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Máquina ayuda a hablar a quienes no pueden moverse

Una nueva aplicación permite a pacientes con gran discapacidad motora expresarse a través de un computador mediante su actividad cerebral.

  • Test de funcionamiento del sistema cerebro-mente desarrollado por la Universidad de Málaga. FOTO Fundación Descubre y sstock
    Test de funcionamiento del sistema cerebro-mente desarrollado por la Universidad de Málaga. FOTO Fundación Descubre y sstock
  • Máquina ayuda a hablar a quienes no pueden moverse
29 de abril de 2019
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Un equipo del grupo Diana (Diseño de interfaces avanzados) de la Universidad de Málaga en España ha creado un sistema que simplifica la comunicación de personas con parálisis muscular a través de un ordenador. Denominada UMA-BCI Speller, la aplicación interpreta las reacciones del cerebro ante estímulos visuales en forma de letras o dibujos y construye mensajes que se pueden emitir gracias a un sintetizador de voz.

Pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), síndrome de enclaustramiento o distrofia muscular podrán beneficiarse. Los resultados se publicaron en la revista Computer Methods and Programs in Biomedicine esta semana.

La herramienta actúa a modo de intermediario entre un lector del encefalograma y un sistema informático capaz de traducir estos impulsos en acciones concretas, como escribir una palabra o emitir un mensaje de audio. Para ello crea un entorno gráfico más amigable e intuitivo, similar al presente en cualquier móvil, que evita al usuario tener que conocer los entresijos informáticos.

Y este es el para qué

El objetivo es que cualquier paciente o cuidador pueda acceder a este tipo de soluciones, sin necesidad de conocimientos informáticos previos.

“Existen varias aplicaciones que permiten controlar un computador a través de la lectura del encefalograma, pero su utilización es compleja, requiere saber programación y aun así se tardan semanas en aprender a manejarlas y configurar lo que necesitas, de modo que es difícil su uso fuera del laboratorio”, comenta Ricardo Ron, responsable del proyecto.

Para contribuir a democratizar estos programas, el equipo de investigadores ha incidido en una doble vía. En primer lugar, estableciendo la mayor parte de los parámetros que requieren estos sistemas para funcionar. Esto evita que el usuario deba hacerlo manualmente y acorta el tiempo necesario para su primer uso de semanas a apenas una hora.

Además, el equipo ha creado un entorno gráfico, basado en un sistema de ventanas y con un teclado virtual que se adapta a las necesidades de cada persona, y desde el cuál se controla todo el sistema.

También se han incorporado funcionalidades que simplifican la expresión de ideas o necesidades. “Trabajamos con textos predictivos, de forma que no haya que escribir la palabra completa, pero también con pictogramas que representen al instante necesidades como el hambre o la sed y hagan que la comunicación sea más ágil”, apunta Ron.

Con todo ello, un paciente con disfunción motora sería capaz de escribir “hola” o “sueño” sobre un computador solo mirando las letras que desea pulsar o un dibujo concreto (mano saludando o una luna).

Según Ron, “el teclado virtual permite no solo letras, también imágenes y colores que estimulan al usuario, de modo que las señales que genera el cerebro sean de una amplitud que favorezca una interpretación más rápida”. Una posibilidad que, señala Ron, aún permanece poco explotada en el ámbito de la investigación y que abre nuevas líneas de estudio en este campo.

Qué sigue

El proyecto continúa no solo en la mejora de la aplicación, sino también en su integración dentro de un paquete completo que permita sacar este recurso fuera del entorno científico.

Para ello, los expertos buscan reducir los costos al mínimo. “La herramienta permite la comunicación entre el paciente y la máquina, pero hace falta un aparato que interprete esas señales del cerebro que la hacen posible y cuyo costo en un laboratorio puede rozar los 30.000 euros”, afirma Ron.

Los integrantes del equipo están probando las opciones más económicas para el registro de las señales electroencefalográficas que hay en el mercado. La motivación es ofrecer a los pacientes la oportunidad de disponer del sistema completo por un valor inferior a 1.000 euros (unos $3.000.000).

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