Ozempic, medicamento originalmente desarrollado para tratar la diabetes tipo 2 con su principio activo la semaglutida, ha revolucionado la ciencia.
La razón es porque uno de los efectos secundarios que han reportado pacientes son la pérdida del apetito, un aspecto clave para combatir otras enfermedades que son preocupación mundial como el sobrepeso y la obesidad.
Es por eso que el medicamento, que antes era solo para diabéticos, ya se administra también para pacientes con problemas de peso al ser aprobado como tratamiento por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
No suficiente con eso, los científicos continúan explorando los beneficios de Ozempic. Ahora, investigaciones preliminares con casos aislados y anecdóticos de pacientes, apuntan a que el medicamento también inhibe el deseo de ingerir licor, fumar cigarrillo y otros impulsos. Pero hasta ahora no hay ninguna investigación grande con humanos que soporte esta teoría.
Sin embargo, no es lo mismo con animales. Una investigación de la National Library of Medicine de 2020 evidenció que a ratas que les administraban Ozempic obtenían menos dopamina del alcohol y otras dejaron de sentirse atraídas a la cocaína a pesar de que ya habían desarrollado una adicción.
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En el caso de los humanos, pacientes de este medicamento, han reportado de manera anecdótica que sus ganas de beber alcohol han disminuido. En una entrevista para El País de España un hombre llamado Toñi Venegas de 52 años contó: “Yo soy de Sevilla y aquí somos muy de salir a tomarnos nuestras cervecitas. Pero a raíz de pincharme, de repente, no me apetecía”. Ha perdido 12 kilos gracias a un agonista del GLP-1 que tienen este tipo de medicamentos.
Ante este hecho, narra a este diario español, se contactó con el doctor Cristóbal Morales, endocrino del hospital Virgen de la Macarena de Sevilla para comentarle sobre este efecto secundario.El médico aseguró que llevaba años haciendo ensayos clínicos (más de 120).
“Al principio lo atribuíamos lógicamente al enlentecimiento del ácido gástrico”, ya que con este medicamento se creía que el ritmo digestivo disminuye y se pierden las ganas de comer y beber lo que fuese. Sin embargo, las últimas investigaciones apuntan a que tiene efecto en el sistema nervioso central y el centro hedónico que influyen no solo en el deseo de beber alcohol sino también otros comportamientos adictivos.
María Clara Ortiz Sierra, médica internista de la Universidad CES, explica que estos experimentos se deben tomar con cautela porque todavía no se ha confirmado que sí sea una forma de combatir el alcoholismo y la adicción al cigarrillo.
“De manera anecdótica hay pacientes que han perdido el interés por algunos comportamientos impulsivos como tomar alcohol o incluso comerse las uñas. De esto hay algunos estudios preliminares, pero son prometedores. Todavía se requieren estudios con más personas para comprobar los beneficios en este campo”, expresó.
Al igual que el español, Manuela Monsalve es una paciente paisa que también usa este tipo de medicamentos para tratar su obesidad (ha bajado más de 8 kilos) y aseguró que ha disminuido su consumo de alcohol. “Ahora que lo pienso, no me dan ganas”, explicó.
Se ha evidenciado que los pacientes con obesidad (un IMC mayor a 30) son los que más disminuyen la ingesta de alcohol y “tienen mejores resultados”, según ha consultado María Clara Ortiz. Además, también explicó que pueden tener una menor activación en los centros de recompensa cerebral al momento en el que se les muestran imágenes de alcohol.
Un estudio publicado en la red social científica Research Gate en el que usaron otro agonista del GLP-1 llamado exenatida (de la familia del Ozempic que tiene semaglutida) demostró que hubo una disminución en el consumo de alcohol de 127 pacientes.
“Nuestros datos revelaron que, aunque la exenatida no redujo significativamente el número de días de consumo excesivo de alcohol en comparación con el placebo, atenuó significativamente la reactividad de la señal de alcohol en áreas cruciales del cerebro para la recompensa y la adicción a las drogas”, escribieron en los resultados de la investigación liderada por el doctor Anders Fink-Jensen, psiquiatra de la Universidad de Copenhague en Dinamarca.
Pedro Sánchez Márquez, médico internista endocrinólogo, también mencionó que los pacientes que se inyectan este medicamento para combatir la obesidad y no modifican su dieta pueden presentar síntomas molestos que no les permiten tomar alcohol como antes.
“Cuando este medicamento se aplica y el consumo de carbohidratos o grasas continúa siendo alto, el inconveniente es que da efectos adversos, especialmente gastrointestinal, como distención abdominal, vómito, diarrea y en ese sentido cuando se aplica ese medicamento el licor puede caer mal en el estómago. No se ha confirmado que este tipo de medicamentos ayuden a otras terapias diferentes a las que se usan para tratar la diabetes y la obesidad”, indicó Sánchez Márquez.
Los especialistas consultados aseguran que se debe ser responsable con el uso de este medicamento. Por ahora solo está aprobado para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad y el sobrepeso con prescripción y acompañamiento médico. Aunque hay avances todavía hay camino por recorrer con este nuevo posible uso. }
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El doctor Fink-Jensen aseguró que en Estados Unidos se están adelantando tres estudios y según le comentó al diario español, él mismo acaba de comenzar otra investigación enfocados en pacientes obesos y la semaglutida, específicamente. Recibió financiación de Novo Nordisk Foundation, fundación empresarial dependiente de la farmacéutica que fabrica medicamentos Ozempic y Wegovy.
En Colombia, el único medicamento similar a este aprobado por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) es Saxenda que tiene como principio activo la liraglutida, similar a la semaglutida. Estos medicamentos están escasos, dificultando así la compra del producto. Es por eso que el llamado es a no automedicarse y usarlo solo si el médico lo prescribió.