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Hecha la ley, también la trampa, dicen. Aunque los esfuerzos de las autoridades contra la minería ilegal reportan avances frente al control del uso del mercurio en la explotación del oro, ha aumentado el uso del cianuro, otro veneno que contamina los ríos. Investigadores de Eafit y la Universidad Nacional trabajan en un método para tratar las aguas residuales y evitar que se afecte la vida.
En esencia, mediante procesos avanzados de oxidación, se puede convertir el cianuro en sustancias más simples y amigables con el ambiente, según el profesor Édison Hernán Gil, líder del Grupo de Investigación en Procesos Ambientales —Gipab—, de Eafit.
El investigador señala que en las aguas residuales de la extracción del oro mediante lixiviación, queda cianuro disuelto que no reacciona y se vierte posteriormente a fuentes de agua.
Además del Gipab, en la iniciativa trabaja el Grupo de Investigación en Procesos Reactivos Intensificados con Separación y Materiales Avanzados —Prisma—, de la Universidad Nacional sede Manizales.
Además del procesamiento del oro, el cianuro se emplea en laboratorios químicos, y en la elaboración de pinturas, pegamentos, solventes, esmaltes, herbicidas e industrias como la joyería y productos plásticos. Según el Ministerio de Salud y Protección Social, es una sustancia altamente reactiva y tóxica. Su ingreso al cuerpo puede darse por inhalación o a través de la piel; las conjuntivas en los ojos, y el tracto intestinal.
Los síntomas de intoxicación por cianuro abarcan dolor de cabeza, naúseas, olor a almendras amargas, dificultad para respirar, confusión, accidentes cerebrovasculares, convulsiones, coma y colapso cardíaco. La ingestión de 200 miligramos de este químico podría causar la muerte. En caso de sobrevivir, se pueden presentar secuelas neurológicas crónicas.
El límite permisible de cianuro, según la legislación nacional es de un miligramo por litro de agua y en el curso de la investigación se han encontrado descargas entre 400 y 6.000 miligramos por cada litro de agua.
Según declaraciones de la profesora Izabela Dobrosz-Gómez, de Prisma, al periódico de la Universidad Nacional, la industria minera busca procesos que faciliten reducir o eliminar el cianuro en las aguas residuales de sus procesos, en parte obligados por la Ley 1658 de 2013, que prohibió el uso de mercurio para la extracción del oro y cuya aplicación se dará de manera escalonada en siete años para el sector industrial y en dos años para el minero.