Las arepas de chócolo pululan en Medellín. No he visto ni en Bogotá, Cali o Barranquilla tal afinidad con esta morena exquisita, como la de los paisas. Usualmente se acompaña con una tajada generosa de quesito. Los competidores actuales las venden con enormes lajas de cuajada y ofrecen hasta leche condensada para esparcir.
Comer arepa de chócolo es un ritual para el antioqueño. Una vuelta a oriente sin arepa de chócolo es una tarde sin arreboles, no tiene gracia, no enamora. La arepa de chócolo se debe servir con mantequilla, más no margarina, una taza de chocolate espumante y ojalá en medio de un friecito cierra piernas. La receta de arepa de chócolo es simple: maíz, leche y azúcar. Licúe y ase la mezcla. Sin embargo, para poder competir y obtener ganancias, les mezclan harina. ¿Cuánta? Depende de la ambición. Puede ser el 20, 30 o 40%. Algunos agregan polvo de hornear, pero dicen que las agujerea. Otros les adicionan leche en polvo, hay quienes suman huevos y azúcar, pero nadie las hace de chócolo puro, creen que la gente no las compraría, porque ya estamos acostumbrados a la falsa, a la blanda y esponjosa. Si las quiere llevar para su casa en paquete, le sugiero las que vende afuera de la Alpujarra un hombre con su hija. Ella en la plazoleta, él a la entrada de la DIAN. Para mí, las mejores para el desayuno de fin de semana.
Medellín tiene una disputa fuerte por ese mercado en estos momentos. La Chocolerita, sitio recomendado por la campaña Medellín Sí Sabe, no presenta nada que descolle. La Chocolera, en el Éxito de San Antonio, es grande, barata y con mucha cuajada. En San Diego, Arepas Okey, tiene un sitio agradable y buena atención. Las que le son servidas con salchichas y adiciones por el estilo, ni las menciono. Estos son algunos de los competidores. Son arepas de 2.000 a 3.000 pesos, para muchos, suplantadoras de almuerzos inalcanzables.
En lo personal, yo prefiero las de Ricas Arepas, al lado de Cantaleta, en Las Palmas. Son inolvidables. Llevan el queso por dentro, las sacan calientes del horno y llegan a la mesa tibias. Las del parque de San Antonio de Pereira, también las encuentro ideales. La Reina de Quindío en la ruta a Caldas, Antioquia, tiene muy buena aceptación. Son crocantes por fuera, pero algo simples por dentro.
Por ahora diría que la calidad hará de las suyas. Ganará el que menos harina use. Quien mejor maíz compre, el de los cortes de cuajada más grandes y obvio, el que ponga en la arepa la inolvidable sazón de las abuelas.