Da gusto celebrar un cumpleaños. Significa que creces, que has logrado vivir otro año mas de vida y estar dispuesto a enfrentar el que viene. Que tienes más herramientas para que tus planes y el horizonte de lo que quieres con tu vida se expanda. Pero pasa que no siempre esto significa evolución. Hay gente que nace, respira, come, se aparea y procrea, y muere. Sus cumpleaños son una celebracion a la perpetuidad de un pasado, un festin a la nostalgia de lo que fue, algunos incluso se deprimen, porque ven cercanas las huellas de la longevidad.
Hay gente que crece y compra cosas para que le vean grande, se encargan de mostrar las tareas para que los demás le pongan un cinco de excelencia. De estos da lástima. Teniendo vida propia y se la gastan haciendo lo que otros quieren que sea.
Da pesar ser testigos de cumpleaños no merecidos, de celebraciones paquídermicas que no nos hablan de una transformación que nos permite creer que vale la pena ser adultos.
Por eso los 30 años de Teleantioquia, que no es mi canal, no me generan orgullo, ni alegría, ni nada...Miento, me genera desgano y desaliento.
30 años de mas de lo mismo: de las mismas escenografias con maticas plásticas distintas, unos backing coloreados a la moda, con los mismos presentadores canosos, peliteñidos y empastados de base para disimular longevidad y aparentar juventud. Otros presentadores nuevos que imitan los anteriores y nada nuevo pasa. Un canal de TV experto en hacer radio con imágenes, un canal público que se gasta millones para hacerles creer a sus televidentes que la tradición, la identidad de un pueblo y su progreso consiste en perpetuarse. Un canal que está convencido que hacer TV pública consiste en hacer programas en serie que la gente ve porque no han podido soltarse del espejito donde se miran y pueden decir lo bonitos que son.
Un canal de TV anácronico, tímido, pobre en ideas audiovisuales, cumple 30 años y qué pena. Es como celebrarle el cumple a un adulto que asi estrene pinta es un treintañero patrocinado para no crecer.