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Consumo de drogas cada vez a más temprana edad

En el libro de la Escuela Contra la Drogadicción se recogen 21 investigaciones, cuyo resultado es una radiografía de esta problemática y los retos que plantea para la salud pública.

  • Una radiografía de esta problemática en Medellín fue revelada. FOTO Archivo El Colombiano
    Una radiografía de esta problemática en Medellín fue revelada. FOTO Archivo El Colombiano
08 de junio de 2021
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La edad en la que los adolescentes del nororiente de Medellín probaron por primera vez sustancias como la marihuana, la cocaína y el bazuco se ubicó, en promedio, en los 14 años, según reveló una investigación de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia (Ver Infografía).

En municipios como Copacabana, Ebéjico, Marinilla y El Carmen de Viboral, tan solo en el caso de la marihuana, ese mismo indicador se ubicaba entre los 12 y 14 años.

Estos datos hacen parte de una serie de 21 investigaciones que reunió un libro publicado por la Escuela Contra la Drogadicción de Antioquia. Bajo el título Sujetos, consumos y aportes para la prevención y atención de adicciones, esa entidad compendió el trabajo de las principales universidades y grupos de investigación que han abordado esta problemática.

El resultado es una radiografía que reúne indicadores como la prevalencia del consumo de varias sustancias, la situación de los adolescentes en edad escolar y las tareas pendientes para mejorar el manejo de este asunto de salud pública.

Fabio Villa Rodríguez, director de la Escuela contra la Drogadicción, explica que este ejercicio nació con la idea de sacar de los anaqueles el trabajo de los investigadores del departamento.

“La escuela es una entidad dedicada a la investigación, al estudio y a la gestión del conocimiento sobre el tema de consumo de sustancias psicoactivas. De este libro salen premisas, datos y aportes que van a permitir fundamentar políticas públicas y decisiones de Estado”, señala el director.

Las cifras de consumo

Dentro de las 21 investigaciones seleccionadas, una de las destacadas fue la realizada por los docentes Ramón Eugenio Paniagua Suárez y Carlos Mauricio González Posada, de la Universidad de Antioquia.

Según explica Paniagua Suárez, magíster en Salud Pública e integrante de la Facultad Nacional de Salud Pública, su investigación recogió el trabajo de más de una década midiendo la situación de los adolescentes de colegios en Medellín, Copacabana, Ebéjico, Marinilla y El Carmen de Viboral.

De acuerdo con los indicadores publicados en el documento, uno de los hallazgos centrales consiste en que la edad promedio de inicio en el consumo se ubica en la adolescencia temprana; es decir, entre los 11 y los 14 años, cuando los estudiantes cursan los grados sexto y séptimo.

Frente a las sustancias consumidas por primera vez, en uno de cada cuatro estudiantes encuestados la respuesta era el alcohol, en segundo lugar aparecía el tabaco y luego la marihuana.

“Hay una situación problemática que debe ser atendida por las autoridades y las familias, porque la edad de inicio del consumo ha bajado mucho, está en la adolescencia temprana”, alerta Paniagua Suárez, quien plantea que ese cambio está asociado a la soledad y la falta de acompañamiento de los adolescentes por parte de sus núcleos familiares.

A parte de este indicador, la investigación de Paniagua y González también arrojó luces sobre las razones que habían llevado a los jóvenes encuestados a iniciarse en el consumo de sustancias psicoactivas.

En todos los territorios medidas la curiosidad ocupó el primer lugar, siendo los estudiantes de Medellín los que más habían dado esa respuesta: 66,7 % en la zona nororiental y 70,8 % en la zona noroccidental.

La segunda razón más frecuente para iniciarse en el consumo era la de divertirse, siendo el 19,5 % de los jóvenes de la zona nororiental los que dieron esa respuesta, frente a un 19 % de los jóvenes de la zona noroccidental.

Según documentó el sondeo, otras razones que aparecían en la lista eran la de imitar a otras personas, disminuir las preocupaciones, superar la timidez y darle gusto a otros.

Según plantearon los académicos en las conclusiones de su estudio, el principal llamado era el de concebir el consumo como un problema de salud pública que debería ser intervenido “de una manera intersectorial” por equipos conformados por “médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos, abogados, psiquiatras, expertos en intervención de las familias y las instituciones educativas”.

Factores de riesgo

Yolanda Torres de Galvis, líder del Grupo de Investigación en Salud Mental de la Universidad CES, encabezó otra de las investigaciones compendiadas en el libro.

En su caso, destaca que el trabajo ahondó en la prevalencia (proporción de personas con respecto al total de la población) del consumo de sustancias de los jóvenes entre los 15 y 26 años de los municipios de Medellín, Envigado y Sabaneta.

Allí, 34 de cada 100 jóvenes afirmaban haber consumido marihuana al menos una vez en su vida, 9 de cada 100 cocaína y sus derivados, y 85 de cada 100 alcohol.

No obstante, Torres destaca que uno de los principales aportes del estudio fue cruzar la prevalencia con factores de riesgo, tales como desempleo, depresión y crisis económicas, entre otros, de acuerdo al tipo de sustancia.

En el caso de los hombres, los factores que más se asociaron con la ingesta de alcohol eran el desempleo, las crisis económicas y trastornos mentales como depresión y trastornos de la conducta.

En el caso de la marihuana, los factores que más se asociaron fueron los trastornos de la conducta, el desempleo, problemas económicos y déficit de atención. En el caso de la cocaína, el panorama era similar.

En cuanto a las soluciones para reducir el consumo de sustancias, la investigación concluyó que la efectividad de los programas de prevención son mayores a una edad más temprana.

Así mismo, las investigadoras señalaron en su artículo que la evidencia epidemiológica demostraba que en el caso de los niños, mientras más se retrasara el inicio del consumo de sustancias como el alcohol, entre otras, el riesgo de desarrollar dependencia en una edad adulta era menor.

“Las intervenciones de prevención dirigidas a los niños, niñas y adolescentes son consideradas aspectos esenciales de los programas de prevención efectivos”, agregó la investigación.

En sintonía con lo planteado por el profesor Paniagua, Torres de Galvis propone que cuidar los entornos familiares, fortalecer las redes de apoyo y brindar acompañamiento a los jóvenes es un factor protector para evitar que desarrollen un consumo problemático de sustancias psicoactivas.

Los cambios pendientes

Tanto Torres de Galvis como Paniagua, coinciden en que sus investigaciones son tan solo un primer paso para generar políticas y acciones que permitan cambiar esta problemática.

Según señalan, impulsar estrategias que permitan mejorar el conocimiento del tema y divulgar lo que se ha hecho contribuirían a una mejor toma de decisiones por parte de las autoridades y las instituciones locales.

Teniendo en cuenta los factores de riesgo asociados al consumo y los contextos familiares de los adolescentes, Paniagua insiste que este ejercicio evidencia la necesidad de mejorar la atención en salud mental y el acompañamiento a las familias.

Finalmente, el director Villa insistió en que la pretensión del libro es justamente construir un diagnóstico inicial y abrir una discusión amplia que convoque a todos los sectores del departamento, para formular políticas públicas y estrategias que contribuyan a resolver este fenómeno desde la óptica de la salud pública.

“Esto no es un problema institucional, es como una pandemia. Un problema que como sociedad debemos entender, para lograr funcionar mejor”, concluye Villa

85
de cada 100 jóvenes de Medellín, Envigado y Sabaneta consumieron licor.
Infográfico
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