Cuando se habla de la tercera parte de una trilogía de largometrajes, casi necesariamente estamos hablando una franquicia, o de cine con vocación popular y comercial, lo que implica -y es increíble que todavía haya que advertir esto- un análisis distinto al que haríamos si habláramos de una película de autor, porque las búsquedas y las exigencias en uno y otro lado del espectro de eso que llamamos cine, son completamente distintos, aunque a veces, muy de vez en cuando, se mezclen. Para aclarar este párrafo, nada mejor que el ejemplo que nos brinda “Ofrenda a la tormenta”, estrenada esta semana en Netflix, donde además se pueden ver las otras dos películas que conforman lo que se ha llamado “La trilogía del Baztán”: “El guardián invisible” y “Legado en los huesos”.
Así se les conoce también a las tres novelas de Dolores Redondo en los que se basan estas películas, pues sus tramas ocurren en el Valle del Baztán, una extensa zona de la comunidad de Navarra, ubicada al norte de la península ibérica.
Y la ubicación geográfica aquí es importantísima, pues los tres títulos usan elementos de la historia y la mitología de la región como parte imprescindible de los hechos que nos presentan, en uno de los formatos más populares en el mundo entero, relativamente poco explorado por el cine iberoamericano: el thriller policíaco.
En esta tercera parte, que necesita de las dos anteriores para que la experiencia del espectador sea redonda y la historia comprensible, la inspectora Amaia Salazar, protagonista absoluta de la serie, deberá dar explicación a una serie de suicidios que están cometiendo criminales que ella y su equipo han encerrado, que además se conectan con las muertes repentinas de bebés y niños pequeños en distintos pueblos del valle.
De las tres películas esta es la más puramente policíaca, pues en la primera se coquetea con elementos del cine fantástico y en la segunda, la mejor en mi opinión, con el de terror e incluso con el horror más escabroso.
Uno de los puntos más destacables de la trilogía es la atmósfera que consigue (pareciera que llueve a toda hora en aquellos lugares), que la emparenta con algunas series y películas que países nórdicos, como Dinamarca, Finlandia e Islandia, han sabido desarrollar en los últimos años.
Sin embargo, la bienvenida variación frente a estas propuestas es que aquí no acompañamos a investigadores taciturnos y huraños, sino a una mujer policía llena de energía, madre reciente, con una cálida y terrible en el pasado, vida familiar. Por eso se lleva todos los aplausos Marta Etura, la actriz que encana a la inspectora, pues no sólo sale airosa en todos los momentos “policiales” (persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo, tiroteos) sino porque escapa a muchos clichés usuales del género, logrando que su creación sea lo que se necesita: un personaje querible, por el que uno sufre y que impulsa al público a seguir viendo este producto recomendable y digno de su éxito. Sin ella, el Baztán y la trilogía, estarían perdidos.