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En el reino mamífero, ellos son los venenosos

No solo los anfibios y reptiles expulsan sustancias tóxicas. Estos cuatro son los únicos mamíferos que las usan. Mire para qué.

  • Tanto el loris perezoso de Bengala (izquierda) como el ornitorrinco (derecha) son mamíferos venenosos. Usan las toxinas para defenderse o por selección sexual. FOTO cortesía helena synder
    Tanto el loris perezoso de Bengala (izquierda) como el ornitorrinco (derecha) son mamíferos venenosos. Usan las toxinas para defenderse o por selección sexual. FOTO cortesía helena synder
05 de octubre de 2020
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Diferente a ciertas especies de serpientes, lagartos, ranas y peces, hasta hace relativamente poco no se consideraba que los mamíferos pudieran también ser venenosos. Hace 80 años la comunidad científica demostró que algunos de estos animales sí podían almacenar y usar esta sustancia. Pero ¿para qué?

En total, son solo cuatro los mamíferos que incluyen especies venenosas: Eulipotyphla (solenodontes y algunas musarañas), Monotremata (ornitorrinco), Primates (loris perezosos y pigmeos) y Chiroptera (murciélagos vampiro). Como cada una de ellas presenta una estrategia diferente para usar y administrar sus toxinas, los investigadores descartan que haya un mismo origen evolutivo (ver Para saber más). Estos son los usos.

Musarañas y sus presas

Entre las musarañas, las de cola corta, junto a los solenodontes de La Española (Solenodon paradoxus), cuentan con un sistema de veneno oral, es decir que su saliva es venenosa para paralizar y someter a sus presas, sobre todo pequeños vertebrados. La evolución de esta toxina en estos insectívoros ha suscitado mucho interés en la comunidad científica. “La sustancia evolucionó mediante la reutilización de las proteínas de saliva existentes, en particular un tipo de enzima llamada calicreína. Después, se añadieron al arsenal químico otras toxinas que no eran de origen salival, sino genes que normalmente se expresan en otras partes del cuerpo, y que terminaron expresándose en la glándula del veneno y luego evolucionaron para nuevas funciones”, explica a SINC Bryan G. Fry, investigador en el Laboratorio de Evolución de Toxinas de la Universidad de Queensland, Australia.

El veneno, que puede resultar doloroso si la musaraña muerde a un humano, es secretado por las glándulas submaxilares hasta la base de los incisivos inferiores donde fluye la saliva.

Ornitorrincos para pelear

Además de poner huevos, tener hocico de pato, cola de castor y patas de nutria, este mamífero (Ornithorhynchus anatinus) es capaz de inyectar veneno a través de sus espolones en las patas posteriores.

Su toxina se produce de una manera diferente al resto de mamíferos venenosos y tiene otra función, en este caso como arma ofensiva. Producida en unas glándulas conectadas a ambas patas traseras a través de un conducto específico. Esta capacidad es exclusiva a los machos que la utilizan durante la temporada de reproducción. La función del veneno por tanto se debe a la selección sexual.

“Los machos se apuñalan entre sí con un veneno intensamente doloroso para establecer quién obtiene los derechos de reproducción”, detalla Fry. Aunque no es letal para los seres humanos, sí puede producir un dolor “insoportable” de manera inmediata, que se convierte a través de un complejo proceso en una hiperalgesia —un aumento de la sensibilidad al dolor y una reacción extrema a este— de larga duración.

Loris para defenderse

En el caso de los loris perezosos como el de Bengala (Nycticebus bengalensis) o de Sonda (Nycticebus coucang), estos pequeños primates del sudeste asiático, de aspecto cándido, utilizan veneno para defenderse, pero de una manera peculiar. Estos mamíferos lamen una glándula que se sitúa en su codo, cargando su peine de dientes, afilados como agujas, de un veneno de efecto anafiláctico. En un estudio, que analizaba el objetivo defensor de esa sustancia, los investigadores señalaban que tanto en los loris de Bengala como en los de Sonda, así como en los pigmeos (N. pygmaeus), se aprecia una pequeña inflamación en su codo libre de pelaje pero apenas visible, denominada glándula braquial.

Cuando el animal se siente en peligro, la glándula, que se activa a las seis semanas de nacer, secreta un líquido transparente de fuerte olor en forma de sudor. Tanto machos como hembras adoptan en ese momento posiciones defensivas con la cabeza inclinada y las patas delanteras levantadas, después de chupar la zona de las glándulas y de frotarse contra ellas.

Sus mordeduras son dolorosas y provocan heridas de cicatrización lenta. Al ser una sustancia químicamente compleja, los científicos cree que también permite a estos primates transmitir información a través del olor acerca de su salud, edad o estado nutricional.

Murciélagos para la sangre

Hay tres especies venenosas: el vampiro común (Desmodus rotundus), el vampiro de patas peludas (Diphylla ecaudata) y el vampiro de alas blancas (Diaemus youngi), que se nutren exclusivamente de sangre. Después de que sus puntiagudos colmillos o molares perforen la piel de sus presas para extraer la sangre a lengüetazos, el veneno es inyectado a través de la saliva, que contiene una glicoproteína, llamada la draculina.

“Estos animales usan su veneno para evitar que la sangre se coagule en sus presas y también dilatan los vasos sanguíneos para que la sangre fluya más rápido”, explica Fry .

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