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Entre 2003 y 2016, las familias nucleares en Antioquia (compuestas por padre-madre e hijos) se redujeron en un 5,6 % en comparación con las unipersonales, que aumentaron en un 43,1 %, según calculó la Gobernación con base en datos del Departamento Nacional de Planeación (DNP).
Hogares más pequeños, nuevas estructuras familiares y una reacomodación progresiva del rol de los hombres y mujeres hacen parte de un fenómeno que ha despertado el interés de investigadores y varias dependencias públicas.
Según los cálculos del Dane, durante los últimos 17 años el promedio de personas por hogar en el departamento pasó de 3,8 en 2003 a 3,08 en 2019, una tendencia que se traduce en casi un integrante promedio menos por cada hogar y coincide con el panorama del país, en donde durante ese mismo periodo el promedio pasó de 3,9 a 3,1.
Aunque, según explican los expertos, determinar las causas y consecuencias de estas transformaciones es una tarea difícil, algunos académicos y funcionarios propusieron varias claves para comprender el tema. Cambios económicos, culturales y demográficos son algunos de los puntos que varios señalan.
Luz Dary Muñoz Ortiz, antropóloga e investigadora de la Universidad de Antioquia, plantea que el origen de esa transformación puede rastrearse hasta la segunda mitad del siglo pasado, cuando la estructura tradicional de la familia antioqueña, entonces compuesta por grupos de más de diez hijos, comenzó a ser desplazada.
“Hasta la década de 1980 nuestro país era principalmente rural y se necesitaba mano de obra para cultivar y cosechar. Esto explica en parte la existencia de familias extensas”, señala Muñoz Ortiz, agregando que la migración del campo a las ciudades incentivó la aparición de familias nucleares de menor tamaño.
Adriana Suárez Vásquez, gerente de Infancia, Adolescencia, Juventud y Familia de Antioquia, propone que hay otras variables que ayudan a entender los cambios retratados por las cifras, entre ellas la transformación del rol de la mujer en la sociedad durante las últimas décadas.
“Si nos ponemos a hacer un ejercicio comparativo, en 1970 había familias muy grandes y ahora nos estamos encontrando familias de hasta dos personas. Las formas de pensar han cambiado y, por ejemplo, las mujeres han asumido un liderazgo diferente y ya no ven en tener hijos el único fin para poderse realizar”, dice Suárez Vásquez.
Según plantea la gerente, la incursión de las mujeres en el mercado laboral es uno de los factores que explica por qué el número de integrantes promedio en los hogares del departamento viene decreciendo.
A medida que las mujeres dejaron a un lado el ideal de su realización personal como algo asociado exclusivamente a la tenencia de hijos, las relaciones y las estructuras familiares cambiaron, dice Suárez.
Por ejemplo, entre 1968 y 2015, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud reveló que el promedio de hijos por mujer en Antioquia pasó de 6 a 1,47.
De igual forma, en cuanto a la jefatura del hogar, los datos del Dane mostraron que durante los últimos cinco años las familias antioqueñas experimentaron cambios. Mientras en 2015 el 36,8 % de los hogares eran encabezados por mujeres, en 2019 esa cifra había aumentado a un 44,1 %. Durante ese último año, el porcentaje de mujeres que fungían como jefas de hogar y no tenían una relación conyugal fue del 71,7 %.
Laura Milena Pabón, directora de Desarrollo Social del Departamento Nacional de Planeación (DNP), dice que más allá de la disminución de las familias nucleares, la tendencia que más llama su atención es que el tamaño de las familias, tanto de Antioquia como en el resto del país, viene reduciéndose.
“Cuando uno revisa las estadísticas de las familias, independientemente de su conformación, lo que uno se encuentra es que tienen un número de personas cada vez más reducido”, dice Pabón, agregando que este fenómeno se relaciona directamente con los procesos de transición demográfica, en donde las tasas de fecundidad son más bajas y la población tiende a envejecer.
Aunque anticipar el curso y las consecuencias de estas transformaciones es difícil, las expertas plantean que la tendencia podría mantenerse durante los próximos años y los efectos podrían comenzarse a notar.
La gerente Suárez plantea que la disminución de la población joven podría golpear el mercado laboral y la economía. Pero también podría traducirse en que las nuevas generaciones tendrían más oportunidades de acceder al sistema educativo.
Cabe recordar que uno de los hallazgos del pasado censo del Dane mostró que el número de adultos mayores por cada 100 niños pasó de 11 en 1985 a 33 en 2018, confirmando el envejecimiento de la población antioqueña.
Para la antropóloga Muñoz Ortiz, la aparición de nuevos tipos de familia y la transformación de las dinámicas de los hogares continuarán expandiéndose y traerán nuevas formas de relacionamiento entre las personas. Entre ellas, la conformación de familias sin tener hijos.
Por ejemplo, en 2015, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud reveló que el 28,2 % de las mujeres antioqueñas que no tenían hijos manifestaban no querer tenerlos.
Entre tanto, el 53,8 % de las mujeres que tenían un hijo, el 86,9 % de las que tenían 2 y el 90,6 % de las que tenía 3, declararon no querer tener más.
De igual forma, Muñoz resalta que los cambios culturales y políticos ocurridos en el país han permitido que la sociedad acoja más tipos de estructuras familiares.
Para ello, alude a las sentencias de la Corte Constitucional que legalizaron la unión de parejas del mismo sexo.
“Hoy es inevitable el cambio en las formas de hacer familia. Siempre va a haber una nueva tendencia, un gusto por hacer cosas diferentes, la realidad es que ya empezó y viene desde hace mucho tiempo”, concluye la antropóloga
de las mujeres jefas de hogar no tenían una relación conyugal en 2019: Dane