El crecimiento de las economías avanzadas está desacelerando principalmente por el debilitamiento de las exportaciones. La desaceleración es notable en la Unión Europea: el crecimiento de Francia y Alemania es menor que el esperado y la recuperación de Italia de la recesión de 2018 es débil y la tasa de desempleo permanece por debajo del 4 %. La actividad económica en Estados Unidos está desacelerando, pero todavía es robusta. Se espera que el crecimiento de los países de ingresos medios y bajos permanezca estable en 2019, en la medida en que el deterioro de la demanda externa y la incertidumbre en los países avanzados sea compensado por el mejoramiento de las condiciones financieras y el incremento en los precios de los bienes básicos. Con esas tendencias globales, las remesas hacia ese grupo de países se espera que crezcan 4 % en 2019, hasta llegar a 550 mil millones de dólares.
Predominan los riesgos a la baja para este pronóstico: una caída del precio del petróleo, se mantiene la incertidumbre y el riesgo geopolítico. El incremento de las restricciones al comercio y del sentimiento antiinmigración en algunos países receptores y el desaceleramiento de la economía mundial pueden afectar las remesas.