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La decisión popular

Se definieron los cargos de elección popular. Terminada la contienda, debe comenzar un período de certidumbre, de mostrar la talla del liderazgo y la honestidad de los propósitos trazados.

26 de octubre de 2015
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Infográfico
La decisión popular

La democracia colombiana ofreció una nueva oportunidad para definir el rumbo del país, esta vez desde las entidades regionales y municipales. Salvo las dificultades derivadas del errático proceder del Consejo Nacional Electoral en la anulación de inscripciones de cédulas, puede decirse que el país pudo votar con normalidad.

La capital del país decidió abrumadoramente un cambio de dirección. La derrota de la izquierda y el voto de castigo a mandatos calamitosos no tiene discusión posible. No solo el triunfo de Enrique Peñalosa lo corrobora, sino los porcentajes consolidados de Rafael Pardo y Francisco Santos. Ojalá Bogotá recupere el rumbo perdido.

En Antioquia los votantes eligieron a Luis Pérez Gutiérrez. Logra un triunfo mayoritario en casi todos los municipios del departamento. Para él es una especie de reivindicación personal, y la oportunidad de poner en ejecutoria sus anuncios de campaña (“Pensar en grande”).

Su triunfo, sin duda, es una derrota en toda regla para el gobernador Sergio Fajardo, quien no logró proyectar su movimiento más allá de su liderazgo personal. En Antioquia habrá un cambio abrupto, no solo de estilo y concepción de la política. Los antioqueños, en todo caso, esperan pulcritud en el manejo de los recursos públicos, una administración alejada de extravagancias en el gasto y libre de retaliaciones.

El nuevo gobernador cuenta con el beneplácito del gobierno nacional. Él mismo ha remarcado su cercanía con el presidente Juan Manuel Santos y el vicepresidente Germán Vargas. En un sistema centralista y dependiente para tantas cosas de cerradas burocracias de la capital, esa cercanía debe servir a los intereses superiores del departamento.

Cabe la pregunta de qué hubiera pasado si los otros movimientos políticos hubieran tenido en la cabeza precisamente los intereses del departamento y sus gentes, antes que los derivados de vanidades personales. La continuidad de buenas políticas habría tenido mayores posibilidades de éxito. Muchas de ellas quedan ahora en suspenso.

Por contraste, el voto de opinión primó en Medellín. Y dio el ajustado triunfo a la propuesta de Federico Gutiérrez. Que no por ajustada es menos meritoria. El nuevo alcalde no se medía tanto con Juan Carlos Vélez, como con el propio expresidente Álvaro Uribe, que se suponía imbatible en su tierra. Por fortuna Gutiérrez no genera resistencias insalvables, ni en el uribismo ni en el santismo. Tendrá en todo caso que buscar una buena relación con el nuevo gobernador, a quien no mencionó en su discurso de victoria. Pero por supuesto el principal reto es demostrar ese liderazgo que generó entusiasmo y adhesión de forma notoria en la nueva generación de medellinenses. Liderar la seguridad urbana, lograr que la Policía le rinda cuentas y acate su mando, y preservar Empresas Públicas de Medellín de cualquier asomo de manejo politiquero. En EPM no hay lugar para aprendices ni para coleccionistas de puestos públicos.

Esta semana se irán decantando los análisis. Las fallas del Centro Democrático en todo su proceso para consolidar una candidatura sólida y creíble para la gobernación de Antioquia. Y a la vez, ser el partido más votado para la Asamblea Departamental y el Concejo de Medellín.

Igualmente, hay que valorar el aumento de alcaldesas elegidas popularmente, 16, seis más que en 2011. Sigue siendo poco para la presencia y el liderazgo femenino en el departamento, pero sus buenas administraciones deben servir de efecto multiplicador.

Hay que destacar también el gesto de los candidatos perdedores de reconocer el triunfo de sus contrincantes. Un acto de responsabilidad más que de realismo político, que merma tensiones en momentos en que la lucidez y la serenidad se requieren más que nunca.

Finalmente, no sobra recordar nuestro compromiso con los lectores, establecido en nuestro Manual de Estilo: EL COLOMBIANO mantiene una radical independencia de los partidos políticos. Las relaciones del periódico con estas instituciones están supeditadas a los superiores intereses de la sociedad.

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