La automedicación en Antioquia es una práctica cada vez más común y peligrosa. Este panorama se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para la red hospitalaria, debido a que las personas se exponen a que bacterias o microorganismos muten y dejen de responder a los tratamientos habituales.
Según el Colegio Nacional de Químicos Farmacéuticos de Colombia, en el último año, el departamento reportó 14 brotes epidemiológicos confirmados de bacterias resistentes, el doble de los registrados en 2023, cuando se reportaron 7 casos. Estos brotes se detectaron especialmente en unidades de cuidados intensivos.
La explicación del aumento está directamente relacionada con un fenómeno normalizado: la creciente compra de antibióticos sin prescripción médica en farmacias y el uso de la automedicación como “solución rápida” para tratar enfermedades respiratorias.
“Al presentar los pacientes resistencia, en algunos casos específicos, como el de la Burkholderia cepacia, se reportó un 33% de mortalidad en Antioquia, porque se les infectó y se les aisló la bacteria”, afirmó Donaldo Enrique De la Hoz, miembro del Colegio Nacional de Químicos Farmacéuticos de Colombia.
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Expertos advierten que, a la crisis hospitalaria que ya enfrenta Antioquia podría sumarse un agravante por el autoconsumo de medicamentos. Los pacientes con infecciones resistentes tienen el doble de riesgo de morir y los tratamientos pueden llegar a ser hasta diez veces más costosos.
“El paciente debe enfrentarse a tratamientos mucho más agresivos para afectar el microorganismo y entonces que allí se ven impactados otros órganos donde es mucho más profunda la infección y se necesitan antibióticos con espectros más amplios. Esto es para el sistema de salud más costoso porque estas personas terminan utilizando, dependiendo de la gravedad, salas de cuidados intensivos, toca aislarlos, terminan siendo ventilados y con hospitalizaciones que duran más de 31 días”, expresó De la Hoz.
A esto se suman los retrasos y dificultades para acceder a consultas médicas en las EPS, lo que empuja a miles de personas a automedicarse. El resultado se evidencia en los consultorios: pacientes que llegan después de varios días de “tratamientos caseros”.
“Lo que encontramos en Antioquia es que con mucha frecuencia los pacientes llegan y nos dicen que han usado antibióticos antes de llegar a la consulta médica y cuando nosotros interrogamos por el antibiótico que han usado evidenciamos que ese antibiótico no corresponde a la patología infecciosa”, indicó Carlos Valdivieso, expresidente y miembro del Colegio Médico de Antioquia.
En zonas rurales, la distancia de un centro de salud o la ausencia de un médico permanente lleva a los habitantes a consultar a vecinos, chamanes, tenderos o a la droguería del pueblo, que termina funcionando como un “hospital improvisado”.Los expertos del departamento han identificado que, especialmente en temporadas frías y de intensas lluvias como diciembre, los casos de automedicación aumentan considerablemente.
“Las personas tienen un estado gripal, y van a la droguería a comprar amoxicilina o cefalexina, que nada tienen que ver con una gripa. Cerca del 10% de las muertes relacionadas con resistencia antimicrobiana corresponden a niños menores de cinco años”, concluyó Valdivieso.
Para el Colegio Nacional de Químicos Farmacéuticos de Colombia y el Colegio Médico de Antioquia, el departamento combina varios factores que empeoran el escenario: cambios bruscos de clima, aumento de enfermedades respiratorias, largas filas para acceder a un médico y una cultura muy arraigada basada en “lo que le sirvió a otro, me sirve a mí”. A raíz de esto, los expertos señalan que es necesario reforzar los controles, implementar nuevas campañas y aplicar la Ley 2506 de 2025, que exige la regulación estricta en la venta de antibióticos en el país.
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