Desde antes de las 3 de la tarde los alrededores de Ciudad del Río se llenaron de grupos de personas, en su mayoría jóvenes. Las únicas condiciones para asistir: no usar pantalones y no juzgar a los demás.
Por cuarta vez, la ciudad sirvió de escenario para uno de los eventos más controversiales que se realizan en diferentes partes del mundo, entre las que están Nueva York y Tokio: el día sin pantalones.
Así, miles de personas decidieron quitarse los pantalones y salir luciendo su ropa interior por las calles de Medellín. Algunos más osados hasta se quitaron las camisas y se movilizaron demostrando que no importa lo que piensen ni lo que digan y que es mucho más importante expresarse libremente.
Así lo hizo Michel Arango, una joven de 18 años de edad, quien en compañía de sus amigos decidió participar de la movilización que busca apoyar la libertad de expresión.
“Todos pensamos diferente y debemos aceptarnos como iguales, aceptarnos tal y como somos”, dice.
Para Laura Sánchez, de 18 años, la marcha que se realiza anualmente y que este año terminó en el Parque de las luces “es el espacio para podernos expresar libremente sin importar nuestra raza, nuestro color o nuestras diferencias”, y agrega que “además podemos ser nosotros mismos en todos los sentidos”.
Hasta que entró la noche, aún quedaban jóvenes, como dice Sebastián Pulido, “parchando como seres iguales y mostrándole eso al mundo”, y esperando con ansias la versión del año entrante para volver.