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El adiós anticipado del último inquilino del Edificio Vásquez

Pese a que el arrendamiento iba hasta enero de 2023, la Alcaldía de Medellín le pidió a Comfama el icónico inmueble.

  • El patrimonial Edificio Vásquez, construido entre 1893 y 1895 por el arquitecto francés Charles Émile Carré. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
    El patrimonial Edificio Vásquez, construido entre 1893 y 1895 por el arquitecto francés Charles Émile Carré. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
  • Imagen del año 2000, del hermano del Vásquez, el edificio Carré. FOTO: EL COLOMBIANO
    Imagen del año 2000, del hermano del Vásquez, el edificio Carré. FOTO: EL COLOMBIANO
  • Comienzo de la restauración en 2003. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
    Comienzo de la restauración en 2003. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
23 de febrero de 2021
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El olvido que todo destruye hizo ruinas el corazón palpitante de la Villa en sus tiempos de pubertad. Pero hubo alguien que permaneció firme a los influjos de esa barahúnda que es el tiempo.

Para ser justos, fueron unos mellizos los que resistieron en el marco de la otrora Plaza Cisneros y se convirtieron en testigos de una ciudad que ya solo existe en las evocaciones, esa misma que lamentaba Mejía Vallejo en Aire de Tango, cuando decía que a Guayaquil “se lo tragó el ensanche, o apenas vive en la memoria de algunas prostitutas que mascullan los recuerdos”.

Fueron ellos los edificios Carré, al norte, y el Vásquez, al sur, encargados en 1893 al arquitecto francés Charles Émile Carré, en la franja de tierra lagunosa que empezaba en el río Medellín e iba hasta donde hoy cruza la avenida Oriental, propiedad del millonario antioqueño Carlos Coriolano Amador.

El segundo edificio lleva el apellido del comerciante antioqueño Eduardo Vásquez, quien le compró a la familia Amador por 62.880 pesos un lote de 1.120 metros cuadrados donde se erigió la estructura. Según un texto del arquitecto Luis Fernando González Escobar sobre la historia de ambas estructuras, los trabajos de construcción se iniciaron a la par, divididos apenas por una calle corta que daba acceso a la portada oriental de la plaza de mercado.

En el primer piso se abrieron 16 locales comerciales, y el segundo y tercer piso se destinaron para lugares de residencia de las familias más pudientes, con dos apartamentos por piso. Su arquitectura interior recordaba la de un beneficiadero de café.

Desde entonces, el Vásquez sobrevivió al incendio de 1901, cuando lo rebautizaron como el “edificio quemado”; tuvo su auge con la llegada del ferrocarril a Medellín que lo convirtió en hotel de paso; y empezó su declive por la estampida urbana que lo fue dejando solo junto a su hermano.

El golpe de gracia fue el traslado de la plaza de mercados a la Minorista (1984). Solo revivieron cuando fue ordenada su expropiación a favor del Municipio y recibieron la declaratoria de bienes nacionales de interés cultural en agosto de 2000, mientras era usado como inquilinato para habitantes de calle.

Imagen del año 2000, del hermano del Vásquez, el edificio Carré. FOTO: EL COLOMBIANO
Imagen del año 2000, del hermano del Vásquez, el edificio Carré. FOTO: EL COLOMBIANO

Entre las ruinas

Pero la declaratoria no fue suficiente para devolverle el boato a este epicentro de la bohemia y del esplendor de Guayaquil. En 2003, la alcaldía delegó en Comfama el padrinazgo del Vásquez, para que lo recuperara y lo pusiera al servicio de la ciudadanía.

Fueron conservados sus elementos esenciales, el ladrillo y la madera de comino crespo. Su fachada fue lavada e impermeabilizada para dejar ver sus detalles originales como molduras, cenefas, ático y cornisa principal.

“Durante la restauración, el edificio fue sostenido en andamios para poder desarmar una por una las columnas, retirar el ladrillo, poner una estructura más resistente y volver a armar las columnas con los mismos adobes”, dice un reporte de EL COLOMBIANO de febrero de 2006, cuando este recobró su hálito después de una inversión de $3.900 millones.

El Carré no corrió otra suerte porque se restauró y se convirtió en la sede de la Secretaría de Educación. Durante 18 años operaron en el Vásquez las oficinas de Comfama que ofrecían servicios de educación, cultura, créditos, subsidio, empleo y emprendimiento, además, funciona Holberton School, escuela de desarrollo de software.

Según la caja de compensación, desde 2006 se matricularon allí 300.000 personas.

Comienzo de la restauración en 2003. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
Comienzo de la restauración en 2003. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA

Partida forzada

Pero nada dura para siempre. Según contó Comfama este martes, en días pasados recibió una comunicación de la Alcaldía de Medellín, en la cual los invitaba a dar por terminado, de forma bilateral y anticipada, el contrato de arrendamiento del Edificio Vásquez, cuya terminación estaba prevista para el 26 de enero de 2023.

“Sentimos algo de tristeza al entregar esta sede, la cuidamos con cariño por su naturaleza patrimonial e, igualmente, la llenamos de oportunidades, de cultura, de educación. El edificio antiguo ha sido la sede para la esperanza, fue la casa del Fondo EPM, de la escuela de software Holberton, de servicios para pensionados y de programas de educación”, expresó David Escobar Arango, director de Comfama.

La caja de compensación informó que los servicios serán trasladados a otras sedes, aún por definir, y que están definiendo la suerte de los contratos de subarriendos y concesionarios de cafeterías, comercios y entidades bancarias. Por ello pidió tiempo a la alcaldía para coordinar dichas acciones.

“Queremos sugerir respetuosamente a la alcaldía, comprometer todos los medios y recursos para el cuidado de este espacio patrimonial. Además, les sugerimos reconsiderar el uso para oficinas administrativas. Los espacios patrimoniales, pensamos en Comfama, deberían estar siempre abiertos para los ciudadanos”, reiteró Escobar Arango.

¿Qué hará la alcaldía?

La administración informó que la Secretaría de Cultura pasará a tener en el edificio Vásquez su oferta institucional, en “un primer paso para recuperar bienes públicos que estaban arrendados a privados y utilizarlos para la prestación de servicios del Municipio”.

La alcaldía agradeció a Comfama el trabajo adelantado en el edificio Vásquez y justificó que en la actualidad varias secretarías, gerencias y unidades especiales vienen pagando arriendos en diferentes puntos de la ciudad, mientras se tienen bienes públicos propios en comodatos o arrendamientos.

“Por tal motivo, buscando la austeridad en el gasto, la administración desde el año pasado inició un plan de retomar estos espacios del patrimonio público”, explicó.

Karen Delgado Manjarrés, secretaria de Suministros y Servicios, acotó que la Secretaría de Cultura empezará a realizar sus actividades, así como las diferentes secretarías que, producto de la modernización, requieren lugares para la prestación de su servicio.

Un inquilino más, uno menos, en 126 años de estar en pie. Ahí seguirá firme, así cómo permaneció cuando el olvido todo lo destruyó.

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