Desde su inauguración, 30 de noviembre de 1995, el metro de Medellín se ha consolidado como motivo de orgullo y referente de la ciudad, Antioquia y Colombia. En esta conmemoración, tan valiosa y admirable, para una empresa pública, destacada por su administración eficiente, transparente, de cara a la comunidad, responsable y sostenible social, económica y ambientalmente, es la “cultura metro”.
Esta surge desde la ciudadanía, en el mismo momento que comienzan a rodar los trenes, como expresión de un futuro de esperanza, construcción de sociedad, defensa de lo público, respeto propio y por los demás con el fomento de valores relacionados con la solidaridad, empatía, aprecio, amabilidad, educación y responsabilidad.
En el momento de la inauguración del sistema, la ciudad trataba de resurgir en medio de un oscuro agujero de violencia y el metro se convirtió en el espacio ideal para el encuentro y la integración ciudadana. Todos, sin importar credos, color de piel, condición económica, social o cultural, pudieron acercarse, mirarse a los ojos con confianza, sonreír y soñar con un Aburrá en paz, promisorio, diverso y rico en oportunidades.
La conexión metro-ciudad cada vez es más firme. En los últimos catorce años, de manera consecutiva, el sistema se ha consolidado como la empresa pública más admirada de Medellín por el conocimiento ciudadano del mismo (99 %), favorabilidad (96 %), y gestión (87 %), según la Encuesta de percepción ciudadana Medellín Cómo Vamos.
Las cifras de sus servicios prueban que se ha vuelto imprescindible para los usuarios, el desarrollo y la transformación urbana y ambiental de todo el área metropolitana. En sus 25 años de recorridos ha movilizado más de 4.000 millones de usuarios, hecho que equivale a que cada habitante del Aburrá lo haya usado cerca de 1.107 veces.
En 2019 el sistema evitó la emisión a la atmósfera de una carga contaminante de 483.393,53 toneladas de CO2, aporte invaluable a la salud pública y la descontaminación de la subregión.
El Metro, que inició con una sola línea férrea, la A, se ha expandido hasta llegar a 2 líneas de metro; cinco de cables aéreos y otra próxima a inaugurarse; un tranvía y tres líneas de buses. En su primer año de operación hizo 4 millones de viajes. En 2019 fueron 318 millones.
Contra aquellos agoreros que apostaban a la quiebra del sistema y las finanzas regionales y departamentales, argumentando que Medellín y Antioquia serían incapaces de pagar la deuda adquirida para su construcción, la honra con sus compromisos es irrefutable. Hoy ha cancelado más de US$1.500 millones, incluso adelantándose a los plazos.
El metro no se detiene. Está en marcha, con tecnología propia, el plan de modernización de los trenes. La confianza y el profesionalismo adquiridos en el manejo de sus recursos, planes de transformación urbana, más el apoyo ciudadano, lo llevan a emprender el tren de la 80, megaproyecto aún más complejo que la creación de las líneas A y B, por la zona a intervenir, de alta densidad poblacional y comercial, de principio a fin. En este megaplán es trascendental el apoyo del gobierno del presidente Iván Duque, quien, en un acto de justicia con la ciudad, firmó el documento de cofinanciación del mismo. El costo del proyecto asciende a $3,54 billones, de los cuales la Nación aportará $2,47 billones (70 %) y el Municipio el restante $1,062 billones.
Mañana, como hace 25 años, Medellín y Antioquia estarán de fiesta. Felicitaciones para la ciudad, su cultura metro y toda la familia metro.