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Eln, no más secuestros
Parece afianzarse la idea, y la decisión, de que el grupo guerrillero debe abandonar esta práctica si pretende retomar la negociación con el Gobierno. Libertad inmediata a todos los secuestrados.
Que regresen todos los secuestrados a sus hogares, donde deben estar. La privación ilegal de la libertad de una persona, contra su voluntad, cualquiera sea la razón, es un acto de absoluta violación de sus derechos humanos. El Eln ha tenido esta práctica como soporte de su “lucha armada”, por razones políticas y económicas. Pero es cada vez mayor la sanción de la opinión pública nacional e internacional que pesa contra ese método de una crueldad impresentable e injustificada. Mucho más, si manifiesta tener interés en dialogar con el Gobierno.
La última semana parece estar mostrando un cambio de actitud por parte del grupo subversivo, que liberó a cuatro soldados, tres policías y dos civiles en Arauca y Chocó. El gesto, que la guerrilla reivindica como unilateral, puede interpretarse como un paso en la dirección de atender la solicitud del presidente Iván Duque de que cesen las hostilidades del Eln contra la sociedad y el Estado colombianos.
En reciente editorial sostuvimos que ante la ciudadanía es inaudito e inentendible conversar con secuestrados de por medio. No puede haber un diálogo humanizante y conducente cuando una veintena de ciudadanos sufre las cadenas del encierro, la intimidación de los captores y el riesgo de perder la vida en cautiverio.
La firmeza del presidente Duque Márquez exigiendo que el Eln frene esa práctica abominable, y otras conductas criminales que golpean a los no combatientes, pero también a los miembros de la Fuerza Pública, tal vez sea una postura coherente con ese dictado: no hay nada de qué hablar mientras que el Eln vulnere los derechos humanos de la población civil y mientras que cometa emboscadas y actos terroristas implacables contra policías y soldados.
El Gobierno Nacional ya confirmó que no nombrará a ningún negociador oficial mientras que esa guerrilla persista en protagonizar infracciones tan graves al Derecho Internacional Humanitario (DIH) y ataques alevosos que afectan la integridad y la vida de los integrantes de las FF.AA.
Basta con repasar los testimonios de los liberados las últimas horas, para entender el drama humanitario sufrido en Chocó por tres policías, un soldado y dos civiles. “Agradecidos con todos los entes que participaron y enviarles un saludo muy grande a nuestras familias”, dijeron los liberados. Ahora, según las cifras cruzadas de diferentes organismos de derechos humanos, se espera que el Eln libere a por lo menos otras diez personas que mantiene secuestradas.
La recta firme a un proceso de paz con el Gobierno Nacional debe tener como soporte esos gestos de buena voluntad, incondicionales, que recarguen de credibilidad y confianza la mesa de conversaciones y el acercamiento de las partes, rodeadas por gobiernos europeos y latinoamericanos dispuestos a facilitar los contactos, los mecanismos y los escenarios requeridos para un diálogo productivo y con objetivos claros.
La Iglesia Católica también refrenda su apoyo amigable e imparcial, para que la mesa con el Eln pueda mostrar, por fin, una agenda y una dinámica conducentes a un acuerdo final que, por supuesto, supere los problemas y vacíos que tuvo y que hoy muestra el proceso con las Farc.
Acabar el secuestro, abolir totalmente su práctica, constituiría un gran paso para inyectar optimismo y decisión al Gobierno a la hora de aceptar la reanudación de una negociación sin dilaciones.
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