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Desde encender la luz de una de las habitaciones de su casa hasta prender un carro, las actividades del día a día impactan a la tierra, y se mide en lo que se llama huella de carbono, que indica la cantidad de gases de efecto invernadero (ver glosario) que cada una de ellas produce.
De igual manera los objetos que usamos a diario generan emisiones de dióxido de carbono (CO2) y por eso el mundo del diseño, “al servicio de las sociedad”, inside de manera fundamental. Así lo afirma David Del Valle, director de Medellín Design Week (MDW), evento que desde hoy y hasta el próximo primero de septiembre integrará diseño, educación e industria.
Para Del Valle, que desde el diseño se impacte a la sostenibilidad del país de manera positiva es una tarea en la que se trabaja desde hace varios años. “El diseño industrial, por ejemplo, se dio cuenta de que después de un primer momento había muchos materiales que no funcionaban y lo que se hace es un replanteamiento de lo que significa producir y por eso se ha transformado en ese que busca hacer más productos con menos recursos e impacto ambiental”.
Cepillos de dientes de bambú, pitillos de papel y sanitarios que ahorran agua son algunos ejemplos de como se presenta hoy la sostenibilidad a través del diseño. Basta recordar el debate que ha generado el plástico y su impacto contaminante en los océanos para ver cómo parte del público ahora busca cambiar de productos.
Lo mismo pasa con el impacto de las griferías y de los sanitarios, y la búsqueda del público de productos que ahorren agua. El uso de las bolsas de tela se está incrementando y así varios objetos de uso diario cambian los esquemas. Pero todavía falta.
Más que lujo, para Del Valle el primer paso es cambiar esa mirada sobre el diseño. “Entender que es una carrera creativa que busca producir y generar desarrollo de ciudad y sociedad”.
Nicolás Ochoa, jefe Panamericano de diseño de la división baños y cocinas de Corona, anota que el público cada vez está más informado y a la hora de comprar productos para su hogar buscan ser más responsables, “uno también ve personas que no están para pensar en eso porque tienen necesidades para cubrir primero, pero los diseñadores y empresas debemos traerlo a la mesa y educar al público para que disminuyan su huella de carbono, a su vez es responsabilidad de los diseñadores buscar los procesos amigables con el medio ambiente”.
Algo similar piensa la diseñadora Ana María Jiménez, del Taller sin borde, y quien viene trabajando en una investigación para rescatar técnicas precolombinas para la joyería, involucrando arquitectura, los espacios y la puesta en escena.
“A la gente le interesa saber de dónde vienen los materiales con los que se construye una pieza, pero aun hay desconocimiento. Yo, por ejemplo, procuro no participar en la cadena de extracción de oro que no es amigable con el medio ambiente y si voy a trabajar con este metal precioso lo reciclo de algo que ya perdió su uso, una pulsera o un collar y lo vuelvo a fundir”.
Su trabajo, y el de muchos diseñadores, tiene mucho que ver con los conceptos de economía circular que define la WWF en su glosario ambiental en el que se usan tecnologías más limpias y así reducir los residuos que contaminan las tierras y mares.
Lo que recomiendan estos expertos en diseño es que los usuarios pregunten y se informen, no solo sobre los procesos de producción sino sobre el origen de lo que vayan a comprar. Pequeñas acciones aportan al cuidado del planeta.