Cada cuatro días la Tierra cuenta con un millón más de habitantes netos, restando los que fallecen.
La población acaba de sobrepasar los 7500 millones y se estima que a mediados de siglo sean 9000 millones de pobladores, 11 200 millones si nos vamos hasta 2100, de acuerdo con las proyecciones de Naciones Unidas.
La cifra, por sí, lleva a pensar en la sostenibilidad de la vida misma. Para algunos investigadores, la carga máxima que aguanta el planeta estaría alrededor de los 5000 millones de seres humanos.
Sobre ese límite hay discusión y no es aceptado por todos. Más allá de él se debe considerar la huella del hombre sobre su casa terrestre.
Una serie de artículos publicados en la reconocida revista Science revela el impacto de la actividad humana. Hoy, casi el 40 por ciento de la superficie terrestre está dedicada a actividades agropecuarias, con una productividad escasa. El 80 por ciento del agua dulce de uso humano se destina a la agricultura. Al sistema de alimentos se atribuye un quinto de las emisiones de gases de invernadero, mientras las diferentes actividades, en 200 años, han duplicado la concentración de dióxido de carbono.
Por la intensa transformación del paisaje terrestre, cientos de especies han desaparecido, a un ritmo más intenso desde los años 1500.
Para satisfacer la demanda de alimentos a mitad de siglo la producción se tendría que incrementar 70 por ciento.
Aumentar la productividad, reducir los desperdicios, modificar las dietas y nuevos desarrollos biotecnológicos son sugerencias para satisfacer a los nuevos habitantes: la demanda seguirá al alza, al crecer la clase media, 3200 millones de personas, a 5000 millones a 2030.
El llamado día del sobregiro de la Tierra se cumple cada año en fecha más temprana. El año pasado fue el 8 de agosto, fecha en que la demanda de la humanidad sobre la naturaleza excedió lo que la Tierra podía regenerar ese año.
La presión sobre el planeta conduce a pensar si es necesario poner un límite al crecimiento poblacional. Hoy la tasa de fertilidad global, de acuerdo con Naciones Unidas, es de 2,5 hijos por mujer, yendo de los 4,7 en África a 1,6 en algunas regiones europeas.
No es sencillo obtener una respuesta. Hasta China, que mantuvo varios decenios la política de un solo hijo, la abandonó en 2015 por razones como el envejecimiento de la población.
La situación actual exige, sí, responsabilidad de los padres para formar familias basados no solo en su capacidad económica sino en el futuro que puede esperarles a ellos y sus descendientes ante la realidad incontrastable.
Resulta imperioso además brindar más oportunidades educativas a las mujeres, factor que incide en una tasa de fertilidad menos prolífica, acorde con sus necesidades y posibilidades.
No son consideraciones vanas. Como explicó en uno de los artículos Jonathan Foley, de la Academia de Ciencias de California, son las leyes de la física y la biología las que gobiernan lo que sucede en el planeta. Y pese a toda la capacidad humana y su desarrollo, no se pueden cambiar.
La Tierra tiene recursos finitos. Ya lo vimos. Varios de ellos se están agotando. Hay que aceptarlo y actuar en lo poblacional y en un manejo racional e inteligente para ayudar en su recuperación y mantenimiento. Solo así habrá planeta por mucho rato para todos.