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A pesar de estar surcada por los tres ríos más importantes del país, cuyas aguas bajan de inhóspitos páramos para regarse en el Caribe, Antioquia ha vivido de espaldas a ellos. Sus habitantes, desde los altiplanos hasta las sabanas, han ignorado la prodigiosidad de esas aguas que, lentamente, se han ido convirtiendo en cloacas. Esa es, al menos, la tesis de la Gobernación de Antioquia, que tiene formulado un plan para revertir ese olvido histórico.
Se trata del denominado “Parques del Río Municipales de Antioquia”, una apuesta por construir infraestructura al borde de ríos, quebradas y mares. “Si bien no es un tratamiento químico o mecánico, sí haremos una recuperación conceptual y física del esquema urbano y social en su relación con el agua. Quiero decir, con esto somos más conscientes del río, lo escuchamos y lo protegemos mejor”, expresa Juan Pablo López, secretario regional y sectorial de infraestructura, hábitat y sostenibilidad de la Gobernación.
López sostiene que el proyecto está basado en la experiencia que Medellín ha tenido con Parques del Río, el proyecto urbano que, según sus palabras, le “devolvió el río a la ciudad”. Las dos primeras etapas de Parques del Río en Medellín tuvieron un costo de $726.894 millones. “Viendo el éxito del proyecto, y haciendo un contraste con la riqueza hídrica de Antioquia, decidimos llevar el concepto a una escala departamental. Antioquia tiene tres ríos principales del país: Cauca, Magdalena y Atrato. Entendimos que hay una necesidad de apuntar a los beneficios ambientales, urbanísticos y sociales que estos planes nos pueden ofrecer”, considera.
La idea, asegura López, es que esta administración, al menos, entregue 10 de ellos. Uno de los priorizados es el de Marinilla. El alcalde esa localidad, José Giraldo Hurtado, explica que su municipio ya tiene un malecón sobre la quebrada que lo surca. Sin embargo, están estructurando la segunda fase de ese proyecto. “Será un espacio al aire libre de 2,7 kilómetros, al lado de la quebrada, en el cual se podrán hacer actividades culturales, al aire libre. Con el tramo ya existente dejamos de darle la espalda a la quebrada: la gente tiraba las basuras y nos inundábamos. Ahora miramos el agua de frente, la tenemos en cuenta”, relata el mandatario.
La fase 2 ya tiene diseños y la cofinanciación está definida: la Gobernación de Antioquia pondrá $4.500 millones; Viva, $ 800 millones; Cornare, $ 3.000 millones; y el municipio, $ 1.700 millones más. “Además de eso estamos haciendo limpieza manual de la quebrada y le hicimos un amurallamiento”, concluye.
Además de Marinilla, hay otros cinco municipios priorizados: Apartadó (Urabá), Guarne (Oriente), Donmatías (Norte), La Ceja y Rionegro (Oriente). López, desde la gobernación, explica que cada uno de los proyectos está en una fase diferente. Algunos no pasan de ser ideas; otros, por el contrario, ya tienen definidos diseños y financiación.
Los pequeños Parques del Río están pensados para levantarse a la vera de toda clase de fuentes hídricas, desde la quebrada Marinilla hasta el Cauca, en Santa Fe de Antioquia, o el imponente Río Grande de la Magdalena, en Yondó o Puerto Triunfo.
Consultada al respecto, la profesora de arquitectura de la Universidad Javeriana, Doris Tarchópulos Sierra, expresa que la idea de dar la cara a los ríos es “adecuada”. Sin embargo, precisa que hay varios factores que deberán ser tenidos en cuenta. “Es una buena iniciativa. Sin embargo, no puede ser aterrizar una nave espacial en cada pueblo. Me explico: cada municipio tiene unas características diferentes y deben ser tenidas en cuenta. El hecho de que haya funcionado en Medellín no quiere decir que funcione igual en los pueblos”, dice la experta.
López, por su parte, comenta que eso ya fue tenido en cuenta y explica que los materiales a utilizar dependen de la ubicación geográfica. “En Apartadó no podemos construir con los materiales que utilizamos en Donmatías. La obra no duraría ni un mes”, señala el funcionario.
Tarchópulos menciona que hay varios casos de éxito de poblaciones que decidieron virarse hacia los espejos de agua. “Los urbanistas del mundo han propuesto que las ciudades no pueden darle la espalda al mar o a los ríos. Barcelona, con objeto de los Juegos Olímpicos de 1992, volvió a mirar hacia el mar. Crearon un espacio público para todos frente a un recurso natural como el océano. Con eso mejoró la calidad de vida de sus habitantes”, puntualiza.
Una visión similar tiene Jorge Santana, decano de Arquitectura de la Universidad Santo Tomás. Agrega que Medellín y Antioquia tienen una deuda de más de 70 años con sus ríos y quebradas. Critica, por ejemplo, que fuentes hídricas de la ciudad hayan sido tapadas para la construcción de vías. “Perdimos la oportunidad para que las quebradas y los ríos se convirtieran en el epicentro del espacio público. En los municipios, el recurso hídrico es la base del sustento y del potencial paisajístico y ecológico. A pesar de eso, ha sido prioridad mejorar la doble calzada o ampliar el parque, dejando siempre rezagado al río”, anota Santana.
En esa medida, el arquitecto ve con buenos ojos el proyecto de los pequeños Parques del Río. Pero hace un llamado de atención sobre asuntos que no pueden perderse de vista. “El parque, además del espacio público, deberá contar antes con un estudio hidrológico de las consecuencias que ese río tiene cuando hay crecientes. Paralelo a la formulación del parque, hay que tener planeadas acciones de mitigación del riesgo, pues no puede ser que el agua se lo lleve después de construido”, argumenta el decano.
Para Diana Álvarez, profesora titular de arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana, brindar espacios públicos y verdes para los ciudadanos, más allá de una necesidad, es un “imperativo moral”. La docente, como sus colegas antes mencionados, recalca que hay temas que no se pueden escapar de vista: “Ojalá este esfuerzo mejore las condiciones de calidad de agua, proteja y respete la dinámica de sus cauces y considere las condiciones de suelo y vegetación asociada a la cuenca de cada río o quebrada principal de los municipios: Esto sí sería verdaderamente ‘dejar de dar la espalda’ a nuestros sistemas hídricos”.
El secretario López, quien está al frente de los parques del río, responde a las inquietudes. Dice que el programa es integral, es decir, que contempla el manejo hídrico y de gestión del riesgo, que se maneja con las administraciones municipales y las autoridades ambientales.
El funcionario añade que la Gobernación no tiene un presupuesto aún definido para el proyecto departamental, pues muchos de los planes todavía son incipientes. No obstante, calcula que se podrían invertir unos $30.000 millones.
Desde la inauguración de la etapa 1 A de Parques del Río en Medellín, es decir, la occidental que da sobre Conquistadores, una placa ha acompañado a la obra. En letras grandes, quien entra al soterrado se encuentra con ella de frente: “Devolverle la vida al río y el río a la ciudad y a sus habitantes”. Más abajo, en caracteres un poco menores, aparece el nombre de Aníbal Gaviria Correa, alcalde de Medellín que realizó el proyecto y que hoy es gobernador de Antioquia.
Esa placa, sin embargo, parece tener sus días contados. Juan Fernández, un estudiante de derecho, interpuso una acción de cumplimiento ante la Alcaldía de Medellín para que el letrero fuera retirado. La semana pasada, el Juzgado Administrativo del Circuito de Medellín le dio la razón al futuro abogado, en primera instancia. Consultado al respecto, Fernández comenta que: “No tenía lugar en el proyecto. Con ello se incumplió el artículo 1 del decreto 2759 de 1997, que prohibe expresamente que en todas las obras públicas se coloquen frases, menciones o cualquier elemento que genere recordación de un funcionario público”.
Ante esta situación, el secretario López contesta: “Con placa o sin ella, a la ciudad se le devolvió el río”.
A la obra se le ha criticado, en ese sentido, un tinte político que, ahora, estaría siendo llevado a los pueblos. “No hay nada de eso. Acá los que ganan son los ciudadanos. Vamos a vivir, por fin, de cara a nuestros ríos”, sentencia el secretario
Comunicador Social-Periodista de la UPB. Redactor del Área Metro de El Colombiano.