas domésticas y su hábitat no es silvestre.
Allí le toca no solo buscar alimento sino competir con patos, ardillas, iguanas y pájaros, entre otras especies, y la lucha no es fácil. La negrura le ayuda a no ser vista, pero un vigilante del lugar sabe que está allí y tampoco la agrede. “Ella se mantiene entre la maleza con sus tres gaticos (sic), es muy linda”, dice y se nota que su presencia lo enternece.
Al escarbar entre las ramas afloran sus ojos verdes, intensos, y el susto de saber que otras personas distintas al vigilante la han descubierto, la vuelve arisca y la obliga a huir. Le toca correr entre los arbustos y dejar por un instante sus crías mientras a una distancia de unos diez metros sigue vigilante, atenta. Luego se pierde entre los matorrales y senderos, buscando otro camino para llegar de nuevo hasta sus crías y seguirlas cuidando. Está en el lugar equivocado, sin duda.
La solución
Pero la presencia de gatos en este lugar, donde la principal misión es cuidar y proteger la flora de la ciudad y la fauna asociada al hábitat natural, no es nueva.
Ya en 2018 se llegó a tener una población de cerca de 80 felinos, que empezaron a impactar negativamente el ecosistema general del Jardín y hubo que tomar acciones.
María Clara Mejía, ingeniera y analista ambiental del Jardín Botánico, señala tres hechos asociados a la presencia de felinos en este espacio de la ciudad: “En ese momento veíamos tres problemáticas muy marcadas que se evidenciaban en el día a día con la presencia de gatos: una social, porque todos los gatos eran abandonados, los tiraban por la reja o los dejaban acá. El otro en el ecosistema, porque había tantos gatos que ellos para poderse alimentar cazaban animales o especies como ardillas, pájaros, pequeñas lagartijas, que fueron afectándose y muchas desaparecieron; y otro de salud pública, porque no sabíamos si tenían enfermedades o estaban esterilizados”.
El apoyo, en ese momento, fue el Centro de Bienestar Animal La Perla, el refugio animal de la Alcaldía. Los gatos eran capturados y llevados allí, donde entraban en proceso de adopción, previa vacunación y esterilización.
Mejía dice que la población de gatos se ha ido reduciendo y hoy en día puede haber entre 10 y 15 mininos, y el jardín tiene focalizadas las zonas por las que ambulan, pero insiste en que este no es el lugar adecuado para tener mascotas domésticas en lucha y competencia con la fauna silvestre.
En este medio hemos recibido quejas de personas que han visto felinos ambulando por los senderos y matorrales y temen que la población vuelva a crecer y proliferar, causando perjuicios al ecosistema.
Por ahora, Sombra y sus crías constituyen una familia de cuatro, pero no se sabe cómo podría multiplicarse y en cuánto tiempo, máxime que hay más gatos en el lugar. No se puede bajar la guardia